La mayoría de las culturas nativas prehispánicas de Colombia se encontraba en estado tribal con una organización social igualitaria. La excepción la constituían los taironas, los muiscas y los sinúes, quienes ostentaban un grado de organización socio-política más complejo al momento de la llegada de los españoles. Se trataba de pueblos sedentarios que practicaban la agricultura y tenían un importante desarrollo material, los cuales eran gobernados por caciques o jefes.
Comercio Indígena
La élite basaba su poder en el control de ciertos recursos escasos y muy valiosos, que eran comerciados con culturas vecinas. Así por ejemplo, las propiedades de los muiscas comprendían minas de esmeraldas, mientras los taironas poseían depósitos de finas conchas marinas. La estratégica posición en las rutas comerciales favoreció a algunos señores de dominios más pequeños.
Por otra parte, algunos investigadores sostienen la existencia de jefes militares permanentes al frente de confederaciones entre distintas tribus, especialmente en el caso de los muiscas.
Indígenas colombianos
Éstos habrían tenido cinco organizaciones independientes: Bacatá (Bogotá), Hunza (Tunja), Iraca o Sugamuxi, Tundama y Guanentá.
El número total de cacicazgos muiscas, en tanto, se acercaba a 150 con una población de 5 a 10.000 habitantes cada una. Un consejo, formado por los llamados uzaques, asesoraba al cacique en las tareas de gobierno.
En la base de las sociedades indígenas de la región se ubicaban los plebeyos, sometidos a un dominio jerárquico por parte de sus caciques y tributarios de la élite. La existencia de los sectores nobles transcurría aparte de la vida del pueblo, en amplios y cuidadosamente decorados centros residenciales.
Campesino
La élite se distinguía por el uso y el derecho a exhibir objetos de lujo (piedras preciosas, plumajes, conchas de ámbar) y adornos personales, originarios de reinos lejanos a los cuales se atribuía un carácter sagrado.
Los caciques vestían finamente y solían ser transportados en literas. La familia, finalmente, tenía un carácter poligámico, aunque los derechos y deberes de los hijos se regían por las normas del clan de la madre.
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La mayoría de las culturas nativas prehispánicas de Colombia se encontraba en estado tribal con una organización social igualitaria. La excepción la constituían los taironas, los muiscas y los sinúes, quienes ostentaban un grado de organización socio-política más complejo al momento de la llegada de los españoles. Se trataba de pueblos sedentarios que practicaban la agricultura y tenían un importante desarrollo material, los cuales eran gobernados por caciques o jefes.
Comercio Indígena
La élite basaba su poder en el control de ciertos recursos escasos y muy valiosos, que eran comerciados con culturas vecinas. Así por ejemplo, las propiedades de los muiscas comprendían minas de esmeraldas, mientras los taironas poseían depósitos de finas conchas marinas. La estratégica posición en las rutas comerciales favoreció a algunos señores de dominios más pequeños.
Por otra parte, algunos investigadores sostienen la existencia de jefes militares permanentes al frente de confederaciones entre distintas tribus, especialmente en el caso de los muiscas.
Indígenas colombianos
Éstos habrían tenido cinco organizaciones independientes: Bacatá (Bogotá), Hunza (Tunja), Iraca o Sugamuxi, Tundama y Guanentá.
El número total de cacicazgos muiscas, en tanto, se acercaba a 150 con una población de 5 a 10.000 habitantes cada una. Un consejo, formado por los llamados uzaques, asesoraba al cacique en las tareas de gobierno.
En la base de las sociedades indígenas de la región se ubicaban los plebeyos, sometidos a un dominio jerárquico por parte de sus caciques y tributarios de la élite. La existencia de los sectores nobles transcurría aparte de la vida del pueblo, en amplios y cuidadosamente decorados centros residenciales.
Campesino
La élite se distinguía por el uso y el derecho a exhibir objetos de lujo (piedras preciosas, plumajes, conchas de ámbar) y adornos personales, originarios de reinos lejanos a los cuales se atribuía un carácter sagrado.
Los caciques vestían finamente y solían ser transportados en literas. La familia, finalmente, tenía un carácter poligámico, aunque los derechos y deberes de los hijos se regían por las normas del clan de la madre.