September 2023 1 6 Report
La masculinidad tradicional está compuesta por una
constelación de valores, creencias, actitudes y conductas
que persiguen el poder y autoridad sobre las personas que
considera más débiles. Para conseguir esa dominación,
las principales herramientas son la opresión, la coacción y
la violencia. Desde este punto de vista, la masculinidad
androcéntrica es una forma de relacionarse y supone un
manejo del poder que mantiene las desigualdades
existentes entre hombres y mujeres en el ámbito personal,
económico, político y social. Esta concepción masculina
del mundo está sustentada en mitos patriarcales basados
en la supremacía masculina y la disponibilidad femenina,
en la autosuficiencia del varón, en la diferenciación de las
mujeres y en el respeto a la jerarquía. Estos mitos
funcionan como ideales y se transforman en mandatos sociales acerca de «cómo ser un verdadero hombre».
Las principales víctimas de esta construcción masculina del mundo son las mujeres. Pero los varones, además
de verdugos también son víctimas de sí mismos. Según Pierre Bourdieu «los hombres también están prisioneros
y son víctimas de la representación dominante. Al igual que las tendencias de sumisión que esta sociedad
androcéntrica transmite a las mujeres, aquellas encaminadas a ejercer y mantener la dominación por parte de
los hombres no están inscritas en la naturaleza y tienen que ser construidas por este proceso de socialización
denominado masculinidad hegemónica

Esta socialización supone un «deber ser». Es decir, demostrar constantemente que se es el más viril, aparentar
que no se es débil, no fallar «en las cosas importantes de la vida», exhibir indiferencia ante el dolor y el riesgo,
actuar bajo la meta de la competencia... Estas actitudes suponen costos elevados.
Por ejemplo, la dificultad para expresar sentimientos, sufrir depresión o sentir rabia cuando no se consigue esa
imagen idealizada de uno mismo, alcoholismo, drogodependencias o suicidios. También tienen como
consecuencia una serie de problemas derivados del estilo de vida que hay que llevar para ser «como debe ser
un hombre»: enfermedades oncológicas y de transmisión sexual, infartos, accidentes de tráfico y muertes por
violencia. La versión dominante de la identidad masculina no constituye una esencia, sino una ideología de
poder que tiende a justificar la dominación masculina sobre las mujeres. Además, la identidad masculina, en
todas sus versiones, se aprende y, por tanto, también se puede cambiar.
Entonces, si las mujeres llevan décadas comprometidas en deconstruir la feminidad, surgen preguntas
inevitables: ¿Por qué tantos varones permanecen en una posición inmovilista?, ¿por qué la mayoría son tan
poco receptivos a los argumentos igualitarios?, ¿por qué toman tan pocas iniciativas?, ¿por qué pocos están
dispuestos honestamente a compartir, como reclaman las mujeres, el trabajo y el poder y especialmente las
tareas domésticas? Y ¿por qué se resisten a fomentar el acuerdo de un nuevo
contrato social, de nuevos pactos que reconozcan a las mujeres como ciudadanas como ellas exigen?, ¿por qué
finalmente, en los temas de la igualdad con las mujeres, los varones se caracterizan por ser una mayoría
silenciosa? Todas estas preguntas conducen a dos: ¿por qué
los varones no reaccionan ante el cambio de las mujeres con una respuesta igualitaria y por qué
permanecen en el no cambio?

Leo nuevamente el texto y respondo las preguntas que nos plantea. Escribo las conclusiones en el cuaderno.
2. Señalo las palabras que no conozco e investigo sus significados.
3. Consulta en internet nuevas fuentes que me ayuden a entender claramente que es la identidad masculina,
hago un resumen en mi cuaderno

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