La historia transcurre en un monte soriano, llamado Monte de las Ánimas, el día de los Difuntos. Comienza con una expedición de cazadores de ese lugar, pero ya se encuentra preparando el regreso, ya que es 1 de noviembre, día de Todos los Santos, justo antes de la terrible fecha. Así es como Beatriz y Alonso, hijos de los Condes de Borges y de Alcudiel, junto a sus padres y pajes, montados a caballo, inician el camino hacia la cacería. Alonso, que es cazador, empieza a contar una leyenda, la del Monte de las Ánimas. Al parecer, a este monte que llamaban de las ánimas pertenecía a los Templarios, que eran guerreros y religiosos a la vez. Cuando los árabes fueron expulsados de Soria, el Rey los hizo venir para defender la ciudad, lo que ofendió a los nobles de Castilla y se creó cierta hostilidad entre ellos. Entonces, se inició una profunda lucha hasta que el rey finalizó la espantosa batalla; el monte fue abandonado y en la capilla de los religiosos se enterraron los cuerpos de unos y otros. Desde entonces, cuando llega la noche de los difuntos corre la leyenda de que las ánimas de los muertos corren junto con todos los animales del monte, muertos de miedo y sin que nadie quiera permanecer ahí por esta fecha.
La historia transcurre en un monte soriano, llamado Monte de las Ánimas, el día de los Difuntos. Comienza con una expedición de cazadores de ese lugar, pero ya se encuentra preparando el regreso, ya que es 1 de noviembre, día de Todos los Santos, justo antes de la terrible fecha. Así es como Beatriz y Alonso, hijos de los Condes de Borges y de Alcudiel, junto a sus padres y pajes, montados a caballo, inician el camino hacia la cacería. Alonso, que es cazador, empieza a contar una leyenda, la del Monte de las Ánimas. Al parecer, a este monte que llamaban de las ánimas pertenecía a los Templarios, que eran guerreros y religiosos a la vez. Cuando los árabes fueron expulsados de Soria, el Rey los hizo venir para defender la ciudad, lo que ofendió a los nobles de Castilla y se creó cierta hostilidad entre ellos. Entonces, se inició una profunda lucha hasta que el rey finalizó la espantosa batalla; el monte fue abandonado y en la capilla de los religiosos se enterraron los cuerpos de unos y otros. Desde entonces, cuando llega la noche de los difuntos corre la leyenda de que las ánimas de los muertos corren junto con todos los animales del monte, muertos de miedo y sin que nadie quiera permanecer ahí por esta fecha.