La cuestión de si el Antiguo Régimen transmitió alguna cosa al tiempo que le siguió, esto es, a la época liberal, guarda estrecha relación con otro problema, más complejo, sobre el que los historiadores no han llegado a un acuerdo unánime. Me refiero al carácter de la transición del Antiguo Régimen al Liberalismo y a las peculiaridades de este proceso en España. En el debate general, comenzado hace tiempo y aún no finalizado, ocupan un lugar destacado ciertas interpretaciones que, bien tienden a sobredimensionar la pervivencia del Antiguo Régimen en la España del siglo XIX -también en Europa-, bien subrayan las carencias de la revolución liberal. En torno a todo esto se han ofrecido recientemente excelentes balances historiográficos1, así como, más en concreto, sobre los logros o fracasos de la revolución liberal2. Por tanto, no parece oportuno detenerse de nuevo en ello reproduciendo las propuestas historiográficas más influyentes.
Tampoco nos ocuparemos aquí en confeccionar una especie de relación de aquellas ideas, valores y realizaciones políticas del Antiguo Régimen que pasaron a la España liberal, como la idea de libertad, la proclamación de la igualdad de nacimiento, la ponderación del mérito individual, la valoración de la propiedad, el racionalismo o la creación de ciertas instituciones. En el marco del debate mencionado, los historiadores han aludido a ello, una veces para resaltar el alcance de los cambios operados y otras, por el contrario, para probar el fracaso de la revolución o para dar a entender que el sistema liberal introdujo escasas novedades. Abundar en este tipo de ejercicios no añadiría gran cosa a lo que sabemos sobre el tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo y, probablemente, el intento quedaría reducido a una especie de exposición de principios generales poco significativa para la finalidad ahora perseguida3.
Respuesta:
no conosco esto es de google
Explicación:
La cuestión de si el Antiguo Régimen transmitió alguna cosa al tiempo que le siguió, esto es, a la época liberal, guarda estrecha relación con otro problema, más complejo, sobre el que los historiadores no han llegado a un acuerdo unánime. Me refiero al carácter de la transición del Antiguo Régimen al Liberalismo y a las peculiaridades de este proceso en España. En el debate general, comenzado hace tiempo y aún no finalizado, ocupan un lugar destacado ciertas interpretaciones que, bien tienden a sobredimensionar la pervivencia del Antiguo Régimen en la España del siglo XIX -también en Europa-, bien subrayan las carencias de la revolución liberal. En torno a todo esto se han ofrecido recientemente excelentes balances historiográficos1, así como, más en concreto, sobre los logros o fracasos de la revolución liberal2. Por tanto, no parece oportuno detenerse de nuevo en ello reproduciendo las propuestas historiográficas más influyentes.
Tampoco nos ocuparemos aquí en confeccionar una especie de relación de aquellas ideas, valores y realizaciones políticas del Antiguo Régimen que pasaron a la España liberal, como la idea de libertad, la proclamación de la igualdad de nacimiento, la ponderación del mérito individual, la valoración de la propiedad, el racionalismo o la creación de ciertas instituciones. En el marco del debate mencionado, los historiadores han aludido a ello, una veces para resaltar el alcance de los cambios operados y otras, por el contrario, para probar el fracaso de la revolución o para dar a entender que el sistema liberal introdujo escasas novedades. Abundar en este tipo de ejercicios no añadiría gran cosa a lo que sabemos sobre el tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo y, probablemente, el intento quedaría reducido a una especie de exposición de principios generales poco significativa para la finalidad ahora perseguida3.