Lee el texto: Faetón era hijo del Sol y de una mujer mortal. El joven estaba tan orgulloso de tener por padre a un dios tan poderoso, que lo proclamaba por todas partes. Pero los hombres y los dioses no le creían y se burlaban de él. Un día, desesperado, Faetón subió hasta el palacio del Sol. Entró muy decidido hasta el lugar del trono y se arrojó a los pies de su padre. —Oh, Sol padre mío —dijo casi sollozando —. Pruébales a todos los dioses y mortales, que soy tu hijo. —Eres mi hijo, por supuesto— respondió el Sol—. “Quiero que todos lo sepan, mortales y dioses: Faetón es mi hijo muy querido”. — Está bien, padre— replicó Faetón—. Pero yo te pedí una prueba. Algo que todos puedan ver. —¿Qué deseas?— preguntó el Sol. —Que me dejes conducir tu carro por un día. — ¡Imposible!— gritó el Sol — ¡Estás loco! Solo yo puedo conducir ese carro. ni siquiera se lo permito a los otros dioses. Menos te lo puedo permitir a ti, que solo eres un semidiós. Recuerda que eres hijo de una mortal. — Si no me dejas conducir tu carro, te negaré por padre o te haré quedar por mentiroso ante los hombres y dioses. Tanto protestó Faetón que finalmente, en contra de sus deseos, el Sol le prometió entregarle su carro por un día. El mundo estaba cubierto por las tinieblas. De pronto llegó la Aurora y anunció que muy luego comenzaría el día. En el comienzo del Cielo estaba preparado el carro del Sol. Era un carro de fuego, con caballos también de fuego. Su brillo era inmenso. Todos los días recorría el cielo iluminando la Tierra. Su conductor era el poderoso Dios Sol que lleva a los caballos con rienda firme, sin apartarse nunca del camino señalado. Pero este día, el conductor sería el joven Faetón. —Faetón, ten cuidado. No te apartes del camino. No vayas demasiado a prisa. Si el carro de la luz y el fuego se aparta del camino, todo el mundo quedará quemado y la Tierra será consumida por las llamas. Faetón escuchó apenas las palabras de su padre; tomó las riendas e hizo partir a los caballos de fuego. Al comienzo todo iba bien; pero de pronto; Faetón sintió unos deseos irresistibles de emprender una desenfrenada carrera por el espacio. Sin vacilar, azotó a los caballos de fuego. Estos se encabritaron y se pusieron a correr con todas sus fuerzas. Faetón trató de dirigirlos o frenarlos, pero no podía dominar a los forzudos animales. Los hombres y los dioses vieron algo espantoso. El carro del Sol se apartaba de su camino y se dirigía hacia la Tierra. Todos iban a morir horriblemente quemados. —¡Zeus! Gritó Sol. ¡No permitas que el mundo se acabe! Zeus, el padre de los dioses y de los hombres, no vaciló un momento. Tomó el más destructor de los rayos y con violencia infinita lo lanzó contra Faetón. Del presuntuoso joven no quedaron sino cenizas. De un salto inmenso, el Sol llegó hasta el carro. Mientras el Sol volvía a su morada, con inmensa pena vio que las cenizas de su hijo se esparcían a lo largo y ancho del cielo. El mundo se había salvado pero su corazón de padre sufría atrozmente. Responde: 1 ¿Cuál es el tema del texto? 2 ¿Quién era Faetón? 3 ¿Qué pedido le hizo Faetón a su padre? 4 ante la respuesta de su padre, ¿qué le planteó Faetón? 5 ¿Qué aconteció cuando llegó la Aurora? 6 ¿Cómo fue el viaje de Faetón? 7 ¿Qué acción tomó Zeus ante los hechos? 8 ¿Qué encontró el Sol cuando volvía a casa?
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