Los 240 millones de toneladas de polvo que el desierto del Sahara expande por el planeta, 50 millones llegan a América del Sur. Dicha lluvia de polvo contiene una gran cantidad de minerales, por lo que esa precipitación arenosa funciona como una irrigación de abono para la selva tropical más grande del planeta sin dañar o alterar el susceptible equilibrio ecológico de la región.
Además de la gran influencia que tiene la población vegetal en las lluvias, esta cumple un papel muy importante en el equilibrio de la cantidad de CO2 en la atmósfera. La masa forestal de la selva amazónica almacena entre 90 y 140 billones de toneladas de dióxido de carbono.
Los 240 millones de toneladas de polvo que el desierto del Sahara expande por el planeta, 50 millones llegan a América del Sur. Dicha lluvia de polvo contiene una gran cantidad de minerales, por lo que esa precipitación arenosa funciona como una irrigación de abono para la selva tropical más grande del planeta sin dañar o alterar el susceptible equilibrio ecológico de la región.
Además de la gran influencia que tiene la población vegetal en las lluvias, esta cumple un papel muy importante en el equilibrio de la cantidad de CO2 en la atmósfera. La masa forestal de la selva amazónica almacena entre 90 y 140 billones de toneladas de dióxido de carbono.