Caminaba el Dios Zorano por los jardines del Olimpo, cuando de repente quedó deslumbrado por la belleza de la Diosa Aminiscea. Ella tenía una larga melena dorada, una piel blanca y delicada, y su rostro era comparable al del más hermoso ángel. Zorano se enamoró perdidamente de Aminiscea e intentó cautivarla, pero ella una y otra vez lo rechazaba. Ante tal ignorancia, Zorano se desesperaba, y pensaba que algo tenía que idear para sorprenderla y que quedara enamorada de él. Después de tanto pensar, se le ocurrió que al jardín de Aminiscea le faltaba algo, y así, creó las flores, y lo cubrió todo con ellas, el jardín había quedado precioso. Cogió la más hermosa flor y le puso por nombre rosa, su color blanco, su olor, y sus suaves pétalos, le recordaba a la piel de Aminiscea. Zorano le regaló la flor, y le enseñó todo le que había hecho, desde ese momento, Aminiscea lo vio con otros ojos y lo aceptó. Motivo de su amor, nacería de las flores un fruto que pasaría a llamarse Helot.
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juanmaedrosop8qnn1En la localidad de San Gregorio, a pocos kilómetros de la ciudad de Venado Tuerto, en la Provincia de Santa Fe, existe una historia no menos sorprendente. Sus pobladores relatan que una mañana de cerrada llovizna, un abastecedor del frigorífico Maru de Rufino encontró en la ruta 14 a una mujer vestida de negro que se encontraba haciendo “dedo” para que alguien la llevara. El hombre, la llevó hasta la ciudad y cuando la dama se bajó, tras agradecerle por haberla acercado hasta escasa media cuadra de su casa, le dijo su nombre: Nancy Núñez. Poco después, el hombre se enteró de que Nancy Núñez había fallecido un año y medio atrás en un extraño accidente, cuando la avioneta que piloteaba su marido había perdido una de sus ruedas impactando en el auto que ella conducía, lo que le había causado la muerte instantáneamente. El sorprendido abastecedor descubrió también que el lugar en donde había parado para levantar a la mujer, entre Christophersen y San Gregorio, era exactamente el sitio donde había ocurrido la tragedia que poco antes había conmocionado a la localidad. Otros testimonios dan cuenta de la misma aparición, en la misma ruta, a la altura del lugar del accidente.
Caminaba el Dios Zorano por los jardines del Olimpo, cuando de repente quedó deslumbrado por la belleza de la Diosa Aminiscea. Ella tenía una larga melena dorada, una piel blanca y delicada, y su rostro era comparable al del más hermoso ángel.
Zorano se enamoró perdidamente de Aminiscea e intentó cautivarla, pero ella una y otra vez lo rechazaba.
Ante tal ignorancia, Zorano se desesperaba, y pensaba que algo tenía que idear para sorprenderla y que quedara enamorada de él. Después de tanto pensar, se le ocurrió que al jardín de Aminiscea le faltaba algo, y así, creó las flores, y lo cubrió todo con ellas, el jardín había quedado precioso. Cogió la más hermosa flor y le puso por nombre rosa, su color blanco, su olor, y sus suaves pétalos, le recordaba a la piel de Aminiscea.
Zorano le regaló la flor, y le enseñó todo le que había hecho, desde ese momento, Aminiscea lo vio con otros ojos y lo aceptó. Motivo de su amor, nacería de las flores un fruto que pasaría a llamarse Helot.