Los terrores nocturnos y las pesadillas comienzan a presentarse en la niñez temprana. Entre uno y cuatro niños entre los tres y los ocho años de edad sufren unos u otras (Hartmann, 1981). Hay mayor posibilidad de que los niños padezcan mas de terrores nocturnos que las niñas, pero no hay ninguna diferencia en cuanto al genero con respecto a las pesadillas (Parkes, 1986).
Un terror nocturno se caracteriza por el despertar abrupto de un sueño profundo en un estado de pánico. El niño puede gritar y sentarse en la cama, respirar con rapidez y mantener la mirada fija; aunque en realidad no esta despierto, se tranquiliza fácilmente y al mañana siguiente no recuerda nada. Estos episodios alarman a los padres mas que a los niños y muy rara vez son un problema serio. Por lo general dejan de presentarse sin dificultad, no son señal de problemas emocionales subyacentes y simplemente pueden ser efecto de un sueño muy profundo. Si son muy severos, se presentan una vez a la semana o más y causan conflictos entre el niño y los padres; los médicos suelen prescribir una terapia corta con un antiestaminico o una droga antidepresiva (McDaniel, 1986) Mientras los terrores nocturnos se presentan dentro de la hora siguiente al momento en que el niño se queda dormido, las pesadillas suelen presentarse hacia la mañana y se recuerdan en una forma muy vivida (Hartman, 1981). Un mal sueño ocasional no es causa de alarma, en especial para los niños menores de seis años quienes tienen mayor posibilidad de presentarlas. Sin embargo, las pesadillas persistentes, en especial aquellas que atemorizan y mantienen con ansiedad al niño mientras se encuentra despierto, pueden ser una señal de que el pequeño se encuentra sometido a mucho estrés. A menudo, los temas repetidos en los sueños señalan un problema específico que el niño no puede resolver mientras esta despierto y que sale a la superficie durante el sueño. Diane E. Papalia y Rally Wendhos Olaes: Sicología del desarrollo. Santafe de Bogota: Mc Graw Hill, 1998
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Terrores Nocturnos y Pesadillas
Los terrores nocturnos y las pesadillas comienzan a presentarse en la niñez temprana. Entre uno y cuatro niños entre los tres y los ocho años de edad sufren unos u otras (Hartmann, 1981). Hay mayor posibilidad de que los niños padezcan mas de terrores nocturnos que las niñas, pero no hay ninguna diferencia en cuanto al genero con respecto a las pesadillas (Parkes, 1986).
Un terror nocturno se caracteriza por el despertar abrupto de un sueño profundo en un estado de pánico. El niño puede gritar y sentarse en la cama, respirar con rapidez y mantener la mirada fija; aunque en realidad no esta despierto, se tranquiliza fácilmente y al mañana siguiente no recuerda nada. Estos episodios alarman a los padres mas que a los niños y muy rara vez son un problema serio. Por lo general dejan de presentarse sin dificultad, no son señal de problemas emocionales subyacentes y simplemente pueden ser efecto de un sueño muy profundo. Si son muy severos, se presentan una vez a la semana o más y causan conflictos entre el niño y los padres; los médicos suelen prescribir una terapia corta con un antiestaminico o una droga antidepresiva (McDaniel, 1986)
Mientras los terrores nocturnos se presentan dentro de la hora siguiente al momento en que el niño se queda dormido, las pesadillas suelen presentarse hacia la mañana y se recuerdan en una forma muy vivida (Hartman, 1981). Un mal sueño ocasional no es causa de alarma, en especial para los niños menores de seis años quienes tienen mayor posibilidad de presentarlas. Sin embargo, las pesadillas persistentes, en especial aquellas que atemorizan y mantienen con ansiedad al niño mientras se encuentra despierto, pueden ser una señal de que el pequeño se encuentra sometido a mucho estrés. A menudo, los temas repetidos en los sueños señalan un problema específico que el niño no puede resolver mientras esta despierto y que sale a la superficie durante el sueño.
Diane E. Papalia y Rally Wendhos Olaes:
Sicología del desarrollo. Santafe de Bogota:
Mc Graw Hill, 1998