Érase una vez un niño, llamado Tom Canty que vivía en una humilde casa con sus padres. Se trataba de un joven muy pero muy pobre, pero bondadoso y honrado. Tom era tan pobre que ni siquiera había podido tener un solo juguete en su vida, pero aún así conseguía ser feliz.
El príncipe de Gales, que se llamaba Eduardo Tudor era otro niño de exactamente la misma edad, pero a diferencia de Tom este estaba rodeado de todos los lujos, juguetes y atenciones posibles. Sin embargo, el príncipe se sentía completamente desgraciado.
Un día Tom, a pesar del terrible frío que hacía, decidió ir a ver el cambio de guardia en el grandioso Palacio de Buckingham. Le encantaba ver a estos soldados reales con sus bonitos uniformes rojos y su desfile militar.
Pero mientras Tom miraba maravillado, uno de los guardias de la puerta le apartó, diciéndole: «¡Mocoso harapiento, apártate de aquí!» El niño estaba a punto de irse, cuando de repente alguien se acercó a él. Lo cogió del brazo y le dijo con amabilidad: ¡Niño, por favor, no hagas caso de ese cascarrabias! Estás invitado a venir a mi palacio siempre que quieras.»
El guardia estaba rojo de ira, pero tuvo que obedecer, ya que quien había dicho eso era nada menos que el príncipe de Gales y futuro rey de toda Inglaterra, el joven Eduardo.
Los dos niños se lo pasaron en grande jugando con los cientos de cosas divertidas y bonitas que tenía el príncipe, pero llegó la noche y Tom le dijo a Eduardo que tenía que volver a casa. Eduardo se llenó entonces de tristeza, ya que se sentía muy solo y su nuevo amigo le había devuelto la alegría. De repente, mirando a Tom se le ocurrió algo: «Tom, ¡se me ha ocurrido una gran idea! ¡Vamos a cambiar de personalidad por un tiempo! Nos parecemos tanto que nadie se dará cuenta.»
Tom no se podía creer que el príncipe pudiera cambiar su humilde vida por la suya, pero aceptó encantado. Intercambiaron sus ropas y el príncipe se fue de camino a la casa de Tom.
Para Tom el ser un príncipe era lo mejor que había soñado, no paraba de comer todo lo que le gustaba, leía todo tipo de interesantes libros y ayudaba siempre a los necesitados. El rey estaba tan sorprendido como feliz de ver a su hijo tan animado. Por su parte, Eduardo también se sentía mejor pudiendo hacer trabajos manuales y aprendiendo como era la vida de las personas humildes a las que gobernaría más tarde.
Entonces, un día ocurrió algo muy malo. Un malvado conde enemigo del rey, descubrió que Tom no era el verdadero príncipe, y aprovechando que el rey se encontraba muy enfermo, creó un plan para recuperar el poder aprovechando que Eduardo no se encontraba en el palacio.
El malvado conde encerró a Tom en una oscura celda y le dijo que lo mataría si no volvía el verdadero príncipe. Pero este conde no sabía que un guardia fiel al rey lo sabía todo y consiguió contarle a Eduardo lo que había pasado. Aún así, le resultó muy difícil demostrar a la familia de Tom quien era en realidad.
Mientras tanto, Tom había escapado de su celda, haciendo que la coronación del malvado conde se retrasase lo justo para que al príncipe le diera tiempo de convencer a sus padres y al pueblo entero de Inglaterra de que uniesen sus armas para derrocar al conde.
Una vez recuperado el trono, el príncipe Eduardo fue nombrado rey. Como agradecimiento por su fidelidad y valentía, el rey Eduardo nombró a Tom Canty caballero, y desde entonces su amistad y bondad hacia el pueblo hizo a toda Inglaterra feliz y próspera.
Respuesta:
El Príncipe y el Mendigo
Explicación:
Érase una vez un niño, llamado Tom Canty que vivía en una humilde casa con sus padres. Se trataba de un joven muy pero muy pobre, pero bondadoso y honrado. Tom era tan pobre que ni siquiera había podido tener un solo juguete en su vida, pero aún así conseguía ser feliz.
El príncipe de Gales, que se llamaba Eduardo Tudor era otro niño de exactamente la misma edad, pero a diferencia de Tom este estaba rodeado de todos los lujos, juguetes y atenciones posibles. Sin embargo, el príncipe se sentía completamente desgraciado.
Un día Tom, a pesar del terrible frío que hacía, decidió ir a ver el cambio de guardia en el grandioso Palacio de Buckingham. Le encantaba ver a estos soldados reales con sus bonitos uniformes rojos y su desfile militar.
Pero mientras Tom miraba maravillado, uno de los guardias de la puerta le apartó, diciéndole: «¡Mocoso harapiento, apártate de aquí!» El niño estaba a punto de irse, cuando de repente alguien se acercó a él. Lo cogió del brazo y le dijo con amabilidad: ¡Niño, por favor, no hagas caso de ese cascarrabias! Estás invitado a venir a mi palacio siempre que quieras.»
El guardia estaba rojo de ira, pero tuvo que obedecer, ya que quien había dicho eso era nada menos que el príncipe de Gales y futuro rey de toda Inglaterra, el joven Eduardo.
Los dos niños se lo pasaron en grande jugando con los cientos de cosas divertidas y bonitas que tenía el príncipe, pero llegó la noche y Tom le dijo a Eduardo que tenía que volver a casa. Eduardo se llenó entonces de tristeza, ya que se sentía muy solo y su nuevo amigo le había devuelto la alegría. De repente, mirando a Tom se le ocurrió algo: «Tom, ¡se me ha ocurrido una gran idea! ¡Vamos a cambiar de personalidad por un tiempo! Nos parecemos tanto que nadie se dará cuenta.»
Tom no se podía creer que el príncipe pudiera cambiar su humilde vida por la suya, pero aceptó encantado. Intercambiaron sus ropas y el príncipe se fue de camino a la casa de Tom.
Para Tom el ser un príncipe era lo mejor que había soñado, no paraba de comer todo lo que le gustaba, leía todo tipo de interesantes libros y ayudaba siempre a los necesitados. El rey estaba tan sorprendido como feliz de ver a su hijo tan animado. Por su parte, Eduardo también se sentía mejor pudiendo hacer trabajos manuales y aprendiendo como era la vida de las personas humildes a las que gobernaría más tarde.
Entonces, un día ocurrió algo muy malo. Un malvado conde enemigo del rey, descubrió que Tom no era el verdadero príncipe, y aprovechando que el rey se encontraba muy enfermo, creó un plan para recuperar el poder aprovechando que Eduardo no se encontraba en el palacio.
El malvado conde encerró a Tom en una oscura celda y le dijo que lo mataría si no volvía el verdadero príncipe. Pero este conde no sabía que un guardia fiel al rey lo sabía todo y consiguió contarle a Eduardo lo que había pasado. Aún así, le resultó muy difícil demostrar a la familia de Tom quien era en realidad.
Mientras tanto, Tom había escapado de su celda, haciendo que la coronación del malvado conde se retrasase lo justo para que al príncipe le diera tiempo de convencer a sus padres y al pueblo entero de Inglaterra de que uniesen sus armas para derrocar al conde.
Una vez recuperado el trono, el príncipe Eduardo fue nombrado rey. Como agradecimiento por su fidelidad y valentía, el rey Eduardo nombró a Tom Canty caballero, y desde entonces su amistad y bondad hacia el pueblo hizo a toda Inglaterra feliz y próspera.
ESPERO QUE TE SIRVA