La transformación del ser humano hacia la esperanza de la paz profunda, de la lucidez, de la cesación del sufrimiento sólo puede lograrse mirando hacia adentro", decía ayer en el club FARO José María Doria, fundador de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal. "La salida de la crisis está dentro" fue el título de una charla en la que, con palabra brillante, reivindicó el silencio, "hacernos amigos del silencio aunque esté tan mal visto en un mundo lleno de ruidos en el que estamos arrastrado por un ´feeling´ de ansiedad constante. Creo que aquel ser humano que no dediqué un tiempo del día al silencio podría enloquecer por tanto ruido y tanto ahora. Todas las escuelas de pensamiento y religiones nos han hablado de este silencio, de esa meditación necesaria, esa atención hacia adentro, ese observar qué pasa en nosotros, esas personas que ante los mismos hechos reaccionan de modo contrario. Y es que los hechos son neutros, nosotros los aprovechamos para nuestra experiencia o nos hundimos con ellos. Recuerdo ahora el estudio que hizo el psiquiatra Viktor Emil Frankl, recluido en campos de concentración alemanes en los que caían compañeros como moscas, preguntándose qué tenían en común los que sobrevivían, como él". Presentado por el economista José Alonso, este psicólogo se apresuró a matizar tal afirmación. "Me refiero –dijo– a la salida del conflicto existencial, que adopta forma de crisis, de enfermedad, de conflictos personales que nos llevan a la frustración o al desengaño "La Humanidad –afirmó– está dando pasos agigantados y estamos en un momento clave hasta el punto de que me atrevería a decir que el futuro o será metafísico y contemplativo o no será. La paz que anhelamos no está en opciones políticas u otras, no está en los exteriores sino en nuestro propio corazón. Pero ese anhelo, esa necesidad de búsqueda la sentimos más cuando algo altera dolorosamente nuestra vida, cuando tenemos alguna pérdida de algo que queremos, sea amor, poder..." Piensa Doria que lo que en realidad sucede en este siglo XXI es más hondo porque afecta al desprendimiento de nuestra vieja identidad. Una identidad asociada al patriarcado, al predominio del pensamiento y del control, a la búsqueda de una seguridad efímera en la razón y el dinero, al apego al placer y la huida del dolor como rumbo existencial, y a la preeminencia de la imagen superficial como sucedáneo de la esencia. "En los principios del tercer milenio –considera– la Tierra enfrenta una nueva crisis y las premisas egocéntricas de supervivencia que hasta aquí han guiado el curso del hombre, ya no funcionan, aunque fueran fundamentales desde tiempos prehistóricos. El egocentrismo inherente al desarrollo de aquellas primitivas comunidades y antiguos estados sin conexión alguna, caducó".
Todas las especies de organismos tienen su origen en un proceso de evolución biológica. Durante este proceso van surgiendo nuevas especies a causa de una serie de cambios naturales. En los animales que se reproducen sexualmente, incluido el ser humano, el término especie se refiere a un grupo cuyos miembros adultos se aparean de forma regular dando lugar a una descendencia fértil, es decir, vástagos que, a su vez, son capaces de reproducirse. Los científicos clasifican cada especie mediante un nombre científico único de dos términos. En este sistema el hombre moderno recibe el nombre de Homo sapiens .
El mecanismo del cambio evolutivo reside en los genes las unidades básicas hereditarias. Los genes determinan el desarrollo del cuerpo y de la conductade un determinado organismo durante su vida. La información contenida en los genes puede variar y este proceso es conocido como mutación. La forma en que determinados genes se expresan —cómo afectan al cuerpo o al comportamiento de un organismo— también puede variar. Con el transcurso del tiempo, el cambio genético puede modificar un aspecto principal de la vida de una especie como, por ejemplo, su alimentación, su crecimiento o sus condiciones de habitabilidad.
Los cambios genéticos pueden mejorar la capacidad de los organismos para sobrevivir, reproducirse y, en animales, criar a su descendencia. Este proceso se denomina adaptación. Los progenitores transmiten mutaciones genéticas adaptables a su descendencia y finalmente estos cambios se generalizan en una población —un grupo de organismos de la misma especie que comparten un hábitat local particular. Existen numerosos factores que pueden favorecer nuevas adaptaciones, pero los cambios del entorno desempeñan a menudo un papel importante. Las antiguas especies de homínidos se fueron adaptando a nuevos entornos a medida que sus genes iban mutando, modificando así su anatomía (estructura corporal), fisiología (procesosfísicos y químicos tales como la digestión) y comportamiento. A lo largo de grandes periodos de tiempo esta evolución fue modificando profundamente al ser humano y a su forma de vida.
Los científicos estiman que la línea de los homínidos comenzó a separarse de la de los simios africanos hace unos 10 o 5 millones de años. Esta cifra se ha fijado comparando las diferencias entre el mapa genético del género humano y el de los simios, y calculando a continuación el tiempo probable que pudieron tardar en desarrollarse estas diferencias. Utilizando técnicas similares y comparando las variaciones genéticas entre las poblaciones humanas en todo el mundo, los científicos han llegado a la conclusión de que los hombres tal vez compartieron unos antepasados genéticos comunes que vivieron hace unos 290.000 - 130.000 años.
La transformación del ser humano hacia la esperanza de la paz profunda, de la lucidez, de la cesación del sufrimiento sólo puede lograrse mirando hacia adentro", decía ayer en el club FARO José María Doria, fundador de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal.
"La salida de la crisis está dentro" fue el título de una charla en la que, con palabra brillante, reivindicó el silencio, "hacernos amigos del silencio aunque esté tan mal visto en un mundo lleno de ruidos en el que estamos arrastrado por un ´feeling´ de ansiedad constante. Creo que aquel ser humano que no dediqué un tiempo del día al silencio podría enloquecer por tanto ruido y tanto ahora. Todas las escuelas de pensamiento y religiones nos han hablado de este silencio, de esa meditación necesaria, esa atención hacia adentro, ese observar qué pasa en nosotros, esas personas que ante los mismos hechos reaccionan de modo contrario. Y es que los hechos son neutros, nosotros los aprovechamos para nuestra experiencia o nos hundimos con ellos. Recuerdo ahora el estudio que hizo el psiquiatra Viktor Emil Frankl, recluido en campos de concentración alemanes en los que caían compañeros como moscas, preguntándose qué tenían en común los que sobrevivían, como él".
Presentado por el economista José Alonso, este psicólogo se apresuró a matizar tal afirmación. "Me refiero –dijo– a la salida del conflicto existencial, que adopta forma de crisis, de enfermedad, de conflictos personales que nos llevan a la frustración o al desengaño "La Humanidad –afirmó– está dando pasos agigantados y estamos en un momento clave hasta el punto de que me atrevería a decir que el futuro o será metafísico y contemplativo o no será. La paz que anhelamos no está en opciones políticas u otras, no está en los exteriores sino en nuestro propio corazón. Pero ese anhelo, esa necesidad de búsqueda la sentimos más cuando algo altera dolorosamente nuestra vida, cuando tenemos alguna pérdida de algo que queremos, sea amor, poder..."
Piensa Doria que lo que en realidad sucede en este siglo XXI es más hondo porque afecta al desprendimiento de nuestra vieja identidad. Una identidad asociada al patriarcado, al predominio del pensamiento y del control, a la búsqueda de una seguridad efímera en la razón y el dinero, al apego al placer y la huida del dolor como rumbo existencial, y a la preeminencia de la imagen superficial como sucedáneo de la esencia.
"En los principios del tercer milenio –considera– la Tierra enfrenta una nueva crisis y las premisas egocéntricas de supervivencia que hasta aquí han guiado el curso del hombre, ya no funcionan, aunque fueran fundamentales desde tiempos prehistóricos. El egocentrismo inherente al desarrollo de aquellas primitivas comunidades y antiguos estados sin conexión alguna, caducó".
Todas las especies de organismos tienen su origen en un proceso de evolución biológica. Durante este proceso van surgiendo nuevas especies a causa de una serie de cambios naturales. En los animales que se reproducen sexualmente, incluido el ser humano, el término especie se refiere a un grupo cuyos miembros adultos se aparean de forma regular dando lugar a una descendencia fértil, es decir, vástagos que, a su vez, son capaces de reproducirse. Los científicos clasifican cada especie mediante un nombre científico único de dos términos. En este sistema el hombre moderno recibe el nombre de Homo sapiens .
El mecanismo del cambio evolutivo reside en los genes las unidades básicas hereditarias. Los genes determinan el desarrollo del cuerpo y de la conductade un determinado organismo durante su vida. La información contenida en los genes puede variar y este proceso es conocido como mutación. La forma en que determinados genes se expresan —cómo afectan al cuerpo o al comportamiento de un organismo— también puede variar. Con el transcurso del tiempo, el cambio genético puede modificar un aspecto principal de la vida de una especie como, por ejemplo, su alimentación, su crecimiento o sus condiciones de habitabilidad.
Los cambios genéticos pueden mejorar la capacidad de los organismos para sobrevivir, reproducirse y, en animales, criar a su descendencia. Este proceso se denomina adaptación. Los progenitores transmiten mutaciones genéticas adaptables a su descendencia y finalmente estos cambios se generalizan en una población —un grupo de organismos de la misma especie que comparten un hábitat local particular. Existen numerosos factores que pueden favorecer nuevas adaptaciones, pero los cambios del entorno desempeñan a menudo un papel importante. Las antiguas especies de homínidos se fueron adaptando a nuevos entornos a medida que sus genes iban mutando, modificando así su anatomía (estructura corporal), fisiología (procesosfísicos y químicos tales como la digestión) y comportamiento. A lo largo de grandes periodos de tiempo esta evolución fue modificando profundamente al ser humano y a su forma de vida.
Los científicos estiman que la línea de los homínidos comenzó a separarse de la de los simios africanos hace unos 10 o 5 millones de años. Esta cifra se ha fijado comparando las diferencias entre el mapa genético del género humano y el de los simios, y calculando a continuación el tiempo probable que pudieron tardar en desarrollarse estas diferencias. Utilizando técnicas similares y comparando las variaciones genéticas entre las poblaciones humanas en todo el mundo, los científicos han llegado a la conclusión de que los hombres tal vez compartieron unos antepasados genéticos comunes que vivieron hace unos 290.000 - 130.000 años.