Dada su adaptabilidad, no existe ninguna actividad económica que no utilice la electricidad.
En las fábricas
La industria utiliza aproximadamente la mitad de la energía eléctrica, una cuarta parte de su consumo de energía. La electricidad tiene muchos usos en las fábricas: se utiliza para mover motores, para obtener calor y frío, para procesos de tratamiento de superficies mediante electrólisis, etc. Una circunstancia reciente es que la industria no sólo es una gran consumidora de electricidad, sino que, gracias a la cogeneración, también empieza a ser productora.
En el transporte
Tan sólo el transporte público (y dentro de él los ferrocarriles) emplea energía eléctrica. No obstante, se lleva ya tiempo trabajando en versiones eléctricas de los vehículos de gasolina, pues supondrían una buena solución para los problemas de contaminación y ruido que genera el transporte en las ciudades. Incluso es posible (aunque no habitual) emplear la electricidad para hacer volar un avión.
El aparato diseñado por la NASA y AeroVironment convierte energía solar en energía mecánica para hacer volar un aeroplano, a través de la electricidad.
El avión está diseñado para moverse a unos 30 km de altura, a una velocidad de 40 km/h. Tiene un peso de 700 kg, incluyendo unos 100 kg de carga útil. Se cree que podrá sustituir a los satélites en muchas aplicaciones (teledetección y telecomunicaciones). En la agricultura
Especialmente para los motores de riego, usados para elevar agua desde los acuíferos, y para otros usos mecánicos.
En los hogares La electricidad se utiliza en los hogares para usos térmicos (calefacción, aire acondicionado, agua caliente y cocina), en competencia con otros combustibles como el butano, el gasóleo, el carbón y el gas natural, siendo la única energía empleada para la iluminación y los electrodomésticos.
En el comercio, la administración y los servicios públicos (como los centros educativos)
De manera similar a como se utiliza en el sector doméstico, con el elemento añadido de un uso cada vez mayor de sistemas de procesamiento de la información y de telecomunicaciones, que necesitan electricidad para funcionar.
Dada su adaptabilidad, no existe ninguna actividad económica que no utilice la electricidad.
En las fábricas
La industria utiliza aproximadamente la mitad de la energía eléctrica, una cuarta parte de su consumo de energía. La electricidad tiene muchos usos en las fábricas: se utiliza para mover motores, para obtener calor y frío, para procesos de tratamiento de superficies mediante electrólisis, etc. Una circunstancia reciente es que la industria no sólo es una gran consumidora de electricidad, sino que, gracias a la cogeneración, también empieza a ser productora.
En el transporte
Tan sólo el transporte público (y dentro de él los ferrocarriles) emplea energía eléctrica. No obstante, se lleva ya tiempo trabajando en versiones eléctricas de los vehículos de gasolina, pues supondrían una buena solución para los problemas de contaminación y ruido que genera el transporte en las ciudades. Incluso es posible (aunque no habitual) emplear la electricidad para hacer volar un avión.
El aparato diseñado por la NASA y AeroVironment convierte energía solar en energía mecánica para hacer volar un aeroplano, a través de la electricidad.
El avión está diseñado para moverse a unos 30 km de altura, a una velocidad de 40 km/h. Tiene un peso de 700 kg, incluyendo unos 100 kg de carga útil. Se cree que podrá sustituir a los satélites en muchas aplicaciones (teledetección y telecomunicaciones).
En la agricultura
Especialmente para los motores de riego, usados para elevar agua desde los acuíferos, y para otros usos mecánicos.
En los hogares
La electricidad se utiliza en los hogares para usos térmicos (calefacción, aire acondicionado, agua caliente y cocina), en competencia con otros combustibles como el butano, el gasóleo, el carbón y el gas natural, siendo la única energía empleada para la iluminación y los electrodomésticos.
En el comercio, la administración y los servicios públicos (como los centros educativos)
De manera similar a como se utiliza en el sector doméstico, con el elemento añadido de un uso cada vez mayor de sistemas de procesamiento de la información y de telecomunicaciones, que necesitan electricidad para funcionar.