resumen de este texto porfa urjenteeeeeeeeeee "EI CARNERO" LAS AVENTURAS DE DOÑA INÉS DE HINOJOSA La hermosura de Doña Inés de Hinojosa llamó así a don Pedro Bravo de Rivera (con razón llamaron a la hermosura "callado engaño ", porque muchos hablando engañan, y ella, aunque calle, ciega, ceba y engaña). Paréceme que me ha de poner pleito de querella la hermosura en algún tribunal, que me ha de dar en qué entender: pero no se me da nada, porque ya me colgué sobre los setenta años. Yo no la quiero mal; pero he de decir lo que dicen de ella; con esto la quiero desenojar. La hermosura es un don dado de Dios, y usando los hombres mal de ella se hace mala. En otra parte la toparé, y diré otro poquito de ella. Don Pedro Bravo de Rivera vivía en la propia calle; solicitó a la doña Inés y alcanzó 'de ella todo lo que quiso; y siguiendo sus amores, para tener entrada con más seguridad trató de casarse con la doña Juana, sobrina de doña Inés, y platícolo con el marido de ésta, Jorge Voto, que lo estimó en mucho, ofreciéndole su persona y casa; con lo cual el don Pedro entraba y salida de ella a todas horas. No se contentaron estos amantes con esta largura, antes bien procuraron más; y fue que el don Pedro tomó casa que lindase con la de doña Inés, y procuró que su recámara lindase con la suya de ella. Arrimaron las camas a la pared, la cual rompieron, yendo por dentro de las colgaduras, pasadizo en que se juntaban a todas horas. Pues aún esto no bastó, que pasó más adelante el daño, porque la mala conciencia no tiene lugar seguro y siempre anda sospechosa y sobresaltada. Al ladrón las hojas de los árboles le parecen varas de justicia; al malhechor cualquier sombra le asombra; y así, a la doña Inés le parecía que el agujero hecho entre las dos camas lo veta ya su marido, con lo cual entre sus gustos vivía con notable disgusto y sobresalto, lo cual no se le escondía al don Pedro Bravo de Rivera, que comunicándolo con la doña Inés y procurando el medio mejor para su seguridad, le concluyó ella diciendo que ninguno la podría asegurar mejor que la muerte de Jorge Voto, pareciéndole que ya estaba desposeído de la hermosura que gozaba. Respondió le que "por su gusto no habría riesgo a que no se pusiese”. Éste fue el primer punto y concierto que se dio en la muerte del marido de doña Inés, don Jorge Voto. ¡Oh hermosura! Los gentiles la llamaron dádiva breve de la naturaleza, y dádiva quebradiza, por lo presto que se pasa y las muchas cosas con que se quiebra y pierde. También la llamaron lazo disimulado, porque se casaban con ella las voluntades indiscretas y mal consideradas. Yo les quiero ayudar un poquito. La hermosura es flor que mientras más la manosean, o ella se deja manosear, más presto se marchita.
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