Un artículo de divulgación cientifica sobre la amígdala cerebral
DonatellaGaga
LA AMÍGDALA, EL CENTRO DE CONTROL EMOCIONALEs sabido que las emociones se generan en el sistema nervioso: las de miedo o de rabia se originan en la amígdala cerebral, aunque las de alegría o de felicidad no se sabe bien dónde se producen. La amígdala es una pequeña estructura situada en el interior de los lóbulos temporales de cerebro y su actividad es fundamental para la supervivencia del individuo. Cuando está lesionada desaparece la agresividad del individuo y su capacidad para mostrar miedo. Es una especie de síndrome de “Juan sin miedo”, que impide valorar si un estímulo es amenazador, y cómo se debe responder a él. Una vez que ha analizado el estímulo decide si la respuesta debe ser de agresividad o de miedo y envía señales al hipotálamo para que ponga en marcha los mecanismos de defensa. Por ejemplo, cuando un gato siente miedo, se le eriza el pelo y los músculos se tensan para preparar una posible huída. Los humanos también reaccionamos de forma involuntaria ante una situación de pánico: se nos acelera el ritmo cardíaco, se nos pone carne de gallina, sudamos, etc. Un experimento reciente aporta nueva información sobre el papel de la amígdala ante la toma de decisiones arriesgadas. El experimento viene a ser una especie de “Quién quiere ser millonario” en ese momento clave en que hay que decidir si apostar por el premio gordo con el riesgo de perderlo casi todo, o plantarse con la mitad de ese premio gordo. El grupo de control, formado por personas con la amígdala sana, optaron por las opciones más conservadoras, mientras que los pacientes con la amígdala dañada eran mucho más propensos a las apuestas arriesgadas. La conclusión es que la amígdala es el origen de las respuestas emocionales inconscientes y nos ayuda a ser más cautos. No solo está implicada en el procesamiento del miedo ante un peligro físico, sino que parece que también nos hace ser prudentes ante la posible pérdida de dinero. Es decir, la amígdala activa mecanismos para inhibir cualquier actuación cuyo resultado pueda ser adverso. Sin embargo, no resulta fácil hacer extensible esta conclusión a otras actuaciones inconscientes de la amígdala, como cuando limita la respuesta sexual de una mujer. Según la neuropsiquiatra Louann Brizendine, autora del libro El cerebro femenino, “la mujer, para tener un orgasmo, debe desconectar la amígdala”, y añade: “Tienes que apagar la amígdala, que es el centro del temor y la ansiedad en el cerebro. La desactivas, es algo inconsciente, y tienes un orgasmo. Ayuda mucho apagar el móvil.”
Cuando está lesionada desaparece la agresividad del individuo y su capacidad para mostrar miedo. Es una especie de síndrome de “Juan sin miedo”, que impide valorar si un estímulo es amenazador, y cómo se debe responder a él. Una vez que ha analizado el estímulo decide si la respuesta debe ser de agresividad o de miedo y envía señales al hipotálamo para que ponga en marcha los mecanismos de defensa. Por ejemplo, cuando un gato siente miedo, se le eriza el pelo y los músculos se tensan para preparar una posible huída. Los humanos también reaccionamos de forma involuntaria ante una situación de pánico: se nos acelera el ritmo cardíaco, se nos pone carne de gallina, sudamos, etc.
Un experimento reciente aporta nueva información sobre el papel de la amígdala ante la toma de decisiones arriesgadas. El experimento viene a ser una especie de “Quién quiere ser millonario” en ese momento clave en que hay que decidir si apostar por el premio gordo con el riesgo de perderlo casi todo, o plantarse con la mitad de ese premio gordo. El grupo de control, formado por personas con la amígdala sana, optaron por las opciones más conservadoras, mientras que los pacientes con la amígdala dañada eran mucho más propensos a las apuestas arriesgadas.
La conclusión es que la amígdala es el origen de las respuestas emocionales inconscientes y nos ayuda a ser más cautos. No solo está implicada en el procesamiento del miedo ante un peligro físico, sino que parece que también nos hace ser prudentes ante la posible pérdida de dinero. Es decir, la amígdala activa mecanismos para inhibir cualquier actuación cuyo resultado pueda ser adverso.
Sin embargo, no resulta fácil hacer extensible esta conclusión a otras actuaciones inconscientes de la amígdala, como cuando limita la respuesta sexual de una mujer. Según la neuropsiquiatra Louann Brizendine, autora del libro El cerebro femenino, “la mujer, para tener un orgasmo, debe desconectar la amígdala”, y añade: “Tienes que apagar la amígdala, que es el centro del temor y la ansiedad en el cerebro. La desactivas, es algo inconsciente, y tienes un orgasmo. Ayuda mucho apagar el móvil.”