Algunas encuestas y percepciones analíticas han comenzado a señalar que la sociedad mexicana se encuentra desencantada con la democracia, aunque sin entender que la democracia es una variable dependiente de las acciones de la propia sociedad y en los hechos no es una conducta sino un procedimiento político.
El problema de la democracia no es de encanto-desencanto sino de participación cotidiana. En todo caso, lo que ha fallado no es la democracia sino la ciudadanía como comportamiento político participativo de la sociedad ante su realidad.
El proceso electoral para elegir este año gobernadores en doce estados es un ejemplo de la ausencia de ciudadanía: las guerras sucias, los perfiles manchados de los candidatos, la compra de votos con dinero o despensas, la ausencia de un discurso político en los candidatos y el afán de los gobernadores salientes de imponer a sus sucesores marca el escenario de una democracia sin ciudadanía.
En este concepto de democracia sin ciudadanía se puede localizar la verdadera crisis política de México, acreditada no tanto al PRI y sus afanes de mantenerse en el poder, sino a una sociedad sin articulación ni conciencia políticas.
Algunas encuestas y percepciones analíticas han comenzado a señalar que la sociedad mexicana se encuentra desencantada con la democracia, aunque sin entender que la democracia es una variable dependiente de las acciones de la propia sociedad y en los hechos no es una conducta sino un procedimiento político.
El problema de la democracia no es de encanto-desencanto sino de participación cotidiana. En todo caso, lo que ha fallado no es la democracia sino la ciudadanía como comportamiento político participativo de la sociedad ante su realidad.
El proceso electoral para elegir este año gobernadores en doce estados es un ejemplo de la ausencia de ciudadanía: las guerras sucias, los perfiles manchados de los candidatos, la compra de votos con dinero o despensas, la ausencia de un discurso político en los candidatos y el afán de los gobernadores salientes de imponer a sus sucesores marca el escenario de una democracia sin ciudadanía.
En este concepto de democracia sin ciudadanía se puede localizar la verdadera crisis política de México, acreditada no tanto al PRI y sus afanes de mantenerse en el poder, sino a una sociedad sin articulación ni conciencia políticas.