Esta es la historia de Omar, un chico al que sus padres decidieron mandar de vacaciones al campo con su tía Poli. Aunque Poli era hermana de la madre de Omar, estas dos no se llevaban para nada bien. Sin embargo, su padre insistía en que Omar debía ir de vacaciones a casa de tía Poli.
Poli era una mujer con una personalidad bastante extraña, es decir, nada de lo que comúnmente se ve. Sin embargo, era de buenos sentimientos y amaba la naturaleza, era conocida como “la loca de la naturaleza”. Para ella, cualquier atentado contra los seres vivos era una gran ofensa.
Estando ya en casa de tía Poli en el campo Cordobés, Omar nota que todo allí es muy humilde. Muchas cosas le llaman la atención. Con el pasar de los días, la relación entre tía Poli y Omar se vuelve mucho más fuerte y agradable. Omar aprende a hacer fuego en el horno de barro, a cebar mate, a cortar leña y muchas actividades más. Conoce un sulki y fácilmente se acostumbra a la vida en el campo.
Su amistad con Roberto, el perro y única compañía de tía Poli, era también muy estrecha. Todo marchaba bien, sin embargo, con el tiempo aconteció algo que se convirtió en una pesadilla para Omar: La cantidad de hormigas que habitaba la casa y sus alrededores y que ya una vez le habían jugado una mala pasada a Omar al comerse los rosales que con mucho cariño había comprado para su tía Poli.
Desde aquél día, Omar su propuso acabar con ellas a como diera lugar. Primero, intentó con un veneno que no dio resultado. Luego, lo intentó con otro un poco más fuerte. Omar pasó muchos días siguiéndole la pista a las hormigas en compañía del buen Roberto pero no daba con su paradero. Cada vez se sentía más desesperado pues su estadía en el campo ya casi terminaba y le preocupaba tener que devolverse para la ciudad dejando a su querida tía Poli. El pobre Omar hasta tuvo que recurrir a un viejo libro acerca de las hormigas y todo lo relacionado con ellas. Aprendió muchas cosas útiles pero todos sus esfuerzos eran en vano.
A escondidas de tía Poli, quien defendía las hormigas, Omar pensó en muchas formas para exterminarlas. Cada día buscaba los hormigueros con sus bocas activas que finalmente lo conducirían al paradero de aquellos pequeños pero destructores engendros. Había algo que llamaba aún mucho más la atención de Omar. En el libro decía que las hormigas podían llegar a comerse a una persona si lo hacían todas unidas. Esto lo puso en alertar pues no quería que se comieran a su tía.
Pero, el final de esta historia fue asombroso. Una noche, al dormir, Omar notó que Roberto aterrorizado ladraba y hacía escándalo por algo que estaba sucediendo. Rápidamente se paró de su cama y al buscar a su tía Poli, vio la gigantesca, escalofriante y aterradora fila de hormigas que salían del cuarto de tía Poli. Al asomarse, qué sorpresa se llevó al ver que las hormigas salían de su grande y negra boca. Ella jamás hubiese querido que su sobrino Omar la viera de esta manera.
Esta es la historia de Omar, un chico al que sus padres decidieron mandar de vacaciones al campo con su tía Poli. Aunque Poli era hermana de la madre de Omar, estas dos no se llevaban para nada bien. Sin embargo, su padre insistía en que Omar debía ir de vacaciones a casa de tía Poli.
Poli era una mujer con una personalidad bastante extraña, es decir, nada de lo que comúnmente se ve. Sin embargo, era de buenos sentimientos y amaba la naturaleza, era conocida como “la loca de la naturaleza”. Para ella, cualquier atentado contra los seres vivos era una gran ofensa.
Estando ya en casa de tía Poli en el campo Cordobés, Omar nota que todo allí es muy humilde. Muchas cosas le llaman la atención. Con el pasar de los días, la relación entre tía Poli y Omar se vuelve mucho más fuerte y agradable. Omar aprende a hacer fuego en el horno de barro, a cebar mate, a cortar leña y muchas actividades más. Conoce un sulki y fácilmente se acostumbra a la vida en el campo.
Su amistad con Roberto, el perro y única compañía de tía Poli, era también muy estrecha. Todo marchaba bien, sin embargo, con el tiempo aconteció algo que se convirtió en una pesadilla para Omar: La cantidad de hormigas que habitaba la casa y sus alrededores y que ya una vez le habían jugado una mala pasada a Omar al comerse los rosales que con mucho cariño había comprado para su tía Poli.
Desde aquél día, Omar su propuso acabar con ellas a como diera lugar. Primero, intentó con un veneno que no dio resultado. Luego, lo intentó con otro un poco más fuerte. Omar pasó muchos días siguiéndole la pista a las hormigas en compañía del buen Roberto pero no daba con su paradero. Cada vez se sentía más desesperado pues su estadía en el campo ya casi terminaba y le preocupaba tener que devolverse para la ciudad dejando a su querida tía Poli. El pobre Omar hasta tuvo que recurrir a un viejo libro acerca de las hormigas y todo lo relacionado con ellas. Aprendió muchas cosas útiles pero todos sus esfuerzos eran en vano.
A escondidas de tía Poli, quien defendía las hormigas, Omar pensó en muchas formas para exterminarlas. Cada día buscaba los hormigueros con sus bocas activas que finalmente lo conducirían al paradero de aquellos pequeños pero destructores engendros. Había algo que llamaba aún mucho más la atención de Omar. En el libro decía que las hormigas podían llegar a comerse a una persona si lo hacían todas unidas. Esto lo puso en alertar pues no quería que se comieran a su tía.
Pero, el final de esta historia fue asombroso. Una noche, al dormir, Omar notó que Roberto aterrorizado ladraba y hacía escándalo por algo que estaba sucediendo. Rápidamente se paró de su cama y al buscar a su tía Poli, vio la gigantesca, escalofriante y aterradora fila de hormigas que salían del cuarto de tía Poli. Al asomarse, qué sorpresa se llevó al ver que las hormigas salían de su grande y negra boca. Ella jamás hubiese querido que su sobrino Omar la viera de esta manera.