En el capítulo tercero de Laudato Si’, el Papa Francisco analiza las causas profundas de la actual crisis ecológica para llegar a la conclusión que son, principalmente, de raíz humana.
Antropocentrismo Moderno y el Relativismo Práctico
“No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS, 118). Con esta contundencia advierte el Papa Francisco del imperativo que tenemos a redescubrir quién es el ser humano si de verdad queremos impulsar una nueva relación con la naturaleza que la salve de la explotación a la que hoy la sometemos.
Veamos cómo define Francisco el antropocentrismo o visión del hombre moderno:
1) Está caracterizado por un relativismo práctico donde “el ser humano se coloca a sí mismo en el centro, (…) dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y [donde] todo lo demás se vuelve relativo” (LS, 122). Es decir, el hombre, en vez de responder a la llamada de Dios a administrar responsablemente la creación dada, se ve a sí mismo como dueño y “señor” de la naturaleza y la domina tiránicamente (LS, 116).
2) La comprensión moderna del hombre coloca “la razón técnica sobre la realidad” (LS, 115). El mundo está subordinado a la lógica de la técnica que es la lógica del “usar y tirar” (LS, 123). O expresado en otras palabras “cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica” (LS, 136).
3) Para el Papa Francisco, para dicha “ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo” (LS, 124). Sin embargo, en la comprensión moderna el trabajo ha quedado desfigurado y reducido a mera productividad y a una búsqueda ilimitada y a cualquier costa de rédito económico y financiero (LS, 127 y 129). Por el contrario, para Francisco, el trabajo (sea manual o de otro tipo) es la manera en que el hombre, relacionándose con otros hombres y con el mundo, transforma la realidad existente “para ayudar a brotar las potencialidades que [Dios] mismo colocó en las cosas” (LS, 124 y 125). Desde aquí se entiende la defensa del Papa de la necesidad y el derecho de toda persona a tener acceso al trabajo y de limitar la sustitución de personas por máquinas en el mundo laboral (LS, 127 y 128).
La Tecnología y sus ansías de Poder Ilimitado
¿Qué es la tecnología? Citando al papa emérito Benedicto XVI, Francisco nos recuerda que la técnica es la capacidad del hombre para modificar la naturaleza y “«expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales»” (LS, 102). Desde esta comprensión, el Papa junto a toda la Iglesia valora y se alegra de muchos avances técnicos, “especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones” (LS, 102).
Ahora bien, ¿cuál es el peligro de la lógica de la técnica? El tremendo poder que da al hombre. Un poder que, carente de “una ética sólida, [de] una cultura y una espiritualidad que realmente lo limite y lo contenga”, amenaza y tiene la capacidad de destruir el mundo y al mismo hombre (LS, 105). El poder incontrolado de la técnica, a menos que vaya “acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, (…) [y] autoconciencia de sus propios límites”, no sólo no hará más libre y autónomo al hombre sino que seguirá dejándolo más expuesto y esclavo al mismo (LS, 105). La verdadera libertad humana, dice el Papa, “es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral” (LS, 112).
Globalización del Paradigma Tecnocrático
El Papa Francisco distingue entre la cultura ecológica y la cultura tecnocrática. La cultura tecnocrática es la generalizada en el mundo moderno y que asume la tecnología y el desarrollo asociado a ésta desde un paradigma puramente homogéneo y unidimensional. En otras palabras, el hombre está como “fuera del mundo” y desde fuera, por medio de la técnica, intenta poseerlo, dominarlo, transformarlo y explotarlo. La lógica-racional de este tipo de progreso es el de un crecimiento infinito pues los bienes del planeta aparecen como ilimitados (LS, 106). Este cosmovisión tecnocrática está tan presente en nuestras vidas (es como el aire que respiramos que no se ve ni se siente pero que está ahí), “se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por su lógica” (LS, 108). Su disimulada y engañosa neutralidad nos seduce condicionando nuestros estilos y modos de vida (LS, 107), y haciéndonos encima creer que los problemas generados por dicha lógica tecnocrática serán exclusivamente resueltos con más avances tecnológicos (LS, 109).
Frente a esta cultura tecnológica, Francisco presenta la cultura ecológica que es aquella que posee “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (LS, 111).
Respuesta:
Y como se te puede ayudar emmm no se la verdad le diré a mi tío q te ayude esta en la Unam
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Explicación:
En el capítulo tercero de Laudato Si’, el Papa Francisco analiza las causas profundas de la actual crisis ecológica para llegar a la conclusión que son, principalmente, de raíz humana.
Antropocentrismo Moderno y el Relativismo Práctico
“No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS, 118). Con esta contundencia advierte el Papa Francisco del imperativo que tenemos a redescubrir quién es el ser humano si de verdad queremos impulsar una nueva relación con la naturaleza que la salve de la explotación a la que hoy la sometemos.
Veamos cómo define Francisco el antropocentrismo o visión del hombre moderno:
1) Está caracterizado por un relativismo práctico donde “el ser humano se coloca a sí mismo en el centro, (…) dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y [donde] todo lo demás se vuelve relativo” (LS, 122). Es decir, el hombre, en vez de responder a la llamada de Dios a administrar responsablemente la creación dada, se ve a sí mismo como dueño y “señor” de la naturaleza y la domina tiránicamente (LS, 116).
2) La comprensión moderna del hombre coloca “la razón técnica sobre la realidad” (LS, 115). El mundo está subordinado a la lógica de la técnica que es la lógica del “usar y tirar” (LS, 123). O expresado en otras palabras “cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica” (LS, 136).
3) Para el Papa Francisco, para dicha “ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo” (LS, 124). Sin embargo, en la comprensión moderna el trabajo ha quedado desfigurado y reducido a mera productividad y a una búsqueda ilimitada y a cualquier costa de rédito económico y financiero (LS, 127 y 129). Por el contrario, para Francisco, el trabajo (sea manual o de otro tipo) es la manera en que el hombre, relacionándose con otros hombres y con el mundo, transforma la realidad existente “para ayudar a brotar las potencialidades que [Dios] mismo colocó en las cosas” (LS, 124 y 125). Desde aquí se entiende la defensa del Papa de la necesidad y el derecho de toda persona a tener acceso al trabajo y de limitar la sustitución de personas por máquinas en el mundo laboral (LS, 127 y 128).
La Tecnología y sus ansías de Poder Ilimitado
¿Qué es la tecnología? Citando al papa emérito Benedicto XVI, Francisco nos recuerda que la técnica es la capacidad del hombre para modificar la naturaleza y “«expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales»” (LS, 102). Desde esta comprensión, el Papa junto a toda la Iglesia valora y se alegra de muchos avances técnicos, “especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones” (LS, 102).
Ahora bien, ¿cuál es el peligro de la lógica de la técnica? El tremendo poder que da al hombre. Un poder que, carente de “una ética sólida, [de] una cultura y una espiritualidad que realmente lo limite y lo contenga”, amenaza y tiene la capacidad de destruir el mundo y al mismo hombre (LS, 105). El poder incontrolado de la técnica, a menos que vaya “acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, (…) [y] autoconciencia de sus propios límites”, no sólo no hará más libre y autónomo al hombre sino que seguirá dejándolo más expuesto y esclavo al mismo (LS, 105). La verdadera libertad humana, dice el Papa, “es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral” (LS, 112).
Globalización del Paradigma Tecnocrático
El Papa Francisco distingue entre la cultura ecológica y la cultura tecnocrática. La cultura tecnocrática es la generalizada en el mundo moderno y que asume la tecnología y el desarrollo asociado a ésta desde un paradigma puramente homogéneo y unidimensional. En otras palabras, el hombre está como “fuera del mundo” y desde fuera, por medio de la técnica, intenta poseerlo, dominarlo, transformarlo y explotarlo. La lógica-racional de este tipo de progreso es el de un crecimiento infinito pues los bienes del planeta aparecen como ilimitados (LS, 106). Este cosmovisión tecnocrática está tan presente en nuestras vidas (es como el aire que respiramos que no se ve ni se siente pero que está ahí), “se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por su lógica” (LS, 108). Su disimulada y engañosa neutralidad nos seduce condicionando nuestros estilos y modos de vida (LS, 107), y haciéndonos encima creer que los problemas generados por dicha lógica tecnocrática serán exclusivamente resueltos con más avances tecnológicos (LS, 109).
Frente a esta cultura tecnológica, Francisco presenta la cultura ecológica que es aquella que posee “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (LS, 111).