Era una tarde de primavera. El Sol bañaba con su manto de luz el paisaje, mientras se oía la música del arroyo que corría entre las piedras. Un león dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol. De repente, un ratón, tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga, se subió a su lomo y empezó a moverse de un lado para otro. —Grrrrr —rugió furioso el león, al ver su sueño interrumpido por semejante animalejo. Tomó con sus garras al ratón y se lo llevó a la boca, pero el ratón, desesperado, le dijo: —¡Por favor, suéltame! Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás. El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir. Poco tiempo después, el león paseaba por la selva cuando cayó en una trampa que unos cazadores habían colocado. Estos, aprovecharon que el león se había desmayado, y lo subieron y ataron un árbol. —Buaaah…Sniffff… ¡Ayúdenme! —gemía el león. Casualmente, el ratón pasaba por allí y oyó al león. Ni lerdo ni perezoso, se acercó al árbol y con sus dientes royó las sogas que lo mantenían atado. —¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo —dijo el león.
OnomatopeyaEra una tarde de primavera. El Sol bañaba con su manto de luz el paisaje, mientras se oía la música del arroyo que corría entre las piedras. Un león dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol. De repente, un ratón, tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga, se subió a su lomo y empezó a moverse de un lado para otro. —Grrrrr —rugió furioso el león, al ver su sueño interrumpido por semejante animalejo. Tomó con sus garras al ratón y se lo llevó a la boca, pero el ratón, desesperado, le dijo: —¡Por favor, suéltame! Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás. El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir. Poco tiempo después, el león paseaba por la selva cuando cayó en una trampa que unos cazadores habían colocado. Estos, aprovecharon que el león se había desmayado, y lo subieron y ataron un árbol. —Buaaah…Sniffff… ¡Ayúdenme! —gemía el león. Casualmente, el ratón pasaba por allí y oyó al león. Ni lerdo ni perezoso, se acercó al árbol y con sus dientes royó las sogas que lo mantenían atado. —¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo —dijo el león
(Adaptación de una fábula de Esopo.)
Símil: “un ratón tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga”.
Hipérbole: “Mi corazón es tuyo”.
Metáfora: “el Sol bañaba con su manto de luz el paisaje”, “la música del arroyo”.
: “grrrrr”, “buaaaah”, “sniffff”.
Era una tarde de primavera. El Sol bañaba con su manto de luz el paisaje, mientras se oía la música del arroyo que corría entre las piedras. Un león dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol. De repente, un ratón, tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga, se subió a su lomo y empezó a moverse de un lado para otro. —Grrrrr —rugió furioso el león, al ver su sueño interrumpido por semejante animalejo. Tomó con sus garras al ratón y se lo llevó a la boca, pero el ratón, desesperado, le dijo: —¡Por favor, suéltame! Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás. El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir. Poco tiempo después, el león paseaba por la selva cuando cayó en una trampa que unos cazadores habían colocado. Estos, aprovecharon que el león se había desmayado, y lo subieron y ataron un árbol. —Buaaah…Sniffff… ¡Ayúdenme! —gemía el león. Casualmente, el ratón pasaba por allí y oyó al león. Ni lerdo ni perezoso, se acercó al árbol y con sus dientes royó las sogas que lo mantenían atado. —¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo —dijo el león
Hipérbole: “Mi corazón es tuyo”.
Personificación: “El ratón, le dijo: ‘Por favor, suéltame. Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás’”, “El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir”, “‘¡Ayúdenme!’, gemía el león”, “‘¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo’ dijo el león”.
Respuesta:
Era una tarde de primavera. El Sol bañaba con su manto de luz el paisaje, mientras se oía la música del arroyo que corría entre las piedras. Un león dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol. De repente, un ratón, tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga, se subió a su lomo y empezó a moverse de un lado para otro. —Grrrrr —rugió furioso el león, al ver su sueño interrumpido por semejante animalejo. Tomó con sus garras al ratón y se lo llevó a la boca, pero el ratón, desesperado, le dijo: —¡Por favor, suéltame! Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás. El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir. Poco tiempo después, el león paseaba por la selva cuando cayó en una trampa que unos cazadores habían colocado. Estos, aprovecharon que el león se había desmayado, y lo subieron y ataron un árbol. —Buaaah…Sniffff… ¡Ayúdenme! —gemía el león. Casualmente, el ratón pasaba por allí y oyó al león. Ni lerdo ni perezoso, se acercó al árbol y con sus dientes royó las sogas que lo mantenían atado. —¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo —dijo el león.
OnomatopeyaEra una tarde de primavera. El Sol bañaba con su manto de luz el paisaje, mientras se oía la música del arroyo que corría entre las piedras. Un león dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol. De repente, un ratón, tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga, se subió a su lomo y empezó a moverse de un lado para otro. —Grrrrr —rugió furioso el león, al ver su sueño interrumpido por semejante animalejo. Tomó con sus garras al ratón y se lo llevó a la boca, pero el ratón, desesperado, le dijo: —¡Por favor, suéltame! Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás. El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir. Poco tiempo después, el león paseaba por la selva cuando cayó en una trampa que unos cazadores habían colocado. Estos, aprovecharon que el león se había desmayado, y lo subieron y ataron un árbol. —Buaaah…Sniffff… ¡Ayúdenme! —gemía el león. Casualmente, el ratón pasaba por allí y oyó al león. Ni lerdo ni perezoso, se acercó al árbol y con sus dientes royó las sogas que lo mantenían atado. —¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo —dijo el león
(Adaptación de una fábula de Esopo.)
Símil: “un ratón tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga”.
Hipérbole: “Mi corazón es tuyo”.
Metáfora: “el Sol bañaba con su manto de luz el paisaje”, “la música del arroyo”.
: “grrrrr”, “buaaaah”, “sniffff”.
Era una tarde de primavera. El Sol bañaba con su manto de luz el paisaje, mientras se oía la música del arroyo que corría entre las piedras. Un león dormía plácidamente bajo la sombra de un árbol. De repente, un ratón, tan pequeño que más que un ratón parecía una pulga, se subió a su lomo y empezó a moverse de un lado para otro. —Grrrrr —rugió furioso el león, al ver su sueño interrumpido por semejante animalejo. Tomó con sus garras al ratón y se lo llevó a la boca, pero el ratón, desesperado, le dijo: —¡Por favor, suéltame! Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás. El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir. Poco tiempo después, el león paseaba por la selva cuando cayó en una trampa que unos cazadores habían colocado. Estos, aprovecharon que el león se había desmayado, y lo subieron y ataron un árbol. —Buaaah…Sniffff… ¡Ayúdenme! —gemía el león. Casualmente, el ratón pasaba por allí y oyó al león. Ni lerdo ni perezoso, se acercó al árbol y con sus dientes royó las sogas que lo mantenían atado. —¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo —dijo el león
Hipérbole: “Mi corazón es tuyo”.
Personificación: “El ratón, le dijo: ‘Por favor, suéltame. Si me dejas ir, algún día me lo agradecerás’”, “El león, divertido con la ocurrencia, lo dejó ir”, “‘¡Ayúdenme!’, gemía el león”, “‘¡Un millón de gracias, pequeño amigo! De ahora en más, mi corazón es tuyo’ dijo el león”.