La Confederación Bolivariana de América, muy bien representada en el Ecuador por el ilustre Canciller Doctor Amilcar Tapia Tamayo, el 15 de junio de 2017 me incorporó como uno de sus miembros, y me invitó a colaborar en el gran esfuerzo de, algún día glorioso, hacer realidad los deseos del Libertador Simón Bolívar, de formar una América del Sur unida, para enfrentar con éxito a la que él ya veía poderosa América del Norte, beneficiada por “… un gobierno bienhechor que, con una mano hábil, activa, y poderosa dirige siempre, y en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección social, que es el fin único de las instituciones humanas”.
Lamentablemente, ha pasado mucha agua bajo el puente, desde los años en que Bolívar veía en conjunto al continente americano y se preocupaba por el dinamismo con el que crecían los Estados Unidos y la pasividad y desunión de esta parte del Continente. Y, la realidad es que, 200 años más tarde de la época de la Independencia, América del Norte reina en el mundo político, económico, social, tecnológico y militar, y marcha a pasos agigantados, especialmente desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial; mientras que América del Sur casi que marcha en el propio terreno, porque varios de sus países todavía luchan por ampliar sus territorios nacionales a costa del vecino, no practican la democracia y niegan al pueblo sus libertades, buscan la supremacía de ideologías obsoletas en el resto del mundo, se mantienen en el subdesarrollo y la dependencia de terceros, acrecientan las masas de poblaciones pobres y con educación deficiente o sin ella, son incapaces de generar innovación y seguir el paso a la más moderna tecnología.
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La Confederación Bolivariana de América, muy bien representada en el Ecuador por el ilustre Canciller Doctor Amilcar Tapia Tamayo, el 15 de junio de 2017 me incorporó como uno de sus miembros, y me invitó a colaborar en el gran esfuerzo de, algún día glorioso, hacer realidad los deseos del Libertador Simón Bolívar, de formar una América del Sur unida, para enfrentar con éxito a la que él ya veía poderosa América del Norte, beneficiada por “… un gobierno bienhechor que, con una mano hábil, activa, y poderosa dirige siempre, y en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección social, que es el fin único de las instituciones humanas”.
Lamentablemente, ha pasado mucha agua bajo el puente, desde los años en que Bolívar veía en conjunto al continente americano y se preocupaba por el dinamismo con el que crecían los Estados Unidos y la pasividad y desunión de esta parte del Continente. Y, la realidad es que, 200 años más tarde de la época de la Independencia, América del Norte reina en el mundo político, económico, social, tecnológico y militar, y marcha a pasos agigantados, especialmente desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial; mientras que América del Sur casi que marcha en el propio terreno, porque varios de sus países todavía luchan por ampliar sus territorios nacionales a costa del vecino, no practican la democracia y niegan al pueblo sus libertades, buscan la supremacía de ideologías obsoletas en el resto del mundo, se mantienen en el subdesarrollo y la dependencia de terceros, acrecientan las masas de poblaciones pobres y con educación deficiente o sin ella, son incapaces de generar innovación y seguir el paso a la más moderna tecnología.
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