"Hay una cosa que el hombre moderno ha olvidado por completo: es el arte de caminar bien. Porque no puede llamarse caminar bien a lo que hace la mayoría de los ciudadanos en la calle. Eso podrá ser tambaleo, brinco o arrastre, según los casos, todo, en fin, menos caminar bien.
Hay quienes efectivamente, van por la calle a grandes zancadas como si anduvieran sobre brasas; otros, al contrario, avanzan demasiado despacio, levantando penosamente cada pierna, como si calzaran zapatos de plomo; muchos marchan medio agazapados, adheridos a la pared, hundiéndose en los huecos de las puertas y agarrándose a las esquinas, al volverlas, como si temieran encontrar un abismo al otro lado; en cambio, otros vienen por la mitad de la vía; rápidos y ciegos, haciendo zigzags, escurriéndose entre la multitud con la cabeza baja y trotando en los trechos despejados, como si los persiguiera un fantasma terrible".
EL ARTE DE CAMINAR BIEN
"Hay una cosa que el hombre moderno ha olvidado por completo: es el arte de caminar bien. Porque no puede llamarse caminar bien a lo que hace la mayoría de los ciudadanos en la calle. Eso podrá ser tambaleo, brinco o arrastre, según los casos, todo, en fin, menos caminar bien.
Hay quienes efectivamente, van por la calle a grandes zancadas como si anduvieran sobre brasas; otros, al contrario, avanzan demasiado despacio, levantando penosamente cada pierna, como si calzaran zapatos de plomo; muchos marchan medio agazapados, adheridos a la pared, hundiéndose en los huecos de las puertas y agarrándose a las esquinas, al volverlas, como si temieran encontrar un abismo al otro lado; en cambio, otros vienen por la mitad de la vía; rápidos y ciegos, haciendo zigzags, escurriéndose entre la multitud con la cabeza baja y trotando en los trechos despejados, como si los persiguiera un fantasma terrible".