Mónica era una muchacha extremadamente tímida, que nunca había tenido muchos amigos. No se le daba bien socializar, ni acercarse a los chicos de su edad. El principal problema es que jamás había permanecido demasiado tiempo en un mismo lugar, como para formar amistades, pues debido al trabajo de su padre la familia se mudaba constantemente. Así pues, ella odiaba ir a la escuela y prefería aislarse leyendo libros, o mirando películas a solas. Aunque en el fondo la necesidad por encajar la estaba angustiando demasiado. Un día, la familia de Mónica completo su mudanza en una ciudad en la que estarían viviendo los siguientes seis meses. Tiempo suficiente para que pudiera inscribirse en la preparatoria local y tratar de hacer algunas amistades. Desde el principio, la chica se sintió fuera de lugar entre sus compañeros. La mayoría de ellos la veían con cierta burla, debido a su excesiva timidez. Otros simplemente la ignoraban. Ella lo único que quería era sentirse aceptada. Se acercaba la temporada de Halloween y como era de esperarse, los adolescentes del pueblo comenzaban a hacer planes para divertirse en la última noche de octubre. Cierta mañana, un grupo de chicos de su salón se acercó a Mónica con la intención de invitarla a una fiesta de disfraces. Pero antes, le advirtieron, que primero tendría que cumplir con un desafío. —Luego, queremos que vayas al cementerio y elijas una tumba. Después, allí tendrás que clavar con una chincheta un mensaje que diga, “yo estuve aquí”. ¿Te atreves a hacerlo o vas a quedarte encerrada en tu casa como siempre? Mónica no era muy fanática del terror, ni las cosas paranormales. A decir verdad, se considerada excesivamente asustadiza. No obstante, aquella era la única oportunidad que tenía de hacer amigos y dejar de ser vista como la rara antisocial del aula. Así que finalmente aceptó. La noche del 31 de octubre, Mónica fue acompañada por sus compañeros hasta la entrada del cementerio. Le dieron un papel, un lápiz y una chincheta. —Y recuerda, tienes que regresar para asegurarnos de que cumpliste con el reto. Si tratas de escapar, nos vengaremos en clase. Temblando, Mónica se adentró en el tenebroso lugar, buscando una lápida en la que pudiera dejar la nota. El viento movía las ramas de los árboles de una manera aterradora, haciendo que cada vez se sintiera más nerviosa, mientras tanto sus compañeros la esperaban a la puerta del cementerio. Rápidamente escribió “yo estuve aquí” en el papel y sin fijarse demasiado, clavó el mensaje sobre la tumba. Justo al mismo tiempo cuando se puso de pie, sintió que algo tiraba de la falda de su vestido y el terror se apoderó de ella. Ya le habían advertido con anterioridad que no se debía profanar el sepulcro de los muertos…Cuando los compañeros de Mónica escucharon su grito aterrado, al mismo tiempo corrieron de inmediato a ver dónde se encontraba. La hallaron desplomada sobre una lápida, muerta y con una expresión horrible en el rostro. Había sufrido un infarto. El borde de su vestido se encontraba clavado debajo de la nota, con la chincheta que le habían dado. Al final la pobre se había muerto de miedo. Ayuda tengo 2hrs pa entregarlo no entiendo
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Mónica era una muchacha extremadamente tímida, que nunca había tenido muchos amigos. No se le daba bien socializar, ni acercarse a los chicos de su edad. El principal problema es que jamás había permanecido demasiado tiempo en un mismo lugar, como para formar amistades, pues debido al trabajo de su padre la familia se mudaba constantemente. Así pues, ella odiaba ir a la escuela y prefería aislarse leyendo libros, o mirando películas a solas. Aunque en el fondo la necesidad por encajar la estaba angustiando demasiado. Un día, la familia de Mónica completo su mudanza en una ciudad en la que estarían viviendo los siguientes seis meses. Tiempo suficiente para que pudiera inscribirse en la preparatoria local y tratar de hacer algunas amistades. Desde el principio, la chica se sintió fuera de lugar entre sus compañeros. La mayoría de ellos la veían con cierta burla, debido a su excesiva timidez. Otros simplemente la ignoraban. Ella lo único que quería era sentirse aceptada. Se acercaba la temporada de Halloween y como era de esperarse, los adolescentes del pueblo comenzaban a hacer planes para divertirse en la última noche de octubre. Cierta mañana, un grupo de chicos de su salón se acercó a Mónica con la intención de invitarla a una fiesta de disfraces. Pero antes, le advirtieron, que primero tendría que cumplir con un desafío. —Luego, queremos que vayas al cementerio y elijas una tumba. Después, allí tendrás que clavar con una chincheta un mensaje que diga, “yo estuve aquí”. ¿Te atreves a hacerlo o vas a quedarte encerrada en tu casa como siempre? Mónica no era muy fanática del terror, ni las cosas paranormales. A decir verdad, se considerada excesivamente asustadiza. No obstante, aquella era la única oportunidad que tenía de hacer amigos y dejar de ser vista como la rara antisocial del aula. Así que finalmente aceptó. La noche del 31 de octubre, Mónica fue acompañada por sus compañeros hasta la entrada del cementerio. Le dieron un papel, un lápiz y una chincheta. —Y recuerda, tienes que regresar para asegurarnos de que cumpliste con el reto. Si tratas de escapar, nos vengaremos en clase. Temblando, Mónica se adentró en el tenebroso lugar, buscando una lápida en la que pudiera dejar la nota. El viento movía las ramas de los árboles de una manera aterradora, haciendo que cada vez se sintiera más nerviosa, mientras tanto sus compañeros la esperaban a la puerta del cementerio. Rápidamente escribió “yo estuve aquí” en el papel y sin fijarse demasiado, clavó el mensaje sobre la tumba. Justo al mismo tiempo cuando se puso de pie, sintió que algo tiraba de la falda de su vestido y el terror se apoderó de ella. Ya le habían advertido con anterioridad que no se debía profanar el sepulcro de los muertos…Cuando los compañeros de Mónica escucharon su grito aterrado, al mismo tiempo corrieron de inmediato a ver dónde se encontraba. La hallaron desplomada sobre una lápida, muerta y con una expresión horrible en el rostro. Había sufrido un infarto. El borde de su vestido se encontraba clavado debajo de la nota, con la chincheta que le habían dado. Al final la pobre se había muerto de miedo.
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