El modelo familiar tradicional ha ido cambiando con el tiempo. Actualmente, la sociedad enaltece otros valores y se toman en cuenta criterios muy distintos. Asimismo, las relaciones interpersonales han evolucionado y el rol que desempeña cada persona ha tenido que adaptarse a nuevas formas de ver el mundo. Por estas razones, me parece necesario analizar y reflexionar sobre los cambios que se pueden percibir en las familias actuales si son comparadas con las de décadas pasadas.
La familia moderna tiene varias características que la diferencian de la tradicional. El papel de la mujer ya no se limita a la de ama de casa, sino que gracias a la reestructuración de los derechos e igualdades por género en la mayoría de países, su incorporación en el ámbito laboral se percibe en todos lados, y cada vez se ven más mujeres ocupando puestos de poder o buscando hacerlo. Un ejemplo de esto son las últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos, donde estuvo presente la demócrata Hillary Clinton.
Aunque aún se pueden encontrar familias compuestas por una pareja heterosexual y sus hijos. También se hallan otras estructuras familiares. Hoy en día, es común ver a personas del mismo sexo entablando una relación, con hijos adoptados o de relaciones anteriores, los cuales crecen en un entorno lejos de prejuicios. Mientras que la cantidad de divorcios y separaciones, que se ha incrementado con el paso de los años, ha dado como resultado padres solteros que crían y educan a sus hijos por sí solos.
Por otro lado, es lamentable como en estos tiempos existe una perspectiva superficial y materialista. Los hijos se ven afectados de manera inevitable por esto, convirtiéndose en competidores de las expectativas y las ansias de poder que muchos padres anteponen. Las aspiraciones profesionales y económicas pasan a primer lugar, afectando la estabilidad familiar y lastimando psicológicamente a los niños.
Otro factor a analizar es la perdida de interés sobre el matrimonio. Las personas prefieren mantener una convivencia y con el tiempo obtener determinados beneficios legales. Es una decisión comprensible si se tratara únicamente de su vida, pero como influye en la mentalidad de sus hijos, a larga terminará por destruir un concepto que en el pasado fue uno de los pilares de la sociedad.
En conclusión, nos podemos dar cuenta que la familia moderna es radicalmente distinta a la tradicional. La mujer no solo se limita a labores de la casa, sino que se convierte en un apoyo económico para la misma y su relevancia en cargos de poder ha provocado una visión más inclusiva del mundo. Asimismo, se puede encontrar una mayor presencia de divorcios y separaciones. Mientras que lo más preocupante es la anteposición del trabajo, dinero y beneficios personales por sobre los hijos.
El modelo familiar tradicional ha ido cambiando con el tiempo. Actualmente, la sociedad enaltece otros valores y se toman en cuenta criterios muy distintos. Asimismo, las relaciones interpersonales han evolucionado y el rol que desempeña cada persona ha tenido que adaptarse a nuevas formas de ver el mundo. Por estas razones, me parece necesario analizar y reflexionar sobre los cambios que se pueden percibir en las familias actuales si son comparadas con las de décadas pasadas.
La familia moderna tiene varias características que la diferencian de la tradicional. El papel de la mujer ya no se limita a la de ama de casa, sino que gracias a la reestructuración de los derechos e igualdades por género en la mayoría de países, su incorporación en el ámbito laboral se percibe en todos lados, y cada vez se ven más mujeres ocupando puestos de poder o buscando hacerlo. Un ejemplo de esto son las últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos, donde estuvo presente la demócrata Hillary Clinton.
Aunque aún se pueden encontrar familias compuestas por una pareja heterosexual y sus hijos. También se hallan otras estructuras familiares. Hoy en día, es común ver a personas del mismo sexo entablando una relación, con hijos adoptados o de relaciones anteriores, los cuales crecen en un entorno lejos de prejuicios. Mientras que la cantidad de divorcios y separaciones, que se ha incrementado con el paso de los años, ha dado como resultado padres solteros que crían y educan a sus hijos por sí solos.
Por otro lado, es lamentable como en estos tiempos existe una perspectiva superficial y materialista. Los hijos se ven afectados de manera inevitable por esto, convirtiéndose en competidores de las expectativas y las ansias de poder que muchos padres anteponen. Las aspiraciones profesionales y económicas pasan a primer lugar, afectando la estabilidad familiar y lastimando psicológicamente a los niños.
Otro factor a analizar es la perdida de interés sobre el matrimonio. Las personas prefieren mantener una convivencia y con el tiempo obtener determinados beneficios legales. Es una decisión comprensible si se tratara únicamente de su vida, pero como influye en la mentalidad de sus hijos, a larga terminará por destruir un concepto que en el pasado fue uno de los pilares de la sociedad.
En conclusión, nos podemos dar cuenta que la familia moderna es radicalmente distinta a la tradicional. La mujer no solo se limita a labores de la casa, sino que se convierte en un apoyo económico para la misma y su relevancia en cargos de poder ha provocado una visión más inclusiva del mundo. Asimismo, se puede encontrar una mayor presencia de divorcios y separaciones. Mientras que lo más preocupante es la anteposición del trabajo, dinero y beneficios personales por sobre los hijos.