Su origen, y por ende su nombre, se suele atribuir al por entonces arzobispo de Milán, San Ambrosio, aunque no hay evidencias científicas que corroboren dicha relación.1 Se usaba en las ceremonias de rito ambrosiano, localizadas en ese siglo en esa zona, que fueron sustituidas por la Iglesia por el rito romano, excepto en Milán y sus inmediaciones.
En la iglesia de Ambrosio de Milán se promovió el canto antifónico de los salmos, los cuales eran cantados con dos coros que alternaban sus intervenciones. Ésta práctica era heredada de los cantos rituales de Siria y Palestina. Del mismo modo se introdujo en la liturgia el canto de los himnos.2
Su origen, y por ende su nombre, se suele atribuir al por entonces arzobispo de Milán, San Ambrosio, aunque no hay evidencias científicas que corroboren dicha relación.1 Se usaba en las ceremonias de rito ambrosiano, localizadas en ese siglo en esa zona, que fueron sustituidas por la Iglesia por el rito romano, excepto en Milán y sus inmediaciones.
En la iglesia de Ambrosio de Milán se promovió el canto antifónico de los salmos, los cuales eran cantados con dos coros que alternaban sus intervenciones. Ésta práctica era heredada de los cantos rituales de Siria y Palestina. Del mismo modo se introdujo en la liturgia el canto de los himnos.2