Lo que cambió a Carlos Era claro que Carlos tenía que hacer algunos cambios en su vida. Por lo menos así creía su madre, aunque él no pensara en ello. Por supuesto, habitualmente Carlos era el mejor muchacho del barrio. Amable, gentil, amigable, siempre dispuesto a ayudar. Pero no esta tarde. - Carlos -había dicho la mamá-, por favor, corta el césped. Papá se va a sentir contento cuando regrese a casa. - No puedo -respondió Carlos-. Hace mucho calor. - Bueno, entonces- dijo la mamá-, toma la manguera y riega las flor. - No puedo -respondió Carlos-. Estoy muy cansado. - Entonces ven adentro y ayúdame a lavar los platos. - No me gusta lavar los platos – añadió Carlos. Sencillamente, no quiero hacer nada. Quiero que me dejen en paz. Yo… - Está bien –dijo la mamá-. Te dejaré en paz en cuanto hayas lavado los platos. Carlos camino arrastrando los pies hasta la pileta de la cocina, y lentamente, muy lentamente, coloco los platos en el agua, les pasó el trapo y los colocó en el escurridor. Podría haber hecho el trabajo en la mitad del tiempo, si realmente hubiese puesto el “corazón” en ello. Pero esa tarde parecía no tener corazón. Todo el tiempo se pasó diciendo cuán dura era la vida de los muchachos en estos días, y cuán injusto es que se espere que ellos trabajen durante las vacaciones de verano, y así por el estilo. Por fin, una vez que terminó con los platos, Carlos fue otra vez al jardín a tenderse en el césped y lamentar su injusta suerte. Las horas fueron pasando. La mamá estaba ocupada y no notó que Carlos se iba lentamente por el jardín hacia la calle. Más tarde lo llamo una y otra vez, pero sin respuesta. Volvió a llamarlo un rato después, y no recibió respuesta. Al fin acabo preguntándose que podría estar haciendo, hasta que decidió salir al jardín a buscarlo. Pero Carlos no estaba allí. ''¡Qué raro! –se dijo-. Siempre me avisa cuando va a salir a algún lado. ¿Dónde puede estar ahora? Estaba tan malhumorado hoy, que no quiero pensar en lo que puede estar haciendo” Pasaron tres horas. La mamá estaba empezando a ponerse angustiada, y ya estaba preguntándose si no debía llamar a la policía. Pero mientras aumentaba su preocupación, escuchó una voz familiar que parecía acercarse más y más. Era alguien que cantaba alegremente. “Parece Carlos –se dijo a sí misma-. Pero no puede ser, él no estaría cantando de esa manera hoy…, no con lo molesto que estaba.” Pero era Carlos. Un Carlos nuevo, un Carlos cambiado, un Carlos muy diferente del que había lavado los platos esa tarde. - Hola, mamá! –Saludó a su madre-. He pasado un rato sensacional. Ella es maravillosa. -¿Quién es maravillosa?-preguntó la mamá, un poco ansiosa. Bueno, la ancianita, la señora Burgos, la que vive enfrente. Tú la conoces.¿Sabes, mamá? –Dijo con entusiasmo-, cuando pasaba frente a su casa la vi caminando con sus muletas, y me dio tanta pena que me acerqué a hablar con ella. Me dijo que iba a alimentar a sus gallinitas, de manera que le ayudé a darles de comer. Luego, le bajé algunas manzanas, porque no podía subir la escalera. Después le limpié un poco el patio, y… y… bien, le ayudé en muchas cosas más... Estaba tan sorprendida que hasta me sonrió. Tú sabes que ella siempre tiene esa mirada tan severa. Pero sonreía, y cuanto más la ayudaba, más sonreía. Finalmente, ofreció pagarme por el trabajo, y por supuesto, le dijo no, que me complacía poder ayudar a personas como ella. Fue entonces cuando pensé que se iba a poner a llorar. La verdad que se sintió muy sorprendida de que alguien quisiera ayudarla sin cobrarle nada. Carlos hizo una pausa para respirar, y esto dio a su mamá la oportunidad de decir algo: Carlos, mi querido hijo. Me siento tan feliz como tú. Es lo mejor que ha pasado en mucho tiempo. Estoy orgullosa de ti. ¡Ah, Sí!, estaba por decirte –comenzó otra vez Carlos- que me pidió que volviera la semana próxima, y… - Por supuesto –dijo la mamá-. Tienes que ir. Y te diré algo, Carlos… no hay nada que nos haga más felices que ayudar a otros. Trae un nuevo gozo a nuestros corazones. ¡Creo que es muy cierto! –Añadió Carlos, mientras su rostro resplandecía de felicidad-. ¿Qué más puedo hacer cuando termine este trabajo? Responder las siguientes interrogantes: ¿Quiénes son los personajes de la lectura? ¿Por qué el niño tenía que hacer algunos cambios en su vida? ¿Cómo era el niño habitualmente? ¿Qué le pidió su mamá al niño? ¿Cuál fue su comportamiento esa tarde cuando su mamá le pidió que la ayudara? ¿Cómo estaba la madre al ver que su hijo no regresaba? ¿Qué dijo? ¿Por qué la mamá se sorprendió cuando su hijo regresó a la casa0? ¿Quién era la Sra. Burgos? ¿Por qué le sorprendió a la anciana tanto la actitud de Carlos? ¿De qué modo ayudó el niño a la señora Burgos? ¿Por qué la mamá de se sintió tan feliz? ¿Qué experiencia había vivido el niño en casa de la anciana? ¿Te agrado la lectura? ¿Por qué? ¿Por qué crees que a veces Carlos se portaba tan mal? ¿Has ayudado alguna vez a alguien? ¿Qué sentiste después de hacerlo?
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