En el contexto de los vuelos espaciales, un satélite es un objeto que ha sido puesto en órbita intencionadamente. Estos objetos se llaman satélites artificiales para distinguirlos de los satélites naturales, como la Luna de la Tierra.
El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial, el Sputnik 1. Desde entonces, alrededor de unos 8.900 satélites han sido lanzados por más de 40 países. Según una estimación hecha en 2018, unos 5000 permanecen en órbita. De ellos, unos 1900 estaban operativos, mientras que el resto ha cumplido con su vida útil y se han convertido en basura espacial. Aproximadamente el 63% de los satélites operativos están en órbita baja terrestre, el 6% está en órbita media terrestre (a 20 000 km), el 29% en órbita geoestacionaria (a 36.000 km) y el 2% restante se halla en órbita elíptica. Algunas estaciones espaciales de gran tamaño han sido lanzadas en partes y ensambladas en órbita. Más de una docena de sondas espaciales han sido situadas en órbita alrededor de otros cuerpos celestes y han pasado a ser satélites artificiales de la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, un cometa, el Sol y unos cuantos asteroides.
Los satélites se utilizan para muchos propósitos. Entre otras cosas, pueden usarse para hacer mapas estelares y mapas de superficies planetarias, así también como para obtener fotografías de los planetas en los que son lanzados. Entre las modalidades más frecuentes se incluyen a los satélites de observación terrestre tanto civiles como militares, satélites de comunicaciones, satélites de navegación, satélites meteorológicos y telescopios espaciales. Las estaciones espaciales y las naves espaciales en órbita también son satélites.
Los satélites pueden funcionar independientemente o como parte de un sistema más grande, ya sea mediante una formación de satélites o a través de una constelación de satélites.
Las órbitas de los satélites varían considerablemente en base a la finalidad del satélite, clasificándose de varias maneras. Las clases (superpuestas) bien conocidas comprenden a la órbita baja terrestre, la órbita polar y la órbita geoestacionaria.
Una lanzadera espacial es un cohete que coloca un satélite en órbita y, por lo general, despegan desde una plataforma de lanzamiento en tierra. Algunos se lanzan desde un submarino o una plataforma marítima móvil, aunque también se puede hacer a bordo de un avión.
Los satélites suelen ser sistemas semiindependientes controlados por ordenador. Los subsistemas satelitales están a cargo de muchas tareas, como la generación de energía, el control térmico, la telemetría, el control de altitud, la instrumentación científica, la comunicación, etc.
En el contexto de los vuelos espaciales, un satélite es un objeto que ha sido puesto en órbita intencionadamente. Estos objetos se llaman satélites artificiales para distinguirlos de los satélites naturales, como la Luna de la Tierra.
El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial, el Sputnik 1. Desde entonces, alrededor de unos 8.900 satélites han sido lanzados por más de 40 países. Según una estimación hecha en 2018, unos 5000 permanecen en órbita. De ellos, unos 1900 estaban operativos, mientras que el resto ha cumplido con su vida útil y se han convertido en basura espacial. Aproximadamente el 63% de los satélites operativos están en órbita baja terrestre, el 6% está en órbita media terrestre (a 20 000 km), el 29% en órbita geoestacionaria (a 36.000 km) y el 2% restante se halla en órbita elíptica. Algunas estaciones espaciales de gran tamaño han sido lanzadas en partes y ensambladas en órbita. Más de una docena de sondas espaciales han sido situadas en órbita alrededor de otros cuerpos celestes y han pasado a ser satélites artificiales de la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, un cometa, el Sol y unos cuantos asteroides.
Los satélites se utilizan para muchos propósitos. Entre otras cosas, pueden usarse para hacer mapas estelares y mapas de superficies planetarias, así también como para obtener fotografías de los planetas en los que son lanzados. Entre las modalidades más frecuentes se incluyen a los satélites de observación terrestre tanto civiles como militares, satélites de comunicaciones, satélites de navegación, satélites meteorológicos y telescopios espaciales. Las estaciones espaciales y las naves espaciales en órbita también son satélites.
Los satélites pueden funcionar independientemente o como parte de un sistema más grande, ya sea mediante una formación de satélites o a través de una constelación de satélites.
Las órbitas de los satélites varían considerablemente en base a la finalidad del satélite, clasificándose de varias maneras. Las clases (superpuestas) bien conocidas comprenden a la órbita baja terrestre, la órbita polar y la órbita geoestacionaria.
Una lanzadera espacial es un cohete que coloca un satélite en órbita y, por lo general, despegan desde una plataforma de lanzamiento en tierra. Algunos se lanzan desde un submarino o una plataforma marítima móvil, aunque también se puede hacer a bordo de un avión.
Los satélites suelen ser sistemas semiindependientes controlados por ordenador. Los subsistemas satelitales están a cargo de muchas tareas, como la generación de energía, el control térmico, la telemetría, el control de altitud, la instrumentación científica, la comunicación, etc.