En el año 2010 se tuvo un registro de 925 millones de personas subnutridas en el mundo1
, lo cual refleja que en el contexto
global, los sistemas actuales de producción y distribución de alimentos no están garantizando la seguridad alimentaria de la
población.
Esta situación y la tendencia al incremento demográfico, demandan la necesidad de aumentar la productividad de los principales cultivos y animales, en un marco de sostenibilidad ambiental. La cifra estimada equivale a una producción anual de 1.000
millones de toneladas adicionales de cereales y 200 millones de toneladas adicionales de carne para 2050, en comparación con
la producción registrada entre 2005 y 20072
.
Este escenario ha llevado a revalorizar la importancia de la Agricultura Familiar (AF), la cual incluye en forma genérica a la
producción vegetal y animal como un sector fundamental en el abastecimiento de alimentos para la sociedad y, más aún, como
actor protagónico en la lucha contra la inseguridad alimentaria.
Su importante contribución en América Latina es incuestionable: representa en promedio el 80% de las unidades productivas; absorbe más del 60% del empleo sectorial y aporta entre el 30 y el 40% del valor bruto de la producción agropecuaria3
. En
Argentina, su magnitud es coherente con lo observado en la Región. La AF representa el 66% de las unidades agropecuarias,
demanda más del 53% del empleo permanente rural y aporta el 20% del valor bruto de la producción agropecuaria.
Más aún, durante la 31ª Conferencia Regional de FAO para América Latina y el Caribe (Panamá, 26 al 30 abril 2010) los países
miembros analizaron los principales desafíos existentes e identificaron a la Agricultura Familiar como una de las prioridades de
atención de la Organización. En este segmento es posible encontrar una estructura heterogénea de producción que, en función
de sus activos, puede incluir desde unidades minifundistas hasta niveles más elevados de tierra y capital, pero con similares
problemas de gestión, manejo técnico y comercialización que no les permiten trascender a otros estadios de desarrollo como
productores y como comunidad.
En Argentina, la Cadena Porcícola, derivada de la producción familiar a pequeña y mediana escala, concentra más del 66%
de las cerdas a nivel nacional, las cuales se encuentran distribuidas en un 98% en establecimientos de hasta 100 madres. A pesar
de ello, la contribución al valor bruto de la producción es de sólo un 6%, lo que refleja la brecha tecnológica y de productividad
existente, y la necesidad de contar con instrumentos que los vinculen con procesos más competitivos, sostenibles e inclusivos.
El sector porcino ha sido priorizado en la agenda de desarrollo argentino. El Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca
(MAGyP) ha elaborado el Plan Maestro del Sector Porcino Nacional 2010-2020, cuyo objetivo principal es la promoción de la
producción, la comercialización y el consumo de carne porcina, enfocándose en el desarrollo de pequeños productores para
incorporarlos a la cadena de valor y evitar la migración rural. Siendo Argentina un país productor de commodities (en especial
de granos y oleaginosas), presenta importantes ventajas comparativas, dado que esta materia prima es la base de la nutrición
animal y representa entre el 70 y el 80% del costo total de producción de cerdos.
Respuesta:
En el año 2010 se tuvo un registro de 925 millones de personas subnutridas en el mundo1
, lo cual refleja que en el contexto
global, los sistemas actuales de producción y distribución de alimentos no están garantizando la seguridad alimentaria de la
población.
Esta situación y la tendencia al incremento demográfico, demandan la necesidad de aumentar la productividad de los principales cultivos y animales, en un marco de sostenibilidad ambiental. La cifra estimada equivale a una producción anual de 1.000
millones de toneladas adicionales de cereales y 200 millones de toneladas adicionales de carne para 2050, en comparación con
la producción registrada entre 2005 y 20072
.
Este escenario ha llevado a revalorizar la importancia de la Agricultura Familiar (AF), la cual incluye en forma genérica a la
producción vegetal y animal como un sector fundamental en el abastecimiento de alimentos para la sociedad y, más aún, como
actor protagónico en la lucha contra la inseguridad alimentaria.
Su importante contribución en América Latina es incuestionable: representa en promedio el 80% de las unidades productivas; absorbe más del 60% del empleo sectorial y aporta entre el 30 y el 40% del valor bruto de la producción agropecuaria3
. En
Argentina, su magnitud es coherente con lo observado en la Región. La AF representa el 66% de las unidades agropecuarias,
demanda más del 53% del empleo permanente rural y aporta el 20% del valor bruto de la producción agropecuaria.
Más aún, durante la 31ª Conferencia Regional de FAO para América Latina y el Caribe (Panamá, 26 al 30 abril 2010) los países
miembros analizaron los principales desafíos existentes e identificaron a la Agricultura Familiar como una de las prioridades de
atención de la Organización. En este segmento es posible encontrar una estructura heterogénea de producción que, en función
de sus activos, puede incluir desde unidades minifundistas hasta niveles más elevados de tierra y capital, pero con similares
problemas de gestión, manejo técnico y comercialización que no les permiten trascender a otros estadios de desarrollo como
productores y como comunidad.
En Argentina, la Cadena Porcícola, derivada de la producción familiar a pequeña y mediana escala, concentra más del 66%
de las cerdas a nivel nacional, las cuales se encuentran distribuidas en un 98% en establecimientos de hasta 100 madres. A pesar
de ello, la contribución al valor bruto de la producción es de sólo un 6%, lo que refleja la brecha tecnológica y de productividad
existente, y la necesidad de contar con instrumentos que los vinculen con procesos más competitivos, sostenibles e inclusivos.
El sector porcino ha sido priorizado en la agenda de desarrollo argentino. El Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca
(MAGyP) ha elaborado el Plan Maestro del Sector Porcino Nacional 2010-2020, cuyo objetivo principal es la promoción de la
producción, la comercialización y el consumo de carne porcina, enfocándose en el desarrollo de pequeños productores para
incorporarlos a la cadena de valor y evitar la migración rural. Siendo Argentina un país productor de commodities (en especial
de granos y oleaginosas), presenta importantes ventajas comparativas, dado que esta materia prima es la base de la nutrición
animal y representa entre el 70 y el 80% del costo total de producción de cerdos.
Explicación:
Respuesta:
Oye creo que no se
Explicación:
Deberías mejor checar en google te sería mejor creo