Una vez acabada la guerra, se reunió en
1787 la convención de Filadelfia, que elaboró un texto
constitucional, aprobado el 17 de septiembre de aquel
año, pero que no entró en vigor cabalmente hasta 1789.
Desde la misma declaración de independencia se
consolidaron dos grandes partidos: el Federalista,
influido por la tradición británica tendente a la
implantación de un poder central fuerte, y el
Republicano, más enraizado en la ideología de los
pequeños propietarios rurales y defensor de los
derechos de los diversos estados. En 1789 fue elegido
presidente George Washington, que gobernó hasta
1797. Durante su mandato se establecieron las bases
para el rápido desarrollo industrial y comercial de la
unión, y se iniciaron los trabajos de construcción de la
nueva capital, Washington, que a partir de 1800
reemplazaría a Filadelfia como sede del Congreso y de
la presidencia.
En los primeros años del siglo XIX, la colonización de
las tierras de la "frontera" experimentó un gran impulso.
Se despojó sistemáticamente a los indígenas de sus
territorios y la población blanca ocupó el territorio
situado entre los Apalaches y el Mississippi. A los trece
estados fundacionales se agregaron los de Vermont
(1791), Kentucky (1792), Tennessee (1796), Ohio
(1803), Louisiana (recuperada por Francia en 1800,
vendida a los Estados Unidos con un gran territorio de
la cuenca del Mississippi por quince millones de dólares
en 1803 y convertida en estado de la unión desde
1812), Indiana (1816), Mississippi (1817), Illinois (1818),
Alabama (1819), Maine (1820) y Missouri (1821).
Además, los Estados Unidos adquirieron de España en
1819 el territorio de Florida, que se configuró como
estado en 1845.
El presidente Thomas Jefferson, republicano, gobernó
el país de 1801 a 1809, y desarrolló una gran labor
democratizadora de las instituciones. Bajo su
presidencia, el territorio estadounidense se incrementó
con la adquisición de Louisiana y el inicio de la
expansión hacia el oeste.
El presidente James Madison declaró la guerra al Reino
Unido en 1812, debido a las disputas fronterizas con
Canadá y al bloqueo inglés del comercio con el
continente europeo. Aunque la flota británica atacó
Nueva Orleans y Washington, la Paz Perpetua, firmada
en Gante dos años más tarde, significó el
restablecimiento de la anterior situación. La guerra hizo
incrementar la conciencia nacional estadounidense, y su
final señaló una época de rápido crecimiento
económico y distanciamiento de las potencias
europeas. En 1823 quedó establecida la que más tarde
fue llamada "doctrina Monroe", enunciada por el
presidente James Monroe, que se ha venido en resumir
en la frase "América para los americanos", y que venía
a considerar un acto hostil para los Estados Unidos
cualquier intento de intervención colonial europea en el
continente americano. La doctrina Monroe iba dirigida,
en primer lugar, contra España, que estaba en ese
momento en trance de perder su imperio colonial y de la
que se temía que intentara recuperarlo con el apoyo de
otras potencias europeas. Esta doctrina constituyó una
de las directrices básicas de la política exterior de los
Estados Unidos en su historia posterior.
La construcción del canal del Erie, inaugurado en 1825,
abrió los espacios interiores de los grandes lagos a la
navegación desde el puerto marítimo de Nueva York,
que comenzó a experimentar un crecimiento
incontenible al convertirse en el centro de exportación
hacia Europa de los excedentes de cereal de las
grandes llanuras. Los capitales británicos ayudaron a la
industrialización de la joven república, que muy pronto
supo incorporar la máquina de vapor a sus industrias y
transportes. La navegación fluvial a vapor hizo prosperar
el comercio en la región de los grandes lagos y en el
curso del Mississippi, las grandes ciudades del este
experimentaron un fuerte incremento demográfico y la
población, en su conjunto, creció desde los siete
millones de 1810 a los 17 de 1840.
En 1827 comenzó la construcción del primer ferrocarril,
entre Baltimore y el río Ohio. En muy pocos años la red
de vías férreas se extendió enormemente, de tal forma
que en 1840 superaba en longitud a la totalidad de los
ferrocarriles europeos.
Después de 1815, el Partido Federalista desapareció,
pero en 1828 el Partido Republicano se escindió en
dos: el Republicano Nacional y el Republicano
Democrático. El triunfo electoral de este último, que muy
pronto comenzó a denominarse Partido Democrático,
dio el poder a Andrew Jackson entre 1829 y 1837.
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Una vez acabada la guerra, se reunió en
1787 la convención de Filadelfia, que elaboró un texto
constitucional, aprobado el 17 de septiembre de aquel
año, pero que no entró en vigor cabalmente hasta 1789.
Desde la misma declaración de independencia se
consolidaron dos grandes partidos: el Federalista,
influido por la tradición británica tendente a la
implantación de un poder central fuerte, y el
Republicano, más enraizado en la ideología de los
pequeños propietarios rurales y defensor de los
derechos de los diversos estados. En 1789 fue elegido
presidente George Washington, que gobernó hasta
1797. Durante su mandato se establecieron las bases
para el rápido desarrollo industrial y comercial de la
unión, y se iniciaron los trabajos de construcción de la
nueva capital, Washington, que a partir de 1800
reemplazaría a Filadelfia como sede del Congreso y de
la presidencia.
En los primeros años del siglo XIX, la colonización de
las tierras de la "frontera" experimentó un gran impulso.
Se despojó sistemáticamente a los indígenas de sus
territorios y la población blanca ocupó el territorio
situado entre los Apalaches y el Mississippi. A los trece
estados fundacionales se agregaron los de Vermont
(1791), Kentucky (1792), Tennessee (1796), Ohio
(1803), Louisiana (recuperada por Francia en 1800,
vendida a los Estados Unidos con un gran territorio de
la cuenca del Mississippi por quince millones de dólares
en 1803 y convertida en estado de la unión desde
1812), Indiana (1816), Mississippi (1817), Illinois (1818),
Alabama (1819), Maine (1820) y Missouri (1821).
Además, los Estados Unidos adquirieron de España en
1819 el territorio de Florida, que se configuró como
estado en 1845.
El presidente Thomas Jefferson, republicano, gobernó
el país de 1801 a 1809, y desarrolló una gran labor
democratizadora de las instituciones. Bajo su
presidencia, el territorio estadounidense se incrementó
con la adquisición de Louisiana y el inicio de la
expansión hacia el oeste.
El presidente James Madison declaró la guerra al Reino
Unido en 1812, debido a las disputas fronterizas con
Canadá y al bloqueo inglés del comercio con el
continente europeo. Aunque la flota británica atacó
Nueva Orleans y Washington, la Paz Perpetua, firmada
en Gante dos años más tarde, significó el
restablecimiento de la anterior situación. La guerra hizo
incrementar la conciencia nacional estadounidense, y su
final señaló una época de rápido crecimiento
económico y distanciamiento de las potencias
europeas. En 1823 quedó establecida la que más tarde
fue llamada "doctrina Monroe", enunciada por el
presidente James Monroe, que se ha venido en resumir
en la frase "América para los americanos", y que venía
a considerar un acto hostil para los Estados Unidos
cualquier intento de intervención colonial europea en el
continente americano. La doctrina Monroe iba dirigida,
en primer lugar, contra España, que estaba en ese
momento en trance de perder su imperio colonial y de la
que se temía que intentara recuperarlo con el apoyo de
otras potencias europeas. Esta doctrina constituyó una
de las directrices básicas de la política exterior de los
Estados Unidos en su historia posterior.
La construcción del canal del Erie, inaugurado en 1825,
abrió los espacios interiores de los grandes lagos a la
navegación desde el puerto marítimo de Nueva York,
que comenzó a experimentar un crecimiento
incontenible al convertirse en el centro de exportación
hacia Europa de los excedentes de cereal de las
grandes llanuras. Los capitales británicos ayudaron a la
industrialización de la joven república, que muy pronto
supo incorporar la máquina de vapor a sus industrias y
transportes. La navegación fluvial a vapor hizo prosperar
el comercio en la región de los grandes lagos y en el
curso del Mississippi, las grandes ciudades del este
experimentaron un fuerte incremento demográfico y la
población, en su conjunto, creció desde los siete
millones de 1810 a los 17 de 1840.
En 1827 comenzó la construcción del primer ferrocarril,
entre Baltimore y el río Ohio. En muy pocos años la red
de vías férreas se extendió enormemente, de tal forma
que en 1840 superaba en longitud a la totalidad de los
ferrocarriles europeos.
Después de 1815, el Partido Federalista desapareció,
pero en 1828 el Partido Republicano se escindió en
dos: el Republicano Nacional y el Republicano
Democrático. El triunfo electoral de este último, que muy
pronto comenzó a denominarse Partido Democrático,
dio el poder a Andrew Jackson entre 1829 y 1837.