Ahora ya sí, armada con toda aquella información, Irene y su ex marido se sentaron frente a frente con sus hijos para explicarles qué le pasaba a mamá. "Hablamos claramente con ellos, les dijimos que tenía cáncer y necesitábamos que se portasen bien porque yo iba a estar cansada algunos días... Pero aún así, me quedé con la sensación de que se lo podía haber contado mejor".
De esas dudas nació 'Mamá se va a la guerra', un cuento que ha visto la luz gracias a una cadena de casualidades y al ejército de amigos con los que Irene mantiene una fluida correspondencia por correo electrónico.
"Cada vez que iba al médico tenía que contarles las novedades por teléfono a mi madre, a mis hermanos, a mis amigos... y eso era agotador. Me di cuenta de que no era bueno para mí", confiesa a ELMUNDO.es. Así que se le ocurrió mandar un mail a sus más cercanos contándoles cada pequeña batalla ganada al cáncer, cada fracaso en la quimioterapia, cada inquietud surgida de esta guerra... "Empecé a poner a gente en la lista de distribución, a mis amigos más cercanos, y sin darme cuenta se lo había mandado a 150 personas".
Un día, ese ejército aliado recibió de Irene no sólo el último parte médico, sino también el cuento que les había escrito a sus hijos. "Se lo había enseñado un día a mi oncólogo para que me dijeses si había escrito alguna barbaridad sobre la enfermedad, y pasadas algunas semanas me contó que su esposa, oncóloga infantil, lo estaba usando con sus niños para hablarles del cáncer. Eso me hizo pensar que quizás la historia pudiese ser útil a más gente y me decidí a enviárselo a mis amigos".
Fue una de ellas quien le remitió la historia a la editora de Cuento de Luz, Ana Eulate, que no tardó en ponerse en contacto con Irene. "Pronto me presentó a Mónica Carretero, la ilustradora, y conectamos enseguida", recuerda la autora. "La primera vez que Mónica me enseñó las ilustraciones me encantaron, pensé que dulcificaban mucho la historia".
También a sus hijos les fascinó verse de repente convertidos en personajes de cuento; "la historia ilustrada les gustó más que el día que yo se lo leí en casa la primera vez", bromea.
Ahora ya sí, armada con toda aquella información, Irene y su ex marido se sentaron frente a frente con sus hijos para explicarles qué le pasaba a mamá. "Hablamos claramente con ellos, les dijimos que tenía cáncer y necesitábamos que se portasen bien porque yo iba a estar cansada algunos días... Pero aún así, me quedé con la sensación de que se lo podía haber contado mejor".
De esas dudas nació 'Mamá se va a la guerra', un cuento que ha visto la luz gracias a una cadena de casualidades y al ejército de amigos con los que Irene mantiene una fluida correspondencia por correo electrónico.
"Cada vez que iba al médico tenía que contarles las novedades por teléfono a mi madre, a mis hermanos, a mis amigos... y eso era agotador. Me di cuenta de que no era bueno para mí", confiesa a ELMUNDO.es. Así que se le ocurrió mandar un mail a sus más cercanos contándoles cada pequeña batalla ganada al cáncer, cada fracaso en la quimioterapia, cada inquietud surgida de esta guerra... "Empecé a poner a gente en la lista de distribución, a mis amigos más cercanos, y sin darme cuenta se lo había mandado a 150 personas".
Un día, ese ejército aliado recibió de Irene no sólo el último parte médico, sino también el cuento que les había escrito a sus hijos. "Se lo había enseñado un día a mi oncólogo para que me dijeses si había escrito alguna barbaridad sobre la enfermedad, y pasadas algunas semanas me contó que su esposa, oncóloga infantil, lo estaba usando con sus niños para hablarles del cáncer. Eso me hizo pensar que quizás la historia pudiese ser útil a más gente y me decidí a enviárselo a mis amigos".
Fue una de ellas quien le remitió la historia a la editora de Cuento de Luz, Ana Eulate, que no tardó en ponerse en contacto con Irene. "Pronto me presentó a Mónica Carretero, la ilustradora, y conectamos enseguida", recuerda la autora. "La primera vez que Mónica me enseñó las ilustraciones me encantaron, pensé que dulcificaban mucho la historia".
También a sus hijos les fascinó verse de repente convertidos en personajes de cuento; "la historia ilustrada les gustó más que el día que yo se lo leí en casa la primera vez", bromea.