La experiencia de Dios toca al ser humano desde lo más profundo y podríamos decir que pasa por su piel, es decir, por su vivencia de las cosas, por sus sentidos, por ello el deseo, que se conecta con el campo emocional –las mociones– pasa a ser un núcleo articulador y movilizador de la experiencia.
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La experiencia de Dios toca al ser humano desde lo más profundo y podríamos decir que pasa por su piel, es decir, por su vivencia de las cosas, por sus sentidos, por ello el deseo, que se conecta con el campo emocional –las mociones– pasa a ser un núcleo articulador y movilizador de la experiencia.
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porque sin él no fuéramos nada en esta vida Un ejemplo muy claro es la creación espero verte ayudado