Una oración es un enunciado que trasmite una intención completa. Antiguamente se decía que era una idea completa. Esa definición es un tanto confusa, pues esa es la pretensión de un párrafo. Este se construye con diversos enunciados (intenciones completas). Así se transmite una idea sólida, construida por distintos enunciados.
Esa intención completa puede transmitirse, gramaticalmente, de dos formas: con oraciones unimembres y bimembres. Aunque pueden estar integradas por muchas palabras, las segundas se dividen en dos elementos, llamados sujeto y predicado. En tanto, las unimembres carecen de esos dos elementos. No obstante, también trasmiten una intención completa, como veremos más adelante.
Inicio por las bimembres. El sujeto es de quien habla el predicado. El sujeto puede estar expresado de diferentes formas: 1. Insinuado a través del verbo: «Ve a comprar las tortillas» (el sujeto es ‘tú’ y se le llama ‘sujeto tácito’); 2. Enunciado por un pronombre o directamente, un nombre: «Yo no quisiera asegurarlo» // «Enrique no está muy seguro»; 3. Por múltiples palabras que ayudan a definir a la o a las personas de quien se dice algo. Aquí hay, incluso, otras dos posibilidades, puede ser una referencia o hasta una oración (tiene verbo, pero no es principal de la oración): 3.1 «El profesor de la materia de Español es muy claro» (el sujeto es todo hasta antes del verbo ser) // 3.2 «La vecina que vive en el departamento dos está enferma» (el sujeto termina hasta antes del verbo ‘estar’).
En el predicado (lo que se dice del sujeto) está el verbo. Sin este elemento no podría haber un enunciado bimembre. Incluso, a pesar de que fuere una palabra es bimembre: «¡corran!» (obviamente, el sujeto es ‘ustedes’ y está presente en la forma de conjugación del verbo).
Las oraciones unimembres no tienen sujeto ni predicado, pero aun así transmiten una intención completa. A mi juicio, las hay de dos tipos: las contextuales y las que dependen de una oración bimembre. Las primeras pertenecen a la cultura. Por ejemplo, si alguien grita «¡Fuego!», por supuesto, que la intención es prevenir a todos los que están cercanos. Por supuesto, todos prevenidos entienden que deben actuar para reducir el peligro (alejarse o contribuir a combatir el fuego). Ejemplos en este sentido sobra: las señales de tráfico por ejemplo: un círculo cruzado y con una E al centro implica «No se estacione aquí». Sin embargo, insisto, son oraciones unimembres de carácter cultural, pues responde a una sociedad, en un tiempo determinado. Es decir, están focalizadas en lugar y tiempo. Para claridad, compárese con la prohibición de estacionarse europea que es un círculo rojo en su totalidad, solo cruzado por una línea horizontal blanca. Esa indicación aquí en México no se entiende, no transmite la intención.
Por otra parte, las que dependen de una oración bimembre siempre deberán estar enlazadas con una coma. Es decir, deben enunciarse como oración subordinada: «¿Debo doblegarme a tus caprichos?, ¡jamás! ¿Dejo de ser caballero por ello?, ¡de ninguna forma!». Las oraciones entre signos de interrogación son bimembre; y las enunciadas entre signos de admiración, son unimembre (carece de sujeto y predicado). Estas últimas, ambas, dependen de las que están unidas por una coma comprensión. Es decir, que la primera unimembre enuncia: «Jamás me doblegaré a tus caprichos» y la segunda, «De ninguna forma dejo de ser caballero», aunque no digan expresamente. Es decir, las dos unimembres dependieron de oraciones bimembres.
En primaria, muchos profesores aseguraban que el uso de signos de admiración o interrogación obligaba a la mayúscula, por ser oraciones independientes. Eso es falso, pues en estos casos las oraciones unimembres son y están subordinadas a la que se vinculan. Por esa razón debe estar enlazada por la coma (el punto y seguido no dejaría claro a que contexto se vincularían). Por ello, inician con minúscula.
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No. Me. Lo sé yo también quiero esa pregunta
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Una oración es un enunciado que trasmite una intención completa. Antiguamente se decía que era una idea completa. Esa definición es un tanto confusa, pues esa es la pretensión de un párrafo. Este se construye con diversos enunciados (intenciones completas). Así se transmite una idea sólida, construida por distintos enunciados.
Esa intención completa puede transmitirse, gramaticalmente, de dos formas: con oraciones unimembres y bimembres. Aunque pueden estar integradas por muchas palabras, las segundas se dividen en dos elementos, llamados sujeto y predicado. En tanto, las unimembres carecen de esos dos elementos. No obstante, también trasmiten una intención completa, como veremos más adelante.
Inicio por las bimembres. El sujeto es de quien habla el predicado. El sujeto puede estar expresado de diferentes formas: 1. Insinuado a través del verbo: «Ve a comprar las tortillas» (el sujeto es ‘tú’ y se le llama ‘sujeto tácito’); 2. Enunciado por un pronombre o directamente, un nombre: «Yo no quisiera asegurarlo» // «Enrique no está muy seguro»; 3. Por múltiples palabras que ayudan a definir a la o a las personas de quien se dice algo. Aquí hay, incluso, otras dos posibilidades, puede ser una referencia o hasta una oración (tiene verbo, pero no es principal de la oración): 3.1 «El profesor de la materia de Español es muy claro» (el sujeto es todo hasta antes del verbo ser) // 3.2 «La vecina que vive en el departamento dos está enferma» (el sujeto termina hasta antes del verbo ‘estar’).
En el predicado (lo que se dice del sujeto) está el verbo. Sin este elemento no podría haber un enunciado bimembre. Incluso, a pesar de que fuere una palabra es bimembre: «¡corran!» (obviamente, el sujeto es ‘ustedes’ y está presente en la forma de conjugación del verbo).
Las oraciones unimembres no tienen sujeto ni predicado, pero aun así transmiten una intención completa. A mi juicio, las hay de dos tipos: las contextuales y las que dependen de una oración bimembre. Las primeras pertenecen a la cultura. Por ejemplo, si alguien grita «¡Fuego!», por supuesto, que la intención es prevenir a todos los que están cercanos. Por supuesto, todos prevenidos entienden que deben actuar para reducir el peligro (alejarse o contribuir a combatir el fuego). Ejemplos en este sentido sobra: las señales de tráfico por ejemplo: un círculo cruzado y con una E al centro implica «No se estacione aquí». Sin embargo, insisto, son oraciones unimembres de carácter cultural, pues responde a una sociedad, en un tiempo determinado. Es decir, están focalizadas en lugar y tiempo. Para claridad, compárese con la prohibición de estacionarse europea que es un círculo rojo en su totalidad, solo cruzado por una línea horizontal blanca. Esa indicación aquí en México no se entiende, no transmite la intención.
Por otra parte, las que dependen de una oración bimembre siempre deberán estar enlazadas con una coma. Es decir, deben enunciarse como oración subordinada: «¿Debo doblegarme a tus caprichos?, ¡jamás! ¿Dejo de ser caballero por ello?, ¡de ninguna forma!». Las oraciones entre signos de interrogación son bimembre; y las enunciadas entre signos de admiración, son unimembre (carece de sujeto y predicado). Estas últimas, ambas, dependen de las que están unidas por una coma comprensión. Es decir, que la primera unimembre enuncia: «Jamás me doblegaré a tus caprichos» y la segunda, «De ninguna forma dejo de ser caballero», aunque no digan expresamente. Es decir, las dos unimembres dependieron de oraciones bimembres.
En primaria, muchos profesores aseguraban que el uso de signos de admiración o interrogación obligaba a la mayúscula, por ser oraciones independientes. Eso es falso, pues en estos casos las oraciones unimembres son y están subordinadas a la que se vinculan. Por esa razón debe estar enlazada por la coma (el punto y seguido no dejaría claro a que contexto se vincularían). Por ello, inician con minúscula.