El Imperio Bizantino (llamado también, sobre todo para hacer referencia a su etapa inicial, Imperio Romano de Oriente) fue un Imperio cristiano medieval de cultura griega cuya capital estaba en Constantinopla o Bizancio (actual Estambul). Los orígenes del Imperio Bizantino se remontan a la etapa final del Imperio Romano. Inicialmente abarcaba todo el Mediterráneo oriental, pero con el tiempo fue sufriendo importantes reducciones territoriales.
No existe un consenso general en cuanto a la fecha de inicio del Imperio Bizantino. Para algunos autores, la fecha clave es la fundación de Constantinopla en el año 330, en tanto que otros estudiosos consideran como acta de nacimiento del Imperio Bizantino la muerte de Teodosio I, en 395, cuando el Imperio Romano fue definitivamente dividido en dos mitades, oriental y occidental. Otros piensan que puede hablarse con propiedad de Imperio Bizantino a partir del momento en que fue depuesto el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo (476).
La desaparición del Imperio Bizantino se produjo con la caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos, en 1453. Sin embargo, la desaparición del estado bizantino no acabó con los sentimientos nacionalistas del pueblo, ya que los actuales habitantes de Grecia se consideran herederos de la tradición bizantina.
Los fundamentos de la Civilización Bizantina son:
a) Lo Helenístico, esto es, el helenismo parcialmente orientalizado, que se había extendido por gran parte del mundo Mediterráneo tras las conquistas de Alejandro Magno. Tan importante es este pasado que el cronista Miguel el Sirio (s. XII) dirá que el Imperio de Constantinopla, que para él comienza con el reinado de Tiberio a fines del siglo VI, es el Segundo Imperio griego, continuación del primero, identificado con los antiguos reinos helenísticos.
b) Lo Romano, ya que el Imperio de Bizancio es la continuación del Imperio Romano, y a éste debe gran parte de su organización política, administrativa, militar y financiera. Los bizantinos siempre se llamarán a sí mismos "romanos" -el término "heleno", hasta el siglo X, es sinónimo de "pagano"-, y el emperador será el "Basileus ton Romeion", es decir, "emperador de los romanos". Tales denominaciones se seguirán empleando aun en aquellas épocas en que el dominio del griego es total.
c) El Cristianismo, sin el cual es imposible comprender el espíritu bizantino. La religión se vivía entonces con una intensidad y un misticismo prácticamente incomprensibles actualmente, lo que explica muchos rasgos de la Civilización Bizantina que parecen chocantes hoy en día a una humanidad que ha confinado a un rincón marginal de su existencia la experiencia de lo sagrado. Bizancio, y esto constituye su genio, según Dionisios Zakythinós, supo llevar a cabo una síntesis entre lo helenístico, lo romano y lo cristiano; ello, por ejemplo, moderó las formas despóticas y absolutistas propias del Oriente. Este helenismo cristianizado se tornará cada vez más "bizantino". Lo cristiano estará siempre presente; en cuanto a los otros dos factores, predominará uno u otro según el período que se estudie.
Origen
Para asegurar el control del Imperio Romano y hacer más eficiente su administración, Diocleciano, a finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido como tetrarquía, dividiendo el imperio en dos mitades, gobernadas por dos emperadores (augustos), cada uno de los cuales llevaba asociado un "vice-emperador" y futuro heredero (césar). Tras la abdicación de Diocleciano el sistema perdió su vigencia, y se abrió un período de guerras civiles que no concluyó hasta 324, cuando Constantino unificó ambas partes del Imperio.
Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio como nueva capital en 330. La llamó "Nueva Roma" pero se le conoció popularmente como Constantinopla (en Griego Κωνσταντινούπολις, Constantinoúpolis). La nueva administración tuvo su centro en la ciudad, que gozaba de una envidiable situación estratégica y estaba situada en el nudo de las más importantes rutas comerciales del Mediterráneo oriental.
Constantino fue también el primer emperador en adoptar el cristianismo, religión que fue incrementando su influencia a lo largo del siglo IV y terminó por ser proclamada por el emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria, religión oficial del Imperio.
El Imperio Bizantino (llamado también, sobre todo para hacer referencia a su etapa inicial, Imperio Romano de Oriente) fue un Imperio cristiano medieval de cultura griega cuya capital estaba en Constantinopla o Bizancio (actual Estambul). Los orígenes del Imperio Bizantino se remontan a la etapa final del Imperio Romano. Inicialmente abarcaba todo el Mediterráneo oriental, pero con el tiempo fue sufriendo importantes reducciones territoriales.
No existe un consenso general en cuanto a la fecha de inicio del Imperio Bizantino. Para algunos autores, la fecha clave es la fundación de Constantinopla en el año 330, en tanto que otros estudiosos consideran como acta de nacimiento del Imperio Bizantino la muerte de Teodosio I, en 395, cuando el Imperio Romano fue definitivamente dividido en dos mitades, oriental y occidental. Otros piensan que puede hablarse con propiedad de Imperio Bizantino a partir del momento en que fue depuesto el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo (476).
La desaparición del Imperio Bizantino se produjo con la caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos, en 1453. Sin embargo, la desaparición del estado bizantino no acabó con los sentimientos nacionalistas del pueblo, ya que los actuales habitantes de Grecia se consideran herederos de la tradición bizantina.
Los fundamentos de la Civilización Bizantina son:
a) Lo Helenístico, esto es, el helenismo parcialmente orientalizado, que se había extendido por gran parte del mundo Mediterráneo tras las conquistas de Alejandro Magno. Tan importante es este pasado que el cronista Miguel el Sirio (s. XII) dirá que el Imperio de Constantinopla, que para él comienza con el reinado de Tiberio a fines del siglo VI, es el Segundo Imperio griego, continuación del primero, identificado con los antiguos reinos helenísticos.
b) Lo Romano, ya que el Imperio de Bizancio es la continuación del Imperio Romano, y a éste debe gran parte de su organización política, administrativa, militar y financiera. Los bizantinos siempre se llamarán a sí mismos "romanos" -el término "heleno", hasta el siglo X, es sinónimo de "pagano"-, y el emperador será el "Basileus ton Romeion", es decir, "emperador de los romanos". Tales denominaciones se seguirán empleando aun en aquellas épocas en que el dominio del griego es total.
c) El Cristianismo, sin el cual es imposible comprender el espíritu bizantino. La religión se vivía entonces con una intensidad y un misticismo prácticamente incomprensibles actualmente, lo que explica muchos rasgos de la Civilización Bizantina que parecen chocantes hoy en día a una humanidad que ha confinado a un rincón marginal de su existencia la experiencia de lo sagrado. Bizancio, y esto constituye su genio, según Dionisios Zakythinós, supo llevar a cabo una síntesis entre lo helenístico, lo romano y lo cristiano; ello, por ejemplo, moderó las formas despóticas y absolutistas propias del Oriente. Este helenismo cristianizado se tornará cada vez más "bizantino". Lo cristiano estará siempre presente; en cuanto a los otros dos factores, predominará uno u otro según el período que se estudie.
Origen
Para asegurar el control del Imperio Romano y hacer más eficiente su administración, Diocleciano, a finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido como tetrarquía, dividiendo el imperio en dos mitades, gobernadas por dos emperadores (augustos), cada uno de los cuales llevaba asociado un "vice-emperador" y futuro heredero (césar). Tras la abdicación de Diocleciano el sistema perdió su vigencia, y se abrió un período de guerras civiles que no concluyó hasta 324, cuando Constantino unificó ambas partes del Imperio.
Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio como nueva capital en 330. La llamó "Nueva Roma" pero se le conoció popularmente como Constantinopla (en Griego Κωνσταντινούπολις, Constantinoúpolis). La nueva administración tuvo su centro en la ciudad, que gozaba de una envidiable situación estratégica y estaba situada en el nudo de las más importantes rutas comerciales del Mediterráneo oriental.
Constantino fue también el primer emperador en adoptar el cristianismo, religión que fue incrementando su influencia a lo largo del siglo IV y terminó por ser proclamada por el emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria, religión oficial del Imperio.
el prinsipal proposito fue recuperar sus territorios y sobrevivir a los ataques