En aquellos tiempos, caminó Elías por el desierto un día entero y finalmente se sentó bajo un árbol de retama, sintió deseos de morir y dijo: “Basta ya, Señor. Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres”. Después se recostó y se quedó dormido.
Pero un ángel del Señor llegó a despertarlo y le dijo: “Levántate y come”. Elías abrió los ojos y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y un jarro de agua. Después de comer y beber, se volvió a recostar y se durmió.
Por segunda vez, el ángel del Señor lo despertó y le dijo: “Levántate y come, porque aún te queda un largo camino”. Se levantó Elías. Comió y bebió. Y con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
sobre que trato el evangelio de el 8 de agosto del 2021
En la solemnidad de Santo Domingo conmemoramos este año 800 años de su muerte. La celebración de su Dies Natalisestá siendo una ocasión de gracia para la Orden de Predicadores y para toda la Iglesia. El Año Jubilar dominicano está siendo especialmente significativo al recordarnos uno de los valores más importantes del legado espiritual que nos ha dejado Domingo: el valor de la vida común fraterna. Este valor evangélico se nos recuerda con la finalidad de renovar, en la Iglesia, el compromiso de la Orden de Predicadores con el mundo.
En nuestro mundo, no en otro, estamos llamados como creyentes -y dominicos- a buscar a Dios, profundizar en su Palabra y descubrir su presencia. Para ello el legado espiritual de santo Domingo, su personalidad, es un referente en la historia de la Iglesia.
En el día de su fiesta -solemnidad para la Familia Dominicana- se nos ofrece una reflexión sobre la Palabra de Dios que se condensa en el mensaje de la fraternidad evangélica: la verdad buscada se encuentra en la amistad íntima con Dios; en el valor de la Palabra, sentida y proclamada, cuando ésta no se proclama al margen de los demás, sino que los dignifica porque los tiene en cuenta; y, en la calidad humana de las relaciones interpersonales, entre grupos diferentes de personas, porque ahí surge la luz y la sal evangélicas; calor humano y sazón fraterna para iluminar el camino de la vida.
Participar «en la mesa con santo Domingo» nos lleva a profundizar en lo fundamental de las relaciones humanas. Cada uno sabe, en su interior, lo que eso implica para la propia vida y la de los demás.
Respuesta:
Primera lectura
Del Primero Libro de Los Reyes 19, 4-8
En aquellos tiempos, caminó Elías por el desierto un día entero y finalmente se sentó bajo un árbol de retama, sintió deseos de morir y dijo: “Basta ya, Señor. Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres”. Después se recostó y se quedó dormido.
Pero un ángel del Señor llegó a despertarlo y le dijo: “Levántate y come”. Elías abrió los ojos y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y un jarro de agua. Después de comer y beber, se volvió a recostar y se durmió.
Por segunda vez, el ángel del Señor lo despertó y le dijo: “Levántate y come, porque aún te queda un largo camino”. Se levantó Elías. Comió y bebió. Y con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Explicación:
Respuesta:
sobre que trato el evangelio de el 8 de agosto del 2021
En la solemnidad de Santo Domingo conmemoramos este año 800 años de su muerte. La celebración de su Dies Natalisestá siendo una ocasión de gracia para la Orden de Predicadores y para toda la Iglesia. El Año Jubilar dominicano está siendo especialmente significativo al recordarnos uno de los valores más importantes del legado espiritual que nos ha dejado Domingo: el valor de la vida común fraterna. Este valor evangélico se nos recuerda con la finalidad de renovar, en la Iglesia, el compromiso de la Orden de Predicadores con el mundo.
En nuestro mundo, no en otro, estamos llamados como creyentes -y dominicos- a buscar a Dios, profundizar en su Palabra y descubrir su presencia. Para ello el legado espiritual de santo Domingo, su personalidad, es un referente en la historia de la Iglesia.
En el día de su fiesta -solemnidad para la Familia Dominicana- se nos ofrece una reflexión sobre la Palabra de Dios que se condensa en el mensaje de la fraternidad evangélica: la verdad buscada se encuentra en la amistad íntima con Dios; en el valor de la Palabra, sentida y proclamada, cuando ésta no se proclama al margen de los demás, sino que los dignifica porque los tiene en cuenta; y, en la calidad humana de las relaciones interpersonales, entre grupos diferentes de personas, porque ahí surge la luz y la sal evangélicas; calor humano y sazón fraterna para iluminar el camino de la vida.
Participar «en la mesa con santo Domingo» nos lleva a profundizar en lo fundamental de las relaciones humanas. Cada uno sabe, en su interior, lo que eso implica para la propia vida y la de los demás.