NO HAY NADA IMPOSIBLE Cuentan que hace mucho tiempo, los habitantes de un pequeño pueblo de Gales, al suroeste de Gran Bretaña, levantaron una montaña. Y es que, cuando varias personas se empeñan en algo y trabajan juntas por conseguirlo, es difícil que no tengan éxito. Pero empecemos esta historia por el principio... Taffs Well era un pueblo de la campiña galesa, rodeado de verdes tierras suavemente onduladas. Las hileras de piedra que separaban los campos se perdían en el horizonte. Algún rebaño de ovejas pastaba sin prisa, salpicando de paz el paisaje. Y, algo más lejos, destacaba la silueta de la montaña de Garth, de la que los vecinos estaban orgullosos, ¡Más de uno hubiera apostado a que era la más alta de Gales! Un día llegaron al pueblo dos forasteros. Venían en un automóvil cargado con extraños aparatos. La noticia corrió como la pólvora. - Son ingleses. Dicen que los han enviado su mismísima Majestad –afirmó el panadero. Pronto todos supieron que se trataba de dos cartógrafos que tenían el encargo de medir la montaña de Garth para actualizar los mapas de la zona. Tras unos días de intenso trabajo, dieron su veredicto: - Garth no es una montaña. - ¡Por todos mis antepasados...! -protestó un vecino-. ¿Y entonces qué es? - Habrá que considerarla una modesta colina -respondió el inglés-. No alcanza los mil pies de altura. Y de nuevo la información voló, como llevada por el frío viento de Gales: - ¿Qué Garth es una colina? ¡Qué barbaridad! ¡Cómo se atreven...! - refunfuñaban unos y otros. Presionados por aquel indignado estupor, los cartógrafos repitieron las mediciones. La conclusión fue la misma: No hay duda - No hay duda -sentenció el cartógrafo más joven-: mide menos de mil pies. Los habitantes del pueblo no se dieron por vencidos. Se reunieron y, protesta por aquí, idea por allá, tramaron un plan. No había amanecido aún el día siguiente cuando las luces de las casas se encendieron perezosamente. Una procesión de vecinos se dirigió hacia la montaña. Había niños, mujeres, hombres, ancianos.... El pueblo se quedó desierto hasta el anochecer. Y así durante varios días. Por fin, acabaron el misterioso trabajo. - Nos gustaría que midierais otra vez la montaña -solicitaron a los cartógrafos. A los ingleses les inspiró simpatía el carácter obstinado de aquellas gentes y accedieron a medir de nuevo... Los vecinos esperaban impacientes el nuevo resultado. - Mide exactamente... ¡1002 pies! Ahora ya tenéis vuestra montaña. Todo el pueblo estalló en aplausos y gritos de júbilo. El cartógrafo se volvió hacia un vecino y le preguntó en voz baja cómo lo habían hecho. - ¿Recuerdas las hileras de gente, desde el pie hasta la cima de la montaña? Nos pasábamos cubos de tierra para vaciarlos en la cumbre. Así Garth se hizo un poco más alta... -dijo guiñándole un ojo. Luego se organizó una gran fiesta, a la que se sumaron los dos ingleses. Y desde entonces, en Taffs Well se festejó aquel día en el que todo volvió a ser como tenía que ser
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