Desde hace varias décadas, numerosos estudios realizados en distintas regiones demuestran que la perspectiva de género en el campo de la salud ha experimentado un desarrollo muy débil.1
En muchos países el tema de género ha sido reducido al conocimiento de la salud materno infantil, al estudio de indicadores de morbilidad y mortalidad de la mujer y en el mejor de los casos a la descripción de diferenciales de la salud de la mujer respecto al varón, pero el género no es sólo una variable para la estratificación y comparación, es más bien una perspectiva nueva para la comprensión de la vida humana y su desarrollo, para la lucha por la salud y la defensa de la vida en un mundo profundamente determinado por la inequidad y la subordinación.1
Desde hace varias décadas, numerosos estudios realizados en distintas regiones demuestran que la perspectiva de género en el campo de la salud ha experimentado un desarrollo muy débil.1
En muchos países el tema de género ha sido reducido al conocimiento de la salud materno infantil, al estudio de indicadores de morbilidad y mortalidad de la mujer y en el mejor de los casos a la descripción de diferenciales de la salud de la mujer respecto al varón, pero el género no es sólo una variable para la estratificación y comparación, es más bien una perspectiva nueva para la comprensión de la vida humana y su desarrollo, para la lucha por la salud y la defensa de la vida en un mundo profundamente determinado por la inequidad y la subordinación.1