Se manifiesta como una joven muy bella de cabellos de oro y ojos de color azul; de mirada penetrante y con una fuerza de atracción hipnótica. Es una verdadera ninfa de las aguas, que con sus pies volteados hacia atrás deja rastros en dirección contraria a la que sigue. La Madre del Río persigue únicamente a los niños a quienes llama con ternura; los atrae y enloquece con dulzura. Los niños encantados por esta deidad, se enferman, sueñan con la bella rubia que los adora y la llaman con frecuencia. Cuando están cerca del río, los niños escuchan su voz y a siguen, tirándose al agua. También hay la creencia de que la madre del río es una vieja chuchumeca muy corronchosa, con mucha costra y mucha llaga muy parecida a una lagartija, se cree que cuando la madre del río ojea a una persona, le suceden cosas extrañas: le nace una chivera como cabuya; los crespos se le vuelven como una jícara nueva; los dientes se le vuelven negros y podridos.
La Madre del Río:
Se manifiesta como una joven muy bella de cabellos de oro y ojos de color azul; de mirada penetrante y con una fuerza de atracción hipnótica. Es una verdadera ninfa de las aguas, que con sus pies volteados hacia atrás deja rastros en dirección contraria a la que sigue. La Madre del Río persigue únicamente a los niños a quienes llama con ternura; los atrae y enloquece con dulzura. Los niños encantados por esta deidad, se enferman, sueñan con la bella rubia que los adora y la llaman con frecuencia. Cuando están cerca del río, los niños escuchan su voz y a siguen, tirándose al agua. También hay la creencia de que la madre del río es una vieja chuchumeca muy corronchosa, con mucha costra y mucha llaga muy parecida a una lagartija, se cree que cuando la madre del río ojea a una persona, le suceden cosas extrañas: le nace una chivera como cabuya; los crespos se le vuelven como una jícara nueva; los dientes se le vuelven negros y podridos.