Texto: “Si tuviera sólo cinco días para vivir, les diría a fulanito y a menganito que los quiero". Y yo digo ¡hazlo ya!..¿Qué estás esperando? Mas estamos en guardia respecto a la muerte, al igual que lo estamos respecto a la vida. La mayoría de nosotros no sabemos cómo tratar a la muerte y arrastramos esa carga uncida a nosotros durante toda la vida, siempre al borde del llanto. Hemos de aprender que la muerte no es sino otro aspecto de la vida. Es un partir con el cuerpo, es una comunicación. La muerte nos enseña a continuar. Mi madre murió hace unos dos años y en los momentos postreros me enseñó cosas maravillosas. No creímos al doctor cuando nos dijo que estaba en coma:“ No se preocupen por ella, pues no se da cuenta de si están ustedes o no. ”¿cómo lo sabe?¡Si nunca se ha muerto! Lo cierto es que la familia se las ingenió para pasar con ella muchas horas, día y noche, mientras vivía.¡ La tuvimos cogida de la mano!¡Nadie debería morir solo! Me tocó uno de los turnos últimos y estábamos allí solos los dos, mi madre y yo. De repente, abrió los ojos. Grandes y maravillosos ojos castaños. Un momento antes había pensado: "voy a perderla. Siempre me brindaba una carcajada o una golosina. Siempre sorprendía con algo insólito. Y perderé sus ungüentos de ajo” .¿Osdais cuenta de que todo lo refería a mí? “Voy a hacer esto, voy perderla y ¡no me dejes!”.¿Sabéis cuáles fueron las últimas palabras que me dirigió? Abrió sus grandes y bellos ojos italianos, vio cómo las lágrimas se deslizaban por mis mejillas y me dijo: “Felice, ¿en qué te vas a apoyar ahora?. De las últimas palabras de la madre al hijo, se puede inferir que: d. lo invitaba a vivir una vida plena y tranquila. b. lo invitaba a encontrar la fortaleza en si mismo. a. a ella le preocupa el dolor que estaba sintiendo su hijo. c. ella conocía la dependencia de su hijo.
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