El 7 de agosto, muchos lectores de La República reaccionaron indignados cuando el humorista Alfredo Marcos, pretendiendo ridiculizar a la congresista cusqueña Hilaria Supa, hizo escarnio también del idioma quechua, expresando que sonaba algo así como: Matusiqui, ñaja, ñaja, wísquiti. En realidad, Marcos tuvo bastante suerte, porque ese día todavía no había entrado en vigencia la Ley 28867 que incluye el idioma entre las causales de discriminación penadas hasta con tres años de prisión.
Hasta entonces, el artículo 323 del Código Penal sancionaba solamente la discriminación basada en la diferencia racial, étnica, sexual o religiosa y las penas apenas llegaban hasta 60 jornadas de servicio comunitario (o 120 para funcionarios públicos), Durante los siete años de vigencia de este artículo no hubo condenas, en buena medida por la pasividad de las autoridades y el desconocimiento de la población.
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El 7 de agosto, muchos lectores de La República reaccionaron indignados cuando el humorista Alfredo Marcos, pretendiendo ridiculizar a la congresista cusqueña Hilaria Supa, hizo escarnio también del idioma quechua, expresando que sonaba algo así como: Matusiqui, ñaja, ñaja, wísquiti. En realidad, Marcos tuvo bastante suerte, porque ese día todavía no había entrado en vigencia la Ley 28867 que incluye el idioma entre las causales de discriminación penadas hasta con tres años de prisión.
Hasta entonces, el artículo 323 del Código Penal sancionaba solamente la discriminación basada en la diferencia racial, étnica, sexual o religiosa y las penas apenas llegaban hasta 60 jornadas de servicio comunitario (o 120 para funcionarios públicos), Durante los siete años de vigencia de este artículo no hubo condenas, en buena medida por la pasividad de las autoridades y el desconocimiento de la población.
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