palomia
El narrador nos cuenta lo que ha visto en Orán, asolada por la peste:
La subida de las ratas que mueren en todas partes, en las calles en las casas; la aparición de la enfermedad pocos médicos identifican de momento ;las medidas cada vez más severas que toman las autoridades .
Finalmente hay un aislamiento total de la ciudad, con la consiguiente separación brusca de seres que no estaban preparadas para ello:
El doctor Rieux y su esposa ,la cual se halla haciendo una cura en un balneario de montaña; ÉL periodista Rambert y su amiga ,que ha quedado en parís . El Doctor, pese a sus preocupaciones, lucha cuanto puede contra la epidemia por piedad ante la miseria, por amor a su profesión y su honradez a su alrededor se agrupan otras buenas voluntades.
El escritor Tarrou, que quiere ser un santo sin creer en Dios; Grand, el humilde funcionario presa de gran pena y una ilusión absurda; padre Paneloux, a quien la peste pareció primero un castigo merecido, pero que luego se impresiono ante la muerte de un niño.
Tarrou y el sacerdote sucumben, Grand escapa difícilmente .Luego la epidemia cede. Se abren las puertas de la ciudad, y acaban las separaciones, pero el corazón de los hombres ha cambiado.
El mismo Rieux, saturado de fatiga y sufrimiento, se entera con estoicismo de la muerte de su esposa. Continuará en su puesto. ”Los enfermos no tienen vacaciones “y los médicos tampoco.
Además, confiesa que él es quien ha escrito la crónica. Ha querido dar testimonio “de que había en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio” y que hay que permanecer siempre en alerta por que el bacilo de la peste no muere jamás.
La subida de las ratas que mueren en todas partes, en las calles en las casas; la aparición de la enfermedad pocos médicos identifican de momento ;las medidas cada vez más severas que toman las autoridades .
Finalmente hay un aislamiento total de la ciudad, con la consiguiente separación brusca de seres que no estaban preparadas para ello:
El doctor Rieux y su esposa ,la cual se halla haciendo una cura en un balneario de montaña; ÉL periodista Rambert y su amiga ,que ha quedado en parís .
El Doctor, pese a sus preocupaciones, lucha cuanto puede contra la epidemia por piedad ante la miseria, por amor a su profesión y su honradez a su alrededor se agrupan otras buenas voluntades.
El escritor Tarrou, que quiere ser un santo sin creer en Dios; Grand, el humilde funcionario presa de gran pena y una ilusión absurda; padre Paneloux, a quien la peste pareció primero un castigo merecido, pero que luego se impresiono ante la muerte de un niño.
Tarrou y el sacerdote sucumben, Grand escapa difícilmente .Luego la epidemia cede. Se abren las puertas de la ciudad, y acaban las separaciones, pero el corazón de los hombres ha cambiado.
El mismo Rieux, saturado de fatiga y sufrimiento, se entera con estoicismo de la muerte de su esposa. Continuará en su puesto. ”Los enfermos no tienen vacaciones “y los médicos tampoco.
Además, confiesa que él es quien ha escrito la crónica. Ha querido dar testimonio “de que había en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio” y que hay que permanecer siempre en alerta por que el bacilo de la peste no muere jamás.