El tecnopor está presente en nuestro día a día, desde el recipiente de nuestras bebidas calientes, hasta los envases que pedimos para llevar comida de los restaurantes, o acompañando productos (queso, frutas, etc.) principalmente en supermercados.
Alguna vez te has preguntado qué pasa con él una vez que lo descartamos. El tecnopor es poliestireno expandido (EPS), un derivado del petróleo, al igual que todos los plásticos. Para elaborarlo, se inyecta aire al poliestireno, por eso es muy liviano, además de ser económico. Si bien se creó para ser utilizado en la construcción, actualmente, nos simplifica la vida como empaque de alimentos.
A pesar de que existen datos que confirman su inocuidad, existen iniciativas que lo han prohibido en más de 90 ciudades del mundo. Esta prohibición se basa principalmente en el impacto ambiental que genera, porque su reciclaje es difícil, muy costoso y poco rentable por el escaso porcentaje de material que se puede recuperar (alrededor del 75% es aire). Una vez utilizado, se encuentra mezclado con grasas y alimentos, por lo que es necesario su lavado previo al proceso de reciclaje. Además, en muchos lugares del Perú, al no segregar los residuos, toda la basura termina mezclada en una gran bolsa, por lo que es necesaria su separación. Ya en esta etapa, dada la fragilidad del tecnopor, este se divide en pedazos, lo que hace más difícil su recuperación.
Un problema adicional es que el tecnopor ocupa mucho espacio en los rellenos sanitarios, –solo tenemos 12 en el Perú de los 200 que el país necesita– por eso la mayoría de residuos, incluido el tecnopor, termina en botaderos, la calle, los bordes de ríos y, finalmente, el mar. Es ahí donde se fragmenta y puede ser consumido por los animales, lo que causa su muerte o también puede regresar indirectamente a nues tra mesa: en los pescados y comida marina que ingerimos.
Existe también un riesgo para la salud. Estudios indican que las personas que trabajan en fábricas que producen tecnopor sufren de linfomas y existe el riesgo potencial de que, al contacto con nuestros alimentos, algo de este pueda ser ingerido.
Ante este panorama, tenemos opciones; podemos darnos el tiempo de comer en restaurantes, llevar nuestro propio recipiente cuando pidamos para llevar (como hace muchos años); utilizar tapers de vidrio, envases de cartón, tomatodos y materiales compostables. Estas prácticas son amigables con el ambiente y potencialmente con nuestra salud. ¡La decisión es tuya!
Respuesta:
El tecnopor está presente en nuestro día a día, desde el recipiente de nuestras bebidas calientes, hasta los envases que pedimos para llevar comida de los restaurantes, o acompañando productos (queso, frutas, etc.) principalmente en supermercados.
Alguna vez te has preguntado qué pasa con él una vez que lo descartamos. El tecnopor es poliestireno expandido (EPS), un derivado del petróleo, al igual que todos los plásticos. Para elaborarlo, se inyecta aire al poliestireno, por eso es muy liviano, además de ser económico. Si bien se creó para ser utilizado en la construcción, actualmente, nos simplifica la vida como empaque de alimentos.
A pesar de que existen datos que confirman su inocuidad, existen iniciativas que lo han prohibido en más de 90 ciudades del mundo. Esta prohibición se basa principalmente en el impacto ambiental que genera, porque su reciclaje es difícil, muy costoso y poco rentable por el escaso porcentaje de material que se puede recuperar (alrededor del 75% es aire). Una vez utilizado, se encuentra mezclado con grasas y alimentos, por lo que es necesario su lavado previo al proceso de reciclaje. Además, en muchos lugares del Perú, al no segregar los residuos, toda la basura termina mezclada en una gran bolsa, por lo que es necesaria su separación. Ya en esta etapa, dada la fragilidad del tecnopor, este se divide en pedazos, lo que hace más difícil su recuperación.
Un problema adicional es que el tecnopor ocupa mucho espacio en los rellenos sanitarios, –solo tenemos 12 en el Perú de los 200 que el país necesita– por eso la mayoría de residuos, incluido el tecnopor, termina en botaderos, la calle, los bordes de ríos y, finalmente, el mar. Es ahí donde se fragmenta y puede ser consumido por los animales, lo que causa su muerte o también puede regresar indirectamente a nues tra mesa: en los pescados y comida marina que ingerimos.
Existe también un riesgo para la salud. Estudios indican que las personas que trabajan en fábricas que producen tecnopor sufren de linfomas y existe el riesgo potencial de que, al contacto con nuestros alimentos, algo de este pueda ser ingerido.
Ante este panorama, tenemos opciones; podemos darnos el tiempo de comer en restaurantes, llevar nuestro propio recipiente cuando pidamos para llevar (como hace muchos años); utilizar tapers de vidrio, envases de cartón, tomatodos y materiales compostables. Estas prácticas son amigables con el ambiente y potencialmente con nuestra salud. ¡La decisión es tuya!
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muchas gracias