Una frase dirigida a Eloy Alfaro en la que citen los beneficios de su gestión
danielailin2012Alfaro todo lo atropellaba, congresos, concejos municipales, instituciones e individuos: convertía el presidio en habitación de sus adversarios y malquerientes: la verdad andaba prófuga y la voz ahogada de los conservadores estallaba en descargas de fusilería. ¡Qué tiempos aquellos! No parecía sino que la libertad política se la habían conquistado para sí cuatro ambiciosos sobre la ruina de las libertades públicas… se deportaba liberales y conservadores a las playas centro-americanas, el presidio estaba lleno y un soplo de horror trágico pasaba por la frente de los ecuatorianos… Es Vivar que cae de bruces en las puertas del cementerio de San Diego; es Guillén que implora compasión en el patio de la Intendencia de Cuenca; es Tello, que triste y desesperadamente proclama su inocencia en el Malecón de Guayaquil; es el P. Emilio Moscoso, que rueda herido por la bala asesina a los pies del crucifijo en el colegio de los jesuitas de Riobamba; es el pobre clérigo Eudoro Maldonado, que se revuelca en estancia solitaria moribundo y congojoso; son los que murieron de nostalgia y hambre en las playas centro-americanas; los que hallaron su tumba en la costa ecuatoriana, víctimas de la fiebre amarilla; los vapuleados de Cuenca, los desorejados de Tulcán, los torturados de Quito, los asesinados en Guangoloma… Perdón, pobres sombras”.