sebastianmaxin9Luna llenaIAprendí de los griegos que los ríos son dioses que abandonan a veces sus palacios y se echan a andar por los caminos. Si esto es así, el Guayalejo debe ser un dios fuerte, bello y fogoso para que la misma Diosa Luna baje todas las noches a su lecho. IINo hay agua esta noche: es la luz de la luna la que llena este cauce. IIICruzamos el río bajo la luna llena. Tocamos las piedras bajo el agua con nuestros pies desnudos. Teníamos que cruzarlo como se cruza un sueño que después se hará sangre en nuestro cuerpo. Caminamos despacio para beberlo todo. Ya estamos en la orilla. Desde esta parte el río, a la luz de la luna, es un collar de oro que nadie arrancará de nuestro pecho.
que los ríos son dioses
que abandonan a veces sus palacios
y se echan a andar por los caminos. Si esto es así,
el Guayalejo debe ser un dios fuerte,
bello y fogoso
para que la misma Diosa Luna
baje todas las noches
a su lecho. IINo hay agua esta noche:
es la luz de la luna
la que llena este cauce. IIICruzamos el río bajo la luna llena.
Tocamos las piedras bajo el agua
con nuestros pies desnudos.
Teníamos que cruzarlo como se cruza un sueño
que después se hará sangre en nuestro cuerpo.
Caminamos despacio para beberlo todo. Ya estamos en la orilla.
Desde esta parte el río, a la luz de la luna,
es un collar de oro
que nadie arrancará de nuestro pecho.
El verde de estas aguas
no se marchita nunca en nuestros ojos.
Cuanto más contemplamos ese follaje intenso de sus olas
tienen más savia nuestros huesos.
Aquí nacimos. El barro que ahora somos
se amasó con esta agua
y el aliento de Dios
no pudo desprendernos de esta tierra.
(Fragmento de Río Guayalejo, Agua Materna, del libro “En Memoria del Reino”)