Situación política: El pueblo francés ya estaba cansado y no confiaba en la sociedad de órdenes, tal como existía hacia finales del Siglo XVIII y tal como más o menos venía repitiéndose desde hacía cientos de años, puesto que en los hechos había derivado en una clase privilegiada (la nobleza) demasiado rica, con muchos poderes, y poco numerosa, que confrontaba con una mayoría de la población (el llamado estado llano), que era extremadamente pobre, y que tenía muy pocos derechos.12
(B) Situación económica: Francia había sufrido, durante los años que precedieron a 1789, numerosas sequías y heladas, lo que había arruinado varias cosechas. No obstante esa penosa situación, los agricultores debían cumplir con sus obligaciones fiscales, independientemente de los rendimientos agrícolas obtenidos. Y poco a poco, y año a año, la situación se transformó en insoportable, pues en los campos y en ciertos sectores de las ciudades, la desnutrición y aún la muerte por inanición, pasó a ser algo relativamente corriente.3
(C) Mundo de las ideas:4 Acciones de filósofos y enciclopedistas, así como acontecimientos internacionales (como por ejemplo la independencia estadounidense), también aportaron lo suyo, dando base teórica a la necesidad y posibilidad de instrumentar cambios; burgueses y aún nobles liberales, instruidos y de buen nivel cultural, hicieron sus contribuciones en cuanto a difusión de ideas nuevas y en cuanto a convincentes y encendidos discursos.5
(D) Situación social: Como resultado del devenir económico y de la rigidez de la estructura política que acaba de ser presentada, el pueblo aspiraba a mejorar su propia y penosa situación, ya que no podía tolerar ni soportar más una sociedad tan injusta y tan rígida, que los conducía a la extrema pobreza y al hambre.5
El agitado período prerrevolucionario de 1788-1789 desembocó en una verdadera movilización popular en la primavera de 1789, en la que la redacción de los cuadernos de quejas y la preparación de los Estados Generales en marzo-abril de 1789 impulsaron un mayor deseo de justicia social y de implicación política de las clases populares. Cuando se abrieron las sesiones de los Estados Generales en mayo de 1789, ya estaba en marcha una revolución política y jurídica que se concretaría en la creación de la Asamblea Nacional, convertida al poco tiempo en Asamblea Nacional Constituyente. Finalmente el 14 de julio de 1789, la Toma de la Bastilla, un cuartel-cárcel símbolo de la justicia arbitraria y del despotismo, marcaría simbólicamente el final del absolutismo.6
Respuesta:
Situación política: El pueblo francés ya estaba cansado y no confiaba en la sociedad de órdenes, tal como existía hacia finales del Siglo XVIII y tal como más o menos venía repitiéndose desde hacía cientos de años, puesto que en los hechos había derivado en una clase privilegiada (la nobleza) demasiado rica, con muchos poderes, y poco numerosa, que confrontaba con una mayoría de la población (el llamado estado llano), que era extremadamente pobre, y que tenía muy pocos derechos.12
(B) Situación económica: Francia había sufrido, durante los años que precedieron a 1789, numerosas sequías y heladas, lo que había arruinado varias cosechas. No obstante esa penosa situación, los agricultores debían cumplir con sus obligaciones fiscales, independientemente de los rendimientos agrícolas obtenidos. Y poco a poco, y año a año, la situación se transformó en insoportable, pues en los campos y en ciertos sectores de las ciudades, la desnutrición y aún la muerte por inanición, pasó a ser algo relativamente corriente.3
(C) Mundo de las ideas:4 Acciones de filósofos y enciclopedistas, así como acontecimientos internacionales (como por ejemplo la independencia estadounidense), también aportaron lo suyo, dando base teórica a la necesidad y posibilidad de instrumentar cambios; burgueses y aún nobles liberales, instruidos y de buen nivel cultural, hicieron sus contribuciones en cuanto a difusión de ideas nuevas y en cuanto a convincentes y encendidos discursos.5
(D) Situación social: Como resultado del devenir económico y de la rigidez de la estructura política que acaba de ser presentada, el pueblo aspiraba a mejorar su propia y penosa situación, ya que no podía tolerar ni soportar más una sociedad tan injusta y tan rígida, que los conducía a la extrema pobreza y al hambre.5
El agitado período prerrevolucionario de 1788-1789 desembocó en una verdadera movilización popular en la primavera de 1789, en la que la redacción de los cuadernos de quejas y la preparación de los Estados Generales en marzo-abril de 1789 impulsaron un mayor deseo de justicia social y de implicación política de las clases populares. Cuando se abrieron las sesiones de los Estados Generales en mayo de 1789, ya estaba en marcha una revolución política y jurídica que se concretaría en la creación de la Asamblea Nacional, convertida al poco tiempo en Asamblea Nacional Constituyente. Finalmente el 14 de julio de 1789, la Toma de la Bastilla, un cuartel-cárcel símbolo de la justicia arbitraria y del despotismo, marcaría simbólicamente el final del absolutismo.6
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