Que fácil es sonreír, cuando nos miramos al espejo y nos damos cuenta que nuestra sonrisa traerá otra sonrisa. Al perdonar y olvidar unos a otros, las faltas, nos permite estar en armonía con el Universo, si fuéramos perfectos no estaríamos en la Tierra puliendo nuestro Diamante Interior. Preparemos cada día nuestros corazones para la armonía.
Había una vez un país donde había muchas flores, quizás tantas que cuando las mariposas golosas ya no sabían en cual flor se posarían cada día, y los picaflores se paseaban aquí, acá y allá.
Esto era obra del amor que brotaba de todos los corazones, y era expresado en la disposición a sonreír, no habían peleas, ni malos entendidos y los corazones estaban plenos de sí mismos, las fragancias de las flores llenaban sus sentidos, de emociones, de pensamientos y sentimientos puros.
Hasta que un día un par de amigos no se hablaron más, y las flores de sus jardines se marchitaron, cuando se veían en la calle se ignoraban como si nunca se hubieran conocido, y cuando esto ocurría los jardines aledaños también se marchitaron.
Este par de amigos empezó a enfermar a su familia, amigos, teñían todo a su alrededor con la falta de amor.
Y un picaflor que venía de un lugar muy lejano se sorprendió de los cambios que se habían producido allí, ya no era el país lindo que era.
Entonces se propuso que visitaría todas las casas que estaban un poco feas, y que con su cantar alegraría las flores y estas volverían a ser partícipes de jardines muy bellos.
Así que con su alegre cantar, lleno de música los jardines y estos empezaron a mejorar poco a poco.
Y los corazones nuevamente estuvieron felices, pero hubo algunos jardines que no tuvieron remedio, era del par de amigos que no se hablaban.
Un día el pajarito cantó una canción muy triste en casa de uno de ellos, y éste lloró amargamente y se dio cuenta que si no volvía a conversar con su amigo, él ya no podría ser feliz, el rencor le roía el alma.
En otro día cantó la misma canción al otro amigo, pero este tenía duro el corazón, el picaflor lo intentó tres días la misma canción al no obtener resultados, cantó la canción de cuna que cantaba a sus hijitos y éste se sintió triste y se dio cuenta que le faltaba algo y que no podía ser feliz.
Esa misma tarde al pasear por allí, se encontró con su amigo, le miró a los ojos y le dijo: ¿cómo estas, querido amigo? y él sólo le abrazó y le dijo que lo amaba y que su amistad era un tesoro que había perdido.
Ambos amigos se quedaron abrazados largamente y se prometieron mutuamente nunca dejar pasar demasiado tiempo para estar en paz.
Y cuando el pajarito vio esto se puso muy contento y emprendió nuevamente su vuelo.
Todo en ese país, fue nuevamente la tierra de las flores y del color y porque no decirlo también de la armonía.
Que fácil es sonreír, cuando nos miramos al espejo y nos damos cuenta que nuestra sonrisa traerá otra sonrisa. Al perdonar y olvidar unos a otros, las faltas, nos permite estar en armonía con el Universo, si fuéramos perfectos no estaríamos en la Tierra puliendo nuestro Diamante Interior. Preparemos cada día nuestros corazones para la armonía.
Había una vez un país donde había muchas flores, quizás tantas que cuando las mariposas golosas ya no sabían en cual flor se posarían cada día, y los picaflores se paseaban aquí, acá y allá.
Esto era obra del amor que brotaba de todos los corazones, y era expresado en la disposición a sonreír, no habían peleas, ni malos entendidos y los corazones estaban plenos de sí mismos, las fragancias de las flores llenaban sus sentidos, de emociones, de pensamientos y sentimientos puros.
Hasta que un día un par de amigos no se hablaron más, y las flores de sus jardines se marchitaron, cuando se veían en la calle se ignoraban como si nunca se hubieran conocido, y cuando esto ocurría los jardines aledaños también se marchitaron.
Este par de amigos empezó a enfermar a su familia, amigos, teñían todo a su alrededor con la falta de amor.
Y un picaflor que venía de un lugar muy lejano se sorprendió de los cambios que se habían producido allí, ya no era el país lindo que era.
Entonces se propuso que visitaría todas las casas que estaban un poco feas, y que con su cantar alegraría las flores y estas volverían a ser partícipes de jardines muy bellos.
Así que con su alegre cantar, lleno de música los jardines y estos empezaron a mejorar poco a poco.
Y los corazones nuevamente estuvieron felices, pero hubo algunos jardines que no tuvieron remedio, era del par de amigos que no se hablaban.
Un día el pajarito cantó una canción muy triste en casa de uno de ellos, y éste lloró amargamente y se dio cuenta que si no volvía a conversar con su amigo, él ya no podría ser feliz, el rencor le roía el alma.
En otro día cantó la misma canción al otro amigo, pero este tenía duro el corazón, el picaflor lo intentó tres días la misma canción al no obtener resultados, cantó la canción de cuna que cantaba a sus hijitos y éste se sintió triste y se dio cuenta que le faltaba algo y que no podía ser feliz.
Esa misma tarde al pasear por allí, se encontró con su amigo, le miró a los ojos y le dijo: ¿cómo estas, querido amigo? y él sólo le abrazó y le dijo que lo amaba y que su amistad era un tesoro que había perdido.
Ambos amigos se quedaron abrazados largamente y se prometieron mutuamente nunca dejar pasar demasiado tiempo para estar en paz.
Y cuando el pajarito vio esto se puso muy contento y emprendió nuevamente su vuelo.
Todo en ese país, fue nuevamente la tierra de las flores y del color y porque no decirlo también de la armonía.