El 14 de julio de 1789, la burguesía tomó la Bastilla, la prisión que era símbolo del Antiguo Régimen y el 4 de agosto, la Asamblea Nacional declaro una serie de decretos que, entre otras cosas, cortaba los privilegios de la nobleza, como la exención de impuestos y el monopolio sobre tierras cultivables. La Asamblea se establece la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
En septiembre de 1791 se promulgó la nueva constitución francesa, asegurando la ciudadanía para todos y presionando al monarca Luis XVI a aceptar sus criterios. Esta constitución preveía la igualdad de todos ante la ley, el voto censal, la confiscación de las tierras eclesiásticas, el fin del diezmo, la constitución civil del clero, entre otros puntos. A partir de este momento, la Francia revolucionaria esbozó su primer tipo de nuevo gobierno, la Monarquía Constitucional, que duró de 1791 a 1792.
El ala más radical de la Revolución francesa, los jacobinos (que habían participado de la Asamblea Constituyente, sentándose a la izquierda del plenario y oponiéndose a los girondinos que se posicionaban a la derecha), defendían una ampliación de la perspectiva revolucionaria, cuya propuesta era no someterse a las decisiones de la alta burguesía, que se articulaba con la nobleza y el monarca. Los jacobinos querían radicalizar la presión contra los nobles y el clero, e instituir una República Revolucionaria, sin ningún resquicio de la Monarquía.
Predicando la amenaza que venía de los rumbos que la Revolución tomaba, el rey Luis XVI articuló un levantamiento contrarrevolucionario con el apoyo de la monarquía austriaca y prusiana. En 1792, Austria invadió Francia y ésta declaró la guerra a aquella. La población de París, después de enterarse de los planes del rey, invadió el palacio real de Tulleries y detuvo al rey y su familia. El Rey y su esposa, María Antonieta, tuvieron sus cabezas rotas por la guillotina en 1793 y la Monarquía Constitucional llegó a su fin el mismo año.
Con el fin de la Monarquía Constitucional, hubo también la disolución de la Asamblea Constituyente y la Convención Nacional de un nuevo parlamento. El período de la convención se caracterizó por la fuerte presencia del radicalismo jacobino comandando la Revolución, momento que se volvió conocido como la fase del Terror (sobre todo por el uso indiscriminado de la guillotina como máquina de la muerte). Nombres como Robespierre, Saint-Just y Danton figuran entre los principales líderes jacobinos.
En este período también Austria y Prusia prosiguieron su guerra contra Francia, temiendo que la Revolución se extendiera por sus territorios. En el proceso de confrontación contra estas dos monarquías, nació el ejército nacional francés, es decir: un ejército que, por primera vez, no estaba compuesto de mercenarios y aristócratas, sino del pueblo de una nación que se veía como nación.
En 1795, la burguesía logró retomar el poder y, a través de una nueva constitución, instituir una nueva fase a la Revolución francesa llamada el Directorio, órgano compuesto por cinco miembros indicados por los diputados. Pero a partir de este mismo año la crisis social se volvió muy amplia en Francia, lo que exigió un entorno político más eficaz.
Uno de los más jóvenes y destacados generales de la Revolución, Napoleón Bonaparte, era el nombre esperado por la burguesía para dar orden a la situación política francesa. En 1799, al regresar de Egipto a Francia, Napoleón encontró un escenario conspiratorio contra el gobierno del Directorio.
Fue en este escenario que pasó a figurar como dictador, inicialmente, dando el golpe de estado para convertirse en emperador de Francia. El Período Napoleónico duró de 1800 a 1815 y cambió el escenario político del continente europeo, mientras que expandió el ideal nacionalista para varias regiones del mundo.
Inicio de la Revolución francesa
El 14 de julio de 1789, la burguesía tomó la Bastilla, la prisión que era símbolo del Antiguo Régimen y el 4 de agosto, la Asamblea Nacional declaro una serie de decretos que, entre otras cosas, cortaba los privilegios de la nobleza, como la exención de impuestos y el monopolio sobre tierras cultivables. La Asamblea se establece la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
En septiembre de 1791 se promulgó la nueva constitución francesa, asegurando la ciudadanía para todos y presionando al monarca Luis XVI a aceptar sus criterios. Esta constitución preveía la igualdad de todos ante la ley, el voto censal, la confiscación de las tierras eclesiásticas, el fin del diezmo, la constitución civil del clero, entre otros puntos. A partir de este momento, la Francia revolucionaria esbozó su primer tipo de nuevo gobierno, la Monarquía Constitucional, que duró de 1791 a 1792.
El ala más radical de la Revolución francesa, los jacobinos (que habían participado de la Asamblea Constituyente, sentándose a la izquierda del plenario y oponiéndose a los girondinos que se posicionaban a la derecha), defendían una ampliación de la perspectiva revolucionaria, cuya propuesta era no someterse a las decisiones de la alta burguesía, que se articulaba con la nobleza y el monarca. Los jacobinos querían radicalizar la presión contra los nobles y el clero, e instituir una República Revolucionaria, sin ningún resquicio de la Monarquía.
Predicando la amenaza que venía de los rumbos que la Revolución tomaba, el rey Luis XVI articuló un levantamiento contrarrevolucionario con el apoyo de la monarquía austriaca y prusiana. En 1792, Austria invadió Francia y ésta declaró la guerra a aquella. La población de París, después de enterarse de los planes del rey, invadió el palacio real de Tulleries y detuvo al rey y su familia. El Rey y su esposa, María Antonieta, tuvieron sus cabezas rotas por la guillotina en 1793 y la Monarquía Constitucional llegó a su fin el mismo año.
Con el fin de la Monarquía Constitucional, hubo también la disolución de la Asamblea Constituyente y la Convención Nacional de un nuevo parlamento. El período de la convención se caracterizó por la fuerte presencia del radicalismo jacobino comandando la Revolución, momento que se volvió conocido como la fase del Terror (sobre todo por el uso indiscriminado de la guillotina como máquina de la muerte). Nombres como Robespierre, Saint-Just y Danton figuran entre los principales líderes jacobinos.
En este período también Austria y Prusia prosiguieron su guerra contra Francia, temiendo que la Revolución se extendiera por sus territorios. En el proceso de confrontación contra estas dos monarquías, nació el ejército nacional francés, es decir: un ejército que, por primera vez, no estaba compuesto de mercenarios y aristócratas, sino del pueblo de una nación que se veía como nación.
En 1795, la burguesía logró retomar el poder y, a través de una nueva constitución, instituir una nueva fase a la Revolución francesa llamada el Directorio, órgano compuesto por cinco miembros indicados por los diputados. Pero a partir de este mismo año la crisis social se volvió muy amplia en Francia, lo que exigió un entorno político más eficaz.
Uno de los más jóvenes y destacados generales de la Revolución, Napoleón Bonaparte, era el nombre esperado por la burguesía para dar orden a la situación política francesa. En 1799, al regresar de Egipto a Francia, Napoleón encontró un escenario conspiratorio contra el gobierno del Directorio.
Fue en este escenario que pasó a figurar como dictador, inicialmente, dando el golpe de estado para convertirse en emperador de Francia. El Período Napoleónico duró de 1800 a 1815 y cambió el escenario político del continente europeo, mientras que expandió el ideal nacionalista para varias regiones del mundo.