Los principales cambios producidos por el largo y complejo proceso de independencia se encuentran en el campo de las ideas y de los planes políticos, más que en la realidad y en los hechos concretos. Una serie de cambios estructurales, sobre todo en el ámbito político se vio contrastado por una serie de permanencias a nivel social que impiden llamar a la emancipación del Perú una verdadera revolución social.
El cambio más importante fue el nuevo régimen político. El congreso constituyente de 1822 y la primera constitución política que se produjo en 1823 determinaron que el Perú sería una república, con poderes ejecutivos y legislativos, basada en los principios liberales de la democracia, ciudadanía, propiedad privada y derechos y garantías individuales.
Otra permanencia es la crisis económica. En los últimos años del virreinato, como ya ha sido mencionado, los gastos de los ejércitos represores realistas y las respectivas crisis comerciales y mineras se vieron agudizados con los ingresos de los ejércitos sanmartinianos y bolivarianos respectivamente. La destrucción de haciendas, los saqueos, las requisas, los cupos, las donaciones voluntarias u obligatorias, dejaron a los antiguos grupos de poder comercial y productivo prácticamente en la bancarrota. Esto produjo el intento de la aristocracia comerciante por volver a privilegios y mercedes coloniales del siglo XVIII en la producción y el comercio.
Las relaciones comerciales internacionales tampoco cambiaron con respecto a los últimos años de la colonia. Ya el comercio con España había caído en decadencia y los productos norteamericanos e ingleses habían inundado el menguado mercado peruano. Luego de la independencia, esta tendencia no cambió, sino se confirmó y agudizó. El ingreso de productos foráneos al mercado interno ante la debilidad de los antiguos comerciantes limeños fue inevitable, así como la influencia de estas nuevas potencias en los ámbitos de la vida política nacional.
Los pocos o nulos cambios estructurales que se produjeron luego de las guerras de independencia en el Perú provocaron un temprano atraso en el desarrollo de la nueva república. Las clases dominantes políticas no realizaron las transformaciones sustantivas que requerían los nuevos tiempos y la situación internacional cambiante. La nueva república del Perú nacía sin la menor participación de los sectores populares, que si bien no intervinieron mayoritariamente en las guerras de independencia, lo hicieron en mayor medida que la elite criolla limeña. La configuración de la política y sociedad peruana republicana poco se diferenció de su pasado colonial, dando inicio a un nuevo ciclo en la historia del Perú sin los cambios estructurales necesarios para plasmar en la realidad lo que se debatía en los espacios públicos.
Explición: Consecuencias, permanencias y cambios
Los principales cambios producidos por el largo y complejo proceso de independencia se encuentran en el campo de las ideas y de los planes políticos, más que en la realidad y en los hechos concretos. Una serie de cambios estructurales, sobre todo en el ámbito político se vio contrastado por una serie de permanencias a nivel social que impiden llamar a la emancipación del Perú una verdadera revolución social.
El cambio más importante fue el nuevo régimen político. El congreso constituyente de 1822 y la primera constitución política que se produjo en 1823 determinaron que el Perú sería una república, con poderes ejecutivos y legislativos, basada en los principios liberales de la democracia, ciudadanía, propiedad privada y derechos y garantías individuales.
Otra permanencia es la crisis económica. En los últimos años del virreinato, como ya ha sido mencionado, los gastos de los ejércitos represores realistas y las respectivas crisis comerciales y mineras se vieron agudizados con los ingresos de los ejércitos sanmartinianos y bolivarianos respectivamente. La destrucción de haciendas, los saqueos, las requisas, los cupos, las donaciones voluntarias u obligatorias, dejaron a los antiguos grupos de poder comercial y productivo prácticamente en la bancarrota. Esto produjo el intento de la aristocracia comerciante por volver a privilegios y mercedes coloniales del siglo XVIII en la producción y el comercio.
Las relaciones comerciales internacionales tampoco cambiaron con respecto a los últimos años de la colonia. Ya el comercio con España había caído en decadencia y los productos norteamericanos e ingleses habían inundado el menguado mercado peruano. Luego de la independencia, esta tendencia no cambió, sino se confirmó y agudizó. El ingreso de productos foráneos al mercado interno ante la debilidad de los antiguos comerciantes limeños fue inevitable, así como la influencia de estas nuevas potencias en los ámbitos de la vida política nacional.
Los pocos o nulos cambios estructurales que se produjeron luego de las guerras de independencia en el Perú provocaron un temprano atraso en el desarrollo de la nueva república. Las clases dominantes políticas no realizaron las transformaciones sustantivas que requerían los nuevos tiempos y la situación internacional cambiante. La nueva república del Perú nacía sin la menor participación de los sectores populares, que si bien no intervinieron mayoritariamente en las guerras de independencia, lo hicieron en mayor medida que la elite criolla limeña. La configuración de la política y sociedad peruana republicana poco se diferenció de su pasado colonial, dando inicio a un nuevo ciclo en la historia del Perú sin los cambios estructurales necesarios para plasmar en la realidad lo que se debatía en los espacios públicos.