Leído y releído incesantemente, El Matadero sigue produciendo de entrada la misma confusa sensación. Sin duda que hay un núcleo dramático en el que culmina la narración, sin duda que todo converge hacia el hecho en el que se depositan significaciones ejemplificadoras pero no obstante habría derecho a vacilar acerca de la índole retórica de esta pieza. Podemos decir que es un cuento puesto que la mayor intensidad se da en torno a dicho núcleo, puesto que hay una solución y todos los elementos que están en juego, aun los conceptuales o descriptivos, le sirven, puesto que se cumplen tradicionales requisitos de concentración narrativa; en todo caso lo podemos decir al final, hecho el cómputo de la totalidad pero también extraviada la «memoria narrativa», es decir perdida esa facultad de acumulación que define la existencia del lector y gracias a la cual lo ya transcurrido no desaparece de su conciencia sino que se integra con lo que está transcurriendo
Leído y releído incesantemente, El Matadero sigue produciendo de entrada la misma confusa sensación. Sin duda que hay un núcleo dramático en el que culmina la narración, sin duda que todo converge hacia el hecho en el que se depositan significaciones ejemplificadoras pero no obstante habría derecho a vacilar acerca de la índole retórica de esta pieza. Podemos decir que es un cuento puesto que la mayor intensidad se da en torno a dicho núcleo, puesto que hay una solución y todos los elementos que están en juego, aun los conceptuales o descriptivos, le sirven, puesto que se cumplen tradicionales requisitos de concentración narrativa; en todo caso lo podemos decir al final, hecho el cómputo de la totalidad pero también extraviada la «memoria narrativa», es decir perdida esa facultad de acumulación que define la existencia del lector y gracias a la cual lo ya transcurrido no desaparece de su conciencia sino que se integra con lo que está transcurriendo