Durante la primera mitad del milenio I a. C. las naves fenicias surcaron sin descanso el Mediterráneo desde su lugar de origen, en la franja litoral sirio-libanesa, hasta llegar al estrecho de Gibraltar. En su momento hicieron posible un intercambio económico y cultural sin precedentes entre los pueblos de Oriente y Occidente. Para dar apoyo a sus recién estrenadas rutas crearon factorías y asentamientos a lo largo de la costa, desde Chipre hasta Cádiz, pasando por Sicilia, Cerdeña y el norte de África, que con el tiempo se convirtieron en auténticas ciudades. Cuando Fenicia decayó, una de estas colonias, Cartago, tomaría el relevo y mantendría vivo, aunque con personalidad propia, el espíritu fenicio varios siglos más.El estudio de la historia de Cartago es a menudo considerado como problemático. Debido a su sometimiento por los romanos tras el fin de la tercera guerra púnica, han sobrevivido muy pocas fuentes históricas primarias. Se han preservado unas cuantas traducciones antiguas de textos púnicos al griego y al latín, así como inscripciones escritas en monumentos y edificios en África del Norte;1 sin embargo, la mayoría de fuentes primarias sobre la civilización cartaginesa fue escrita por historiadores griegos y romanos, tales como Tito Livio, Polibio, Apiano, Cornelio Nepote, Silio Itálico, Plutarco, Dion Casio y Heródoto. Estos autores provenían de culturas que fueron casi siempre rivales de Cartago. Los griegos disputaron con Cartago la supremacía en Sicilia2 y los romanos entraron en guerra contra la ciudad.3 Inevitablemente, los registros de Cartago escritos por extranjeros incluyen un sesgo significativo. No obstante, excavaciones arqueológicas recientes han proveído fuentes primarias más fiables. Algunos de estos descubrimientos contradicen o confirman aspectos de la visión tradicional de Cartago creada por los autores antiguos, pero mucho del material descubierto sigue siendo ambiguo.
Como todas las factorías fenicias, Cartago debía entregar un tributo a Tiro, como signo de fidelidad; sin embargo, el declive de Tiro frente al progreso de los griegos incitó a los cartagineses a independizarse durante el curso de la segunda mitad del siglo VII a. C. Un siglo y medio después de la fundación de la ciudad, los cartagineses se instalaron en las islas Baleares, luego dominaron la parte occidental de Sicilia, el sur de Cerdeña y, en alianza con los etruscos, repelieron a los griegos fuera de Córcega. De esta manera, controlaron la totalidad del comercio y de la navegación en el Mediterráneo occidental y poseyeron numerosos territorios tanto al interior como al exterior de África: Mauritania, Numidia, Iberia, el sur de la Galia, Sicilia, Cerdeña y el sur de Italia.
Antes de la primera guerra púnica, Cartago contaba con un territorio de alrededor de 73.000 km² y una población de cerca de 4 millones de habitantes. Como en el caso de Roma, su mayor enemiga, el nombre de la ciudad englobaba todos los territorios sometidos bajo su jurisdicción.
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El segundo amigo que le había comentado es que no ten las clase de historia la
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Durante la primera mitad del milenio I a. C. las naves fenicias surcaron sin descanso el Mediterráneo desde su lugar de origen, en la franja litoral sirio-libanesa, hasta llegar al estrecho de Gibraltar. En su momento hicieron posible un intercambio económico y cultural sin precedentes entre los pueblos de Oriente y Occidente. Para dar apoyo a sus recién estrenadas rutas crearon factorías y asentamientos a lo largo de la costa, desde Chipre hasta Cádiz, pasando por Sicilia, Cerdeña y el norte de África, que con el tiempo se convirtieron en auténticas ciudades. Cuando Fenicia decayó, una de estas colonias, Cartago, tomaría el relevo y mantendría vivo, aunque con personalidad propia, el espíritu fenicio varios siglos más.El estudio de la historia de Cartago es a menudo considerado como problemático. Debido a su sometimiento por los romanos tras el fin de la tercera guerra púnica, han sobrevivido muy pocas fuentes históricas primarias. Se han preservado unas cuantas traducciones antiguas de textos púnicos al griego y al latín, así como inscripciones escritas en monumentos y edificios en África del Norte;1 sin embargo, la mayoría de fuentes primarias sobre la civilización cartaginesa fue escrita por historiadores griegos y romanos, tales como Tito Livio, Polibio, Apiano, Cornelio Nepote, Silio Itálico, Plutarco, Dion Casio y Heródoto. Estos autores provenían de culturas que fueron casi siempre rivales de Cartago. Los griegos disputaron con Cartago la supremacía en Sicilia2 y los romanos entraron en guerra contra la ciudad.3 Inevitablemente, los registros de Cartago escritos por extranjeros incluyen un sesgo significativo. No obstante, excavaciones arqueológicas recientes han proveído fuentes primarias más fiables. Algunos de estos descubrimientos contradicen o confirman aspectos de la visión tradicional de Cartago creada por los autores antiguos, pero mucho del material descubierto sigue siendo ambiguo.
Como todas las factorías fenicias, Cartago debía entregar un tributo a Tiro, como signo de fidelidad; sin embargo, el declive de Tiro frente al progreso de los griegos incitó a los cartagineses a independizarse durante el curso de la segunda mitad del siglo VII a. C. Un siglo y medio después de la fundación de la ciudad, los cartagineses se instalaron en las islas Baleares, luego dominaron la parte occidental de Sicilia, el sur de Cerdeña y, en alianza con los etruscos, repelieron a los griegos fuera de Córcega. De esta manera, controlaron la totalidad del comercio y de la navegación en el Mediterráneo occidental y poseyeron numerosos territorios tanto al interior como al exterior de África: Mauritania, Numidia, Iberia, el sur de la Galia, Sicilia, Cerdeña y el sur de Italia.
Antes de la primera guerra púnica, Cartago contaba con un territorio de alrededor de 73.000 km² y una población de cerca de 4 millones de habitantes. Como en el caso de Roma, su mayor enemiga, el nombre de la ciudad englobaba todos los territorios sometidos bajo su jurisdicción.
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