Vida del ahorcado es una novela breve que forma parte de la escasa producción literaria del ecuatoriano Pablo Palacio, un escritor adelantado a su tiempo, cuya narrativa se salió de la norma de su época y fue denostada en consecuencia. Frente al costumbrismo indígena, corriente literaria predominante, sus textos vanguardistas, en los que retrata la soledad del individuo frente a la masa, no fueron comprendidos por sus coetáneos.
Publicada en 1932, Vida del ahorcado está formada por lo que parecen textos desordenados, sin una relación aparente entre sí, pero que, insensiblemente, van tejiendo la historia de Andrés Farinango: su enamoramiento y matrimonio con la joven Ana, el deterioro de su relación y el posterior asesinato del hijo de ambos.
Andrés, extraño y extrañado narrador de la historia, describe a retazos un mundo que se ajusta al ritmo marcado por el orden establecido. Sin embargo, las narraciones de Andrés nos demuestran que ese orden, aceptado por puro convencionalismo, no tiene más sentido que cualquier otro que pudiera haberse aceptado. En el universo reina el caos, y el barniz de normalidad y equilibro que parece gobernar a las sociedades humanas no es, en el fondo, sino otro aspecto del desorden primigenio en el que el ser humano tiene que vivir. Las narraciones de Andrés ponen de manifiesto la arbitrariedad de lo que consideramos normal, bueno u honesto.
Vida del ahorcado es una novela breve que forma parte de la escasa producción literaria del ecuatoriano Pablo Palacio, un escritor adelantado a su tiempo, cuya narrativa se salió de la norma de su época y fue denostada en consecuencia. Frente al costumbrismo indígena, corriente literaria predominante, sus textos vanguardistas, en los que retrata la soledad del individuo frente a la masa, no fueron comprendidos por sus coetáneos.
Publicada en 1932, Vida del ahorcado está formada por lo que parecen textos desordenados, sin una relación aparente entre sí, pero que, insensiblemente, van tejiendo la historia de Andrés Farinango: su enamoramiento y matrimonio con la joven Ana, el deterioro de su relación y el posterior asesinato del hijo de ambos.
Andrés, extraño y extrañado narrador de la historia, describe a retazos un mundo que se ajusta al ritmo marcado por el orden establecido. Sin embargo, las narraciones de Andrés nos demuestran que ese orden, aceptado por puro convencionalismo, no tiene más sentido que cualquier otro que pudiera haberse aceptado. En el universo reina el caos, y el barniz de normalidad y equilibro que parece gobernar a las sociedades humanas no es, en el fondo, sino otro aspecto del desorden primigenio en el que el ser humano tiene que vivir. Las narraciones de Andrés ponen de manifiesto la arbitrariedad de lo que consideramos normal, bueno u honesto.