Respuesta:
FEDRO, PARMENÓN.
FEDRO.- ¿Pues qué haré? ¿Será bien que vaya ahora que ella de su
voluntad me llama, o será mejor que me esfuerce a no sufrir afrentas
de rameras? Echome y ahora me torna a llamar: ¿Volveré? No, así me
lo ruegue.
PARMENÓN.- A fe, a fe que si tú pudieses hacer eso, nada mejor ni
más propio de un hombre. Pero si lo emprendes y no perseveras en
ello firmemente, cuando no pudiéndolo tú sufrir, sin llamarte nadie
y sin hacer las paces, vinieres a su casa mostrando que la amas y
que no puedes soportar su ausencia, acabado has, no hay más que
hacer, perdido eres. Burlarse ha de ti cuando te sintiere rendido.
FEDRO.- Por tanto, tú, ahora que es tiempo, míralo muy bien.
PARMENÓN.- Señor, cuando la cosa en sí no tiene consejo, ni manera
ninguna, nadie puede regirla ni tratarla con consejo. En el amor hay
todas estas faltas: agravios, sospechas, enemistades, treguas,
guerras, luego paces. Quien cosas tan inciertas pretendiese regirlas
con razón cierta, sería como quien quisiese hacer el loco con buen
seso. Y todo eso que tú ahora piensas entre ti, muy colérico y
airado: «¿Yo... a una mujer que al otro... que a mí... que no...?
Poco a poco; ¡más quiero morir! Ya verá quién soy yo»; todas estas
palabras las pagará ella, a buena fe, con una falsa lagrimilla, que,
a fuerza de restregarse los ojos, hará ella salir por fuerza, y te
acusarás a ti mismo, y tú voluntariamente le darás de ti entera
venganza.
FEDRO.- ¡Oh, qué indignidad! Ahora entiendo yo cuán gran bellaca es
ella, y yo cuán mísero: y me enfado, y me abraso en su amor, y a
sabiendas, en mi juicio, vivo, y viéndolo yo, me pierdo, y no sé qué
me haga.
PARMENÓN.- ¿Qué has de hacer, sino, pues estás cautivo, rescatarte
por lo menos que pudieres; y si no pudieres por poco, por lo que
pudieres, y no afligirte?
FEDRO.- ¿Eso me aconsejas?
PARMENÓN. Sí, si eres cuerdo. Y que no aliadas más pesadumbres a
las que el mismo amor se trae consigo, y que las que él trae, las
sufras con valor. (Indicando a TAIS, que en este momento sale de su
casa.) Pero hela dónde sale la piedra de nuestra granja; pues lo
que nosotros habíamos de medrar ella lo rapa.
" Life is not a problem to be solved but a reality to be experienced! "
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Respuesta:
FEDRO, PARMENÓN.
FEDRO.- ¿Pues qué haré? ¿Será bien que vaya ahora que ella de su
voluntad me llama, o será mejor que me esfuerce a no sufrir afrentas
de rameras? Echome y ahora me torna a llamar: ¿Volveré? No, así me
lo ruegue.
PARMENÓN.- A fe, a fe que si tú pudieses hacer eso, nada mejor ni
más propio de un hombre. Pero si lo emprendes y no perseveras en
ello firmemente, cuando no pudiéndolo tú sufrir, sin llamarte nadie
y sin hacer las paces, vinieres a su casa mostrando que la amas y
que no puedes soportar su ausencia, acabado has, no hay más que
hacer, perdido eres. Burlarse ha de ti cuando te sintiere rendido.
FEDRO.- Por tanto, tú, ahora que es tiempo, míralo muy bien.
PARMENÓN.- Señor, cuando la cosa en sí no tiene consejo, ni manera
ninguna, nadie puede regirla ni tratarla con consejo. En el amor hay
todas estas faltas: agravios, sospechas, enemistades, treguas,
guerras, luego paces. Quien cosas tan inciertas pretendiese regirlas
con razón cierta, sería como quien quisiese hacer el loco con buen
seso. Y todo eso que tú ahora piensas entre ti, muy colérico y
airado: «¿Yo... a una mujer que al otro... que a mí... que no...?
Poco a poco; ¡más quiero morir! Ya verá quién soy yo»; todas estas
palabras las pagará ella, a buena fe, con una falsa lagrimilla, que,
a fuerza de restregarse los ojos, hará ella salir por fuerza, y te
acusarás a ti mismo, y tú voluntariamente le darás de ti entera
venganza.
FEDRO.- ¡Oh, qué indignidad! Ahora entiendo yo cuán gran bellaca es
ella, y yo cuán mísero: y me enfado, y me abraso en su amor, y a
sabiendas, en mi juicio, vivo, y viéndolo yo, me pierdo, y no sé qué
me haga.
PARMENÓN.- ¿Qué has de hacer, sino, pues estás cautivo, rescatarte
por lo menos que pudieres; y si no pudieres por poco, por lo que
pudieres, y no afligirte?
FEDRO.- ¿Eso me aconsejas?
PARMENÓN. Sí, si eres cuerdo. Y que no aliadas más pesadumbres a
las que el mismo amor se trae consigo, y que las que él trae, las
sufras con valor. (Indicando a TAIS, que en este momento sale de su
casa.) Pero hela dónde sale la piedra de nuestra granja; pues lo
que nosotros habíamos de medrar ella lo rapa.