Los movimientos eclesiales son una manifestación de la rica y plural fecundidad del Espíritu. No son una realidad uniforme, sino un variado conjunto de diversas formas de vida y apostolado en la unidad y comunión de la Iglesia. En ellas sus integrantes aspiran a tomar en serio su vocación a la santidad.
En su experiencia los movimientos están al servicio de la Iglesia toda. El Papa Benedicto XVI se ha referido a ellos como «un don del Espíritu Santo para la Iglesia».
Muchos de estos grupos tienen sus orígenes en el Concilio Vaticano II, aunque algunos preceden al Concilio por una o dos décadas. Todos existen para ayudar a sus miembros a involucrarse más en la práctica de su fe en la Iglesia. Todos dan testimonio de Cristo de distinta manera en el mundo.
Tienen reconocimiento canónico a través del Consejo Pontificio para los Laicos.
¿Para qué ser miembro? ¿Para qué incorporarse a un movimiento eclesial laical? Porque, aunque Dios llama a todos a la santidad, hay caminos de santidad que son mejores para unas personas, y caminos que son mejores para otras. Los miembros de un movimiento eclesial laical viven su vocación bautismal a ser discípulos del Señor por medio de un ente espiritual llamado «carisma», y tienen diferentes prácticas de vida y modos de oración apropiados a cada Movimiento y Comunidad.
El Papa Benedicto XVI, como su predecesor Juan Pablo II, ha comentado
La familia realidad eclesial Joaquín Losada - Jueves, 25 de mayo de 2006
A través de la consideración de la «familia», sin más, queremos volvernos a la institución familiar, realidad fundamental de la sociedad humana, que encuentra un puesto prioritario en el designio creador de Dios. Habrá que apuntar a lo que podríamos llamar «protología de la familia». Cuando hablamos de la familia como «realidad eclesial», nuestra atención se dirige a «la familia cristiana», enraizada en el nivel sacramental de la vida cristiana, bautismo y matrimonio, realización primaria del misterio de la comunión cristiana. Seguimos dentro del designio de Dios, designio redentor y salvador, realizado en lo que llamaríamos «escatología de la familia», «Familia» y «familia cristiana» forman parte de un único designio divino. La Familia como institución social y como Iglesia están unidos profundamente en la unidad del designio divino y en la coincidencia circunstancial de un momento histórico crítico, que busca su solución en el saneamiento de raíces y fundamentos.
que todo obispo puede contar con los Movimientos Laicales, no sólo cuando necesita de un grupo organizado para ayudar en la misión de la Iglesia, sino también cuando tiene necesidades personales, ya sean espirituales o corporales.
El Señor tiene un camino de santidad para cada uno. Los Movimientos Laicales son un hogar espiritual especial para muchos.
Los movimientos eclesiales son una manifestación de la rica y plural fecundidad del Espíritu. No son una realidad uniforme, sino un variado conjunto de diversas formas de vida y apostolado en la unidad y comunión de la Iglesia. En ellas sus integrantes aspiran a tomar en serio su vocación a la santidad.
En su experiencia los movimientos están al servicio de la Iglesia toda. El Papa Benedicto XVI se ha referido a ellos como «un don del Espíritu Santo para la Iglesia».
Muchos de estos grupos tienen sus orígenes en el Concilio Vaticano II, aunque algunos preceden al Concilio por una o dos décadas. Todos existen para ayudar a sus miembros a involucrarse más en la práctica de su fe en la Iglesia. Todos dan testimonio de Cristo de distinta manera en el mundo.
Tienen reconocimiento canónico a través del Consejo Pontificio para los Laicos.
¿Para qué ser miembro? ¿Para qué incorporarse a un movimiento eclesial laical? Porque, aunque Dios llama a todos a la santidad, hay caminos de santidad que son mejores para unas personas, y caminos que son mejores para otras. Los miembros de un movimiento eclesial laical viven su vocación bautismal a ser discípulos del Señor por medio de un ente espiritual llamado «carisma», y tienen diferentes prácticas de vida y modos de oración apropiados a cada Movimiento y Comunidad.
El Papa Benedicto XVI, como su predecesor Juan Pablo II, ha comentado
La familia realidad eclesial Joaquín Losada - Jueves, 25 de mayo de 2006A través de la consideración de la «familia», sin más, queremos volvernos a la institución familiar, realidad fundamental de la sociedad humana, que encuentra un puesto prioritario en el designio creador de Dios. Habrá que apuntar a lo que podríamos llamar «protología de la familia». Cuando hablamos de la familia como «realidad eclesial», nuestra atención se dirige a «la familia cristiana», enraizada en el nivel sacramental de la vida cristiana, bautismo y matrimonio, realización primaria del misterio de la comunión cristiana. Seguimos dentro del designio de Dios, designio redentor y salvador, realizado en lo que llamaríamos «escatología de la familia», «Familia» y «familia cristiana» forman parte de un único designio divino. La Familia como institución social y como Iglesia están unidos profundamente en la unidad del designio divino y en la coincidencia circunstancial de un momento histórico crítico, que busca su solución en el saneamiento de raíces y fundamentos.
que todo obispo puede contar con los Movimientos Laicales, no sólo cuando necesita de un grupo organizado para ayudar en la misión de la Iglesia, sino también cuando tiene necesidades personales, ya sean espirituales o corporales.
El Señor tiene un camino de santidad para cada uno. Los Movimientos Laicales son un hogar espiritual especial para muchos.