La lucha armada como tal había sido una tradición política, desde las numerosas guerras civiles del siglo XIX hasta la de los años 50 llamada la "violencia liberal-conservadora", tradición en la que el tratamiento de los conflictos políticos y sociales ha estado mediado por la violencia, ante la disgregación y desarticulación de un Estado Nacional en formación y la debilidad y casi inexistencia de una sociedad civil que no acababa de conformarse e irrumpir como elemento activo en el escenario político nacional.
Pero si bien es cierto que la violencia iniciada por las guerrillas revolucionarias de los años 60 y 70, si tenía raíces y líneas de continuidad con la última guerra civil (1948-1960), presentaba componentes nuevos que la hacían diferente a las anteriores: inspiración de un programa socialista, lucha por la derrota del capitalismo y el imperialismo y la instauración del "reino de la libertad", influencia que recibieron del antiguo campo socialista y desde el marxismo desde varias de sus vertientes
La lucha armada como tal había sido una tradición política, desde las numerosas guerras civiles del siglo XIX hasta la de los años 50 llamada la "violencia liberal-conservadora", tradición en la que el tratamiento de los conflictos políticos y sociales ha estado mediado por la violencia, ante la disgregación y desarticulación de un Estado Nacional en formación y la debilidad y casi inexistencia de una sociedad civil que no acababa de conformarse e irrumpir como elemento activo en el escenario político nacional.
Pero si bien es cierto que la violencia iniciada por las guerrillas revolucionarias de los años 60 y 70, si tenía raíces y líneas de continuidad con la última guerra civil (1948-1960), presentaba componentes nuevos que la hacían diferente a las anteriores: inspiración de un programa socialista, lucha por la derrota del capitalismo y el imperialismo y la instauración del "reino de la libertad", influencia que recibieron del antiguo campo socialista y desde el marxismo desde varias de sus vertientes